Parte sin título 3

6 2 0
                                    


Instantáneamente salí al ruedo y guardé en una maleta vieja y marrón que había encontrado hace un par de meses y que la señorita Williams reparó para mí. Tenía todo listo y preparado, había pensado en ese día por mucho tiempo, tenía tantas preguntas para mamá y dudas conmigo misma. Por mucho que la señorita Williams me lo hubiera explicado, las ganas de preguntarle si me quería seguían presentes. Había tantas respuestas que me faltaban y ahora iba a encontrarlas.

Debo admitir que estaba un poco atemorizada por la idea de todo esto, no sabía que me deparaba en aquella dirección, siquiera era seguro que fuera ella o permaneciera ahí, pero debíamos intentarlo, debíamos arriesgarnos y ver lo que hallaríamos, valía la pena ir para ver por mí misma lo que había ahí, tendría algo siquiera, aunque no estuviera, sabría que fui y tendría calma, pero tenía que hacerlo.

La señorita Williams paró un taxi, la dirección no era muy lejana y ella había ahorrado para este momento. Antes de subir notó mi miedo y nerviosismo, no tenía ni 6 años y era la mayor revelación de mi vida, era natural que estuviera así, es por eso que se colocó en cuclillas, tomándome de la mano izquierda y acariciando suavemente mi mejilla derecha, pronunció:

"Tranquila, cariño, sé que tienes miedo, pero estaré aquí contigo, descuida, las cosas estarán bien. Confía".

Luego besó mi frente.

"Confía". Era todo lo que necesitaba, una palabra tranquilizante y reconfortante, "confía". En ese momento, viéndola a los ojos con una sonrisa, decidí que, a partir de ese día, pasara lo que pasara en aquel lugar, ella sería parte de mí y yo de ella y así me llamaría, Emily Williams. En lo que me concernía, ese era mi nombre. Emily, por Emily Dickinson y Williams, por la mujer que me había criado los años más importantes de mi vida, Lily Anne Williams. Además de la joven recepcionista, Betty Williams, que me permitió hacer nuevos hallazgos posibles actualmente, sin embargo, esa es una historia para otro día.

Confiando en los ojos de la única persona en la que podía, subí a ese taxi amarillo de suaves asientos, el que sería el transporte para mi nuevo futuro.

El camino era medianamente corto, así que decidí ver por la ventana. Podías ver la vida pasar como sería en un día normal, el cielo estaba despejado, claro y azul, con blancas nubes cubriendo y enmarcando perfectamente el sol. Podías observar la vista de concreto desierta por ser un día cualquiera de semana, la gente andaba en sus oficinas y el panorama solo describía la paz que existía mientras todo dejaban de vivir por un momento. El Fair, al igual que la ciudad, estaba casi desierto, por no contar a un par de hombres, mujeres y jóvenes, los últimos paseando después de haber evadido las clases, disfrutando de su juventud que se iba a cada minuto, las mujeres, estaban con sus vestidos pomposos y acampanados y su cabello peinado, inmovible, por las cientos de capas de fijador, mientras que los hombres vestían sus prístinos traje y sombrero a la medida, siempre acompañados de un maletín; diría que las únicas que disfrutaban esa escena eran las cientos de palomas que se posaban en la acera. Aunque pronto cambiaría y la escena se tornaría más colorida, ya que todos saldrían a disfrutar un poquito de esa maravilla al salir de sus ocupaciones. Los jóvenes correrían y jugarían en el pasto y las familias vendrían en la tarde a encantarse con "Singing in the rain", un nuevo estreno prometedor que se promociona en el gran cartel que se encuentra encima de la taquilla, el que se encenderá y se llenará de luces cuando todos vayan. Ese es un día como cualquier otro en la ciudad.

Cansada de ver por la ventana y a punto de llegar a mi destino me empecé a cuestionar todo lo que implicaba esto. En primer lugar, tendría que dejar a mis amigos, a la señorita Williams, a todo lo que he conocido y eso me entristecía, era un mundo completamente distinto y no sabía siquiera si me gustaría, no sabía cómo era ella, si era buena, si me quería, porque si fuese así, no me hubiese dejado ¿Verdad? Si fuese así, no estaría aquí, pasando por todo esto, yendo a un sitio desconocido a ver a quien sabe quién sea... Pero, hay más razones que una para cada cosa, solo, que... No sabía nada de lo que me esperaba y estaba tan angustiada.

¿Sería ella? ¿Seguiría con vida? Ya que solo lo saqué de un papel y fácilmente podía no ser nada. Quizá ¿Tendría hermanos? ¿Y padre? ¿Una casa? ¿Tendré abuelos?... Y si ella me rechaza ¿Qué pasará conmigo?...

No podré averiguarlo hasta llegar ahí. Ay ¿Qué me esperará en aquella avenida?

Entre tantos pensamientos, el tiempo había pasado y el taxi se detuvo, estábamos ahí.

Bajamosdel taxi, ella pagó amablemente al conductor mientras yo bajaba, cerró lapuerta y tomó mi mano para luego buscar el número de la casa. La calle era untanto larga, la casa estaba casi al comienzo, así que fuimos al norte y allíestaba, la pequeña casa de fachada burdeos y techo verde negruzco, solo estaba ados pasos de tocar la puerta, sin embargo, quedé paralizada, tan solo viendo a laseñorita Williams. Ella notó mi reacción, así que decidió tocar la puerta porsí sola. Dos golpes, eso fue todo. 

Emily W.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora