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—No quiero dejarte de nuevo...

—Estaré bien. Iré a... la casa de mi madre. —dijo Ron entre dientes.

—Valor. —suspiró Blaise.

Se dieron un beso de despedida, y había algo que les impedía soltarse.

—¡Ron! Debemos irnos. —le dijo Ginny insistente, que lo esperaba con Fred y George.

El pelirrojo miró a Blaise, que lo agarró de la mano mientras se alejaba, teniendo que soltársela.

Los cuatro hermanos se desaparecieron para aparecer fuera de su hogar en la madriguera, donde sus padres y su hermano mayor Percy estaban afuera, mirando como un montón de guardias rojos sacaban las cosas de su casa. Se escondieron tras unos árboles a mirar, notando cómo su madre lloraba y pedía que no se llevaran nada más.

Tuvieron que quedarse ahí escondidos hasta que los guardias se fueron. Se acercaron a la familia con expresiones preocupadas.

—¡¿Donde estaban?! —preguntó su madre—. ¡Quizás qué han hecho ustedes, porque nos han quitado todas las cosas!

—Estábamos- —comenzó Ron.

—No quiero excusas. Menos de ti, Ronald. ¿Qué pasó con la casa que te querías construir, eh?

—Se quemó... —contestó con tristeza.

—Bueno, ahora no tenemos nada —bufó la mujer—. Vamos a tener que vender parte de los animales —miró a Ron—. Ve al pueblo con la vaca, y no vuelvas hasta que se la hayas vendido a un buen postor. —le ordenó.

Ron miró a sus hermanos y suspiró. Llevó a la Vaca más grande que tenían amarrada con una cuerda, dirigiéndose al Dulce Reino. Pensaba ir a la parte más rica, pero no veía por qué alguien por allí querría una vaca.

En el camino, encontró un hombre parado, que levantó la cabeza al ver la vaca.

—Buenas tardes, muchacho... ¿a donde vas con esa vaca?

—¿Hm? —Ron lo miró—. Al pueblo, a venderla, para mi familia. Aunque estoy pensando seriamente en huir con el dinero y no volver nunca más con ellos.

—Hm. Me agradas, muchacho. Mundungus Fletcher a tu servicio —se presentó—. Yo podría darte algo que te sirve más que el dinero a cambio de esa vaca.

—¿Una lección de vida?

—Mejor aún. Tengo estas tres habichuelas mágicas.

—¿Y qué hacen exactamente? —interrogó Ron.

—Depende de la habichuela. Puede ser un portal, un cambio de realidad... o un árbol.

—¿De dinero?

—Si sabes como usarlo... todo puede ser dinero. —le dijo el hombre encogiéndose de hombros.

—Está bien, trato hecho. —Ron le cambió la Vaca por las habichuelas, por una parte porque se cagaba en todo lo cagable, por otra porque no pensaba volver a la madriguera, y otra porque quería ver qué hacían las habichuelas, así que desapareció y apareció en la casa de Blaise.

Ever After | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora