Las pocas esperanzas que Merlín había albergado desaparecieron tras una semana de espera. Los caballeros uno por uno habían ido a hablar con él. Le habían pedido ver su magia. Merlín notó que aún recelaban pero estaban dispuestos a darle una oportunidad. En cambio Arturo no había vuelto a salir de la habitación. Lancelot y Gwaine habían tratado de hablar con él pero les había ignorado a los dos. Incluso habían tratado de dejarle de llevar comida pero volvieron a hacerlo cuando se dieron cuenta de que prefería morirse de inanición que salir de allí. Merlín se había prometido dejarle su espacio pero había llegado a su límite. Las rosas del rosal se había ido consumiendo poco a poco esos días y cada día quedaban menos. No iba a dejar que ese tozudo príncipe se rindiera y no rompiera la maldición solo porque él tenía magia. Así que salió completamente decidido hacía la habitación de Arturo dispuesto a tirar la puerta abajo si era necesario. De camino se encontró a Gwaine que le dio ánimos. Al llegar a las escaleras vio que Percival volvía a estar custodiándolas. Quizás no iba a ser tan fácil pero para su sorpresa se apartó dejándole pasar en cuanto le vio.
- Siento haberme comportado como me comporte Merlín. He visto a la magia hacer cosas terribles. -dijo mientras señalaba hacía todo el castillo.- Pero a ti solo te he visto protegiéndonos y ayudándonos. Salva a nuestro príncipe. Confiamos en ti.
Merlín sonrió con agradecimiento y le dio las gracias antes de seguir y plantarse ante la puerta de Arturo. Picó pero no obtuvo ninguna respuesta.
- Arturo ábreme la puerta.
Había esperado encontrar resistencia. Había esperado que se negara. Que al menos hubiera tenido que negociar con él. Pero para su sorpresa la puerta se abrió poco después de su petición. Arturo le dio la espalda entrando sin invitarle a entrar pero Merlín no se lo pensó.
- No puedes darme órdenes.
- Las has obedecido igualmente.
La bestia gruñó y Merlín no pudo evitar sonreír porque por un segundo se sintió como si todo fuera igual que antes y nada hubiera cambiado. Pero Arturo siguió sin mirarle y no habló y supo que no era así en absoluto.
- Arturo, lo siento. -Arturo siguió sin hablar.- Sabes, no es verdad. No lo siento en absoluto.
- ¿Cómo? -dijo girándose incrédulo
- No voy a disculparme por lo que soy. Si. Es verdad. Tengo magia. Y te la oculte. Pero jamás he tenido la intención de usarla en tu contra y solo la he usado para protegerte a ti y al resto. O al menos casi nunca.
- ¿Casi nunca?
- No creo que eso tenga importancia ahora.
- Merlín.
- Vale. Cuando vine aquí por primera vez pensé que eras un monstruo que quería atacar a Camelot. ¿Puedes culparme por querer detenerte?
Arturo miró sus garras y luego desvió su mirada hacía un espejo destrozado. Vio su rostro peludo desfigurado por todas las grietas del cristal. Él había amenazado a la gente de Camelot de mentira para hacer que viniera. Y realmente era un monstruo. Así que no. No podía culparlo en absoluto. Merlín se percató de cómo se estaba mirando Arturo. Se acercó hasta él y mirándole fijamente alargó lentamente una mano hacia su mejilla temiendo asustarle y que le apartara. Pero Arturo no lo hizo. Solo se le quedó mirando sin saber que hacía. Con curiosidad. Y Merlín sintió un gran alivio al no ver rastro de miedo o de asco o desprecio en su mirada. Acaricio su mejilla.
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The sourcerer and the beast
FanfictionLa vida de Arturo siempre estaba llena de las preocupaciones y los problemas de un príncipe. Así que una vez al año descansaba de todo yendo a su casa de verano. Pero uno de los veranos todo cambio cuando una druida anciana a la que no quiso cobijar...