NUEVA HISTORIA CORTA

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Por Claire



Introducción

Cata convence a Betty para que vuelva al centro de belleza. Queda asombrada al comprobar que tras una depilación facial y un maquillaje suave sale a relucir una increíble belleza.
Cata- Betty, ¿cómo se encuentra?
Betty- (totalmente entusiasmada) Muy bien Dª Catalina, sinceramente ni me reconozco.
Cata- Betty, ¿será que me deja llevarla a un par de sitios más? Confíe en mi, ¿si?
Betty- Está bien, estoy en sus manos

Cata lleva a Betty a un ortodoncista para que, por fin, le quite los brackets y, posteriormente, a una óptica conocida donde le recomiendan el uso de lentes de contacto para que no vuelva a esconder esos lindos ojos. Betty se muestra renuente.

C- Betty, si se quita los lentes ¿cuánto ve?
B- Ay Dª Catalina es como si cuando me quito los lentes me creciera la capul, es decir, nada!! (oj oj oj)
C-Entonces Betty, perdóneme pero Ud. no se ha visto bien en el espejo, Hágame caso, ¿si? cómprese unos lentes sencillos y actuales y pruebe también unos lentes de contacto.
Betty discute con Cata la dimensión de la deuda que está contrayendo con ella. Pero Cata, mirando insistentemente el reloj, la interrumpe diciéndole que deben volver rápidamente al hotel. Mientras se suben a la Van..
Cata- Ceci, nos cocinamos!!! (aire acondicionado, please!).
Ceci las lleva al hotel y se preparan para el cóctel.

La nueva Betty viste con un pantalón gris muy ajustado, largo hasta los tobillos, con unos zapatos de salón en el mismo color y con un jersey en tono plateado tan ajustado que deja entrever un busto del que hasta ahora parecía carecer. Camina erguida, sonriente, atrás quedaron la capul, los brackets, los anticuados lentes y con ellos, la Betty insegura y asustada. En todo momento la acompaña un atento Michel. Ambos se dirigen hacia la terraza del hotel Santa Teresa, donde les espera Cata con unos amigos.

Nada más llegar ve a Cata y cuando sus miradas se cruzan Betty puede observar un cierto temor en los ojos de su amiga. De repente se queda petrificada, Michel tiene que sujetarla ya que cree que va a desmayarse. Ante ella, un pasado obstinado en perturbarla, vuelve a aparecer. Claudia Elena Vázquez, y Adriana Arboleda están hablando animadamente con un caballero, que a pesar de estar de espaldas, para Betty es inconfundible. Es su mayor pesadilla¡¡¡Mario Calderón!!!!

Capítulo I:

Al principio Betty se sintió incapaz de moverse, pero cuando por fin logró reaccionar fue para salir corriendo de la terraza. Bajó apresuradamente las escaleras y salió a los jardines del hotel. Sentía que le faltaba aire. Mario Calderón era la última persona que esperaba encontrarse allí y si para algo no estaba preparada era precisamente para verle a él.

Cata y Michel salieron corriendo detrás de ella. Estaban preocupados: Cata temía que la incipiente recuperación de Betty sufriera un revés. La encontraron sentada en un banco, con lágrimas en los ojos y respirando con cierta dificultad.

Catalina- Betty, quiero que sepa que yo no sabía de la presencia de Mario Calderón aquí esta noche.
Michel- ¿Alguien me puede explicar que está pasando? Betty, no me gusta verla así ¿cuénteme que le pasa?
Catalina- Michel, algunas de las personas que estaban en la terraza, forman parte de la vida pasada de Betty, forman parte de ese pasado que Betty quiere olvidar
Catalina- Betty, escúcheme bien! Está lindísima, Ud. ya es otra mujer y puede enfrentar a Mario Calderón y a cualquiera con la cabeza bien alta.
Betty- No, no, por favor, Dª Catalina, no quiero enfrentarlo, aún no estoy preparada , no quiero que me vea, no quiero verle, no quiero que sepa que soy yo.
Catalina- Betty, tenemos que volver arriba, hay muchos invitados esperándonos y no voy a permitir que se eche atrás. No voy a consentir que su pasado le gane la partida y, óigame bien Ud. tampoco lo va a permitir.
Betty- Está bien, Doña Catalina, Michel, sólo les pido que no le digáis que soy yo, intentaré pasar desapercibida pero si no lo consigo, por favor, dígale otro nombre, pero no quiero que sepa que soy yo, ¿si?
Catalina- Betty, está bien, no me gusta mucho la idea, pero si eso la tranquiliza, a ver, ¿dígame quien es Ud.?
Betty- por ejemploPaula Franco, una amiga suya ¿le parece?
Michel- Pues Sta. Franco, si me permite (cogiéndola del brazo), la acompaño a la terraza y (susurrándole al oído) recuerde que está Ud. bellísima.

Betty subió otra vez, acompañada de Cata y de Michel, pero no podía evitar que le temblaran las piernas. Sólo la mano firme de Michel, apretando la suya alrededor de su brazo la tranquilizaba.

Cuando los tres hicieron aparición de nuevo en la terraza, Claudia Elena fue la primera en verles.
Claudia Elena- Catalina, estábamos comentando que habías desaparecido. ¿Falta mucho para que empiecen los fuegos?
Catalina- no, no Claudia Elena, no se demoran

Betty aprovechó que el grupito de Mario, Adriana y Claudia Elena estaba hablando con Catalina para dirigirse a otra parte de la sala, en su intento de que no se fijaran en ella. Se acercó a un buffet donde servían bebidas y cava. Pidió un refresco. Pero su intento de pasar desapercibida había fracasado. Desde que había entrado en la terraza sentía como unos ojos no paraban de seguirla, sentía sobre sí una mirada pesada. Conocía esa mirada y conocía esa sonrisa maliciosa, eran las de la lujuria, eran las de Mario Calderón y denotaban que había seleccionado su presa. Muchas veces había visto esa cara en Ecomoda en presencia de las modelos. Sintió que se le erizaba la piel, sintió repugnancia, sintió que esta vez, ella era la presa.

Mario, al verla, había quedado deslumbrado. Conocía prácticamente a todos los invitados de Cata. Pero nunca había visto esa mujer, y no era fácil que a Mario Calderón le pasara desapercibida semejante belleza. Las aspirantes al reinado de la belleza se habían quedado en la plaza, ¿sería una de ellas?. Lo tenía que averiguar. Poco a poco se fue acercando al buffet.

Betty notaba que Mario estaba al acecho. Buscó a Cata y a Michel, eran su refugio. Cata, aunque atendiendo a sus amistades no perdía detalle de lo que estaba sucediendo. Pidió permiso al grupo con quien estaba hablando y se acercó a su amiga.

Catalina- (cariñosamente) Betty, acérquese a la ventana, disfrute de los fuegos y tranquilícese ¿si?

En ese momento

Mario- Bueno Cata, ¿qué tal? (y directo al grano) ¿Será que me presentas a esta señorita tan bella?
Apretándole el brazo para darle seguridad, Cata contestó.
Catalina- Mario, ésta es la Doctora Paula Franco. Esa bella señorita, como tu dices, es muy amiga mía y además de mi socia, una brillante asesora en inversiones y te pediría..

Cata iba a advertir a Mario de que se mantuviera alejado de ella, pero, éste se interpuso entre Betty y Cata, y prácticamente dándole la espalda a esta última le tendió la mano a Betty
Mario- Mario Calderón. Encantado.

Betty no lograba reaccionar. Además de la situación ya de por sí desagradable para ella, le sorprendió que Catalina la presentara como su socia. Respiró profundamente y en silencio se repetía a sí misma: es el desgraciado de Mario Calderón y no te va a incomodar. Finalmente, estiró la mano e intentando trasmitir la máxima seguridad posible encajó la de Mario Calderón contestando
Betty- Paula Franco. Mucho gusto.

Al fondo se oyeron los primeros estallidos de la pólvora. Betty intentó aprovechar la ocasión para escabullirse, pero Mario Calderón, ofreciéndole el brazo..
Mario-¿Será que me concede el placer de acompañarla al mirador y contemplar a su lado los fuegos pirotécnicos? Aunque, probablemente, al lado de tanta belleza, me va a ser difícil concentrar mi atención en los fuegos.

Betty- Doctor Calderón no quisiera ser la culpable de que se pierda tan bello espectáculo (sonrisa irónica), el de los fuegos, claro. Permiso.

Mario la toma del brazo para impedir que se vaya. Betty se aparta con un sobresalto. Mario se excusa por haberla asustado pero en ese contacto con ella ha sentido un escalofrío por todo el cuerpo. Esa mujer tan bella como extraña rebosa tal sensualidad por todos los poros de su piel que Mario siente una gran atracción.

Al poco de empezar los fuegos pirotécnicos, y sin darle tiempo a Mario a reaccionar, Betty vuelve al lado de Catalina y llevándola a un apartado le pregunta:

Betty-Doña Catalina, me sorprendió, ¿porque me presentó como su socia? No quiero que tenga problemas por mi culpa.
Cata- Mire Betty, aquí nos movemos en el mundo de la belleza. La vida de la mayoría de las chicas que Ud. ve aquí durante unos años, va a depender principalmente de su apariencia física. La Betty que yo conozco, es una persona muy segura en el plano profesional, pero me temo que no tanto en el plano personal y le aseguro que nada tiene que envidiar a ninguna de esas modelos. Presentarla como asesora y mi socia, sólo era para poner mayor énfasis en su parte profesional. Conozco a Mario Calderón. No se acobarda ante un buen cuerpo, Betty, pero sí ante un gran cerebro.

Betty-(esbozando una bonita sonrisa)-Gracias, Dª Catalina, no sé si podré alguna vez agradecerle todo lo que está haciendo por mí.

Terminados los fuegos, Cata, Betty y Michel salían hacia la van cuando Mario se acercó a Betty.
Mario- Doctora Franco, uno de los lugares más bellos de esta isla, y seguramente de mayor diversión es el Arenal, me encantaría que me acompañara y así tendríamos la ocasión de conocernos mejor.
Betty- Lo siento Doctor, pero hoy ha sido un día duro y estoy muy cansada. Prefiero retirarme al hotel. Buenas noches.

Se suben al carro ante la atenta mirada de Mario Calderón. En toda la noche no ha quitado ojo de encima a Betty.

Ya en su habitación, Betty llama a Nicolás para saber como siguen las cosas en Bogotá.
Betty-¿Qué hubo Nicolás?
Nicolás-¿Qué hubo Betty? Problemas, problemas, Betty. Pero claro aquí el empleado está poniendo la cara mientras la jefa se pasea por la playa. Betty, está gente está muy brava. Piensan que Ud.les va a quitar la empresa.
Betty-¿Cómo así, Nicolás? pero ¿no les dijo que yo no tengo ninguna intención de quedarme con la empresa?
Nicolás-Sí Betty, sí, pero, como que esta gente no escucha. Sólo amenaza con procesos penales. Betty, ¿porque no vuelve y enfrentamos todo esto?, mire amiga, que ellos son gente influyente y Ud. y yo estamos muertos si nos enfrentamos a ellos.
Betty- Nicolás, a mí esta gente no me da miedo y ¡No!, No pienso regresar hasta que no termine lo que estoy haciendo aquí. No voy a dejar botada a Dª Catalina. Por cierto ¿Sabe a quien me encontré esta noche en el cóctel? Ni más ni menos que a Mario Calderón. Creí morir al verlo.
Nicolás-Ay Betty pues aquí su alter ego, el cabezón ese del Armando Mendoza está como si alguien le hubiera pasado por encima con el carro.
Betty-(con evidente preocupación) ¿Cómo así, Nicolás? ¿Qué pasó?
Nicolás-No sé Betty, está con la cara hinchada, todo golpeado, pero ¡Beeetty! no me diga que después de lo que le ha hecho el cabezón ese, ¿Ud. aún se preocupa por él?
Betty-(con la boca pequeña) No, no Nicolás,¡ni más faltaba! a mí que me importa lo que le pase a ese tipo. A ver, Nicolás, llame a los abogados de Terramoda y que vayan mañana en mi lugar a Ecomoda. Que digan que no tengo ninguna intención de quedarme con la empresa, pero que no volveré a Bogotá hasta la próxima semana. Tendrán que esperar.
Nicolás-Está bien, jefa, está bien.

Betty se quitó el jersey y los pantalones y se tumbó en la cama, aún con ropa interior. Su mente viajó hasta Bogotá, como siempre, hacia él, hacia ese hombre que a pesar de haberle destrozado la vida, todavía llenaba su corazón. Betty estaba un poco inquieta por lo que le había contado Nicolás. ¿Qué le habría pasado a Armando Mendoza? ¿Será que Marcela Valencia, enfadada por la cancelación del matrimonio, le había destrozado su cara bonita? Betty por un momento, no pudo evitar sonreír ante esa imagen Marcela pateando y pisoteando a Armando por ponerle en semejante vergüenza social-. Pero rápidamente volvió a su cara la preocupación y el dolor. Otra vez volvió a su mente la misma pregunta ¿Porqué?. Ella no merecía esto. ¿Por qué ese plan siniestro entre Armando y Mario Calderón?Mario Calderón. Él era sin duda uno de los grandes culpables de lo que estaba sufriendo, y ahora, por las vueltas de la vida, intentaba seducirla. Betty no podía dejar de pensar que aprovecharse de esa situación sería una venganza perfecta. Con la sensación placentera que le provocaba esa idea se quedó dormida.

En otra habitación del mismo hotel, Mario Calderón, hablaba por teléfono con Armando Mendoza.
Mario-Tigre, ¿qué hubo? ¿Ya han hablado con Betty?
Armando-(con una voz más bien parecida a un quejido) Pues no, hoy ha venido el moelón ese del Nicolás Mora y dice que Betty está fuera de Bogotá y que no volverá hasta la próxima semana.
Mario- Ay hermano, Betty nos la jugó. Oiga hermano ¿y a Ud. que le pasa con esa voz? ¿ah?
Armando-Me estrellé, hermano, me estrellé contra el mundo. Ayer me metí con unos tipos en un bar, me golpearon y me dejaron maltrecho. Ojalá me hubieran matado.
Mario-Pero ¿qué dice hermano? oiga ¿por qué no se viene para acá unos días? y disfr.
Armando- (intentando gritar) No me sea idiota Calderón y deje las bobadas ¿si?. Ud. ya sabe como están las cosas aquí. Mañana nos espera una reunión muy dura, con los abogados penalistas. Mi padre quiere demandar a Betty por la vía penal, y claro, tiene el apoyo de Marcela y de Daniel. Le espero de vuelta lo antes posible, Calderón, su viaje me suena a lavada de manos mientras yo doy la cara.
Mario-Ay no, no me pida ahora que vuelva, no.por cierto, hermano, ¿Vd. sabía que Cata tenía una socia? y ¡¡¡¡que socia, hermano, y que socia!!!
Armando-Ay Calderón que no estoy para sus historias, hablamos mañana ¿si?
Mario-Eso, eso, y ponga a dormir el ogro!

Mario estaba tumbado en la cama. Su pensamiento volaba hacia la terraza del Hotel Santa Teresa, hacia Paula. Si cerraba los ojos era capaz de imaginar su silueta, de sentir su penetrante mirada, de derretirse con su sonrisa; si se concentraba mucho, era capaz de sentir su aroma.
No, Armando, aún tengo cosas que hacer en Cartagena

Betty despertó cuando el sol ya entraba por la ventana de su habitación. Estaba cansada. No había dormido bien. Había quedado con Cata a la hora de comer, y aún tenía tiempo de dar un paseo por la playa del hotel.
Caminaba por la orilla del mar, vestida con unos pantalones cortos celestes y una camiseta blanca de tirantes que dejaba asomar su ombligo, recogió su pelo con una pinza grande, de tal manera que le colgaban algunas mechas hacia atrás y llevaba las chanclas en la mano. Se acercaba al agua, esa agua que en la inmensidad le parecía tan azul ahora, de cerca era transparente y cristalina. Nunca había estado tan cerca, hacía intentos de entrar, pero cuando se acercaba una ola, un cierto temor, un reflejo involuntario la hacía echarse hacía atrás. Como una niña seguía jugando con las olas, entrando indecisa y saliendo, saltando. Mientras alguien, cuatro o cinco metros detrás de ella, sentado en la arena, la estaba observando totalmente embelesado. Estaba fascinado al observar como la bella ejecutiva de la noche anterior parecía ahora una niña. Se recreó un ratito más en esa tierna escena y decidió acercarse a saludarla.
Mario-Buenos días Doctora Franco. Sólo una persona que vive lejos del mar puede tener con él un encuentro tan dulce.
Betty-(Sorprendida en un principio) Buenos días Doctor Calderón. En este viaje he visto el mar por primera vez y creo que mi relación con él es de amor y temor. Visto desde lejos me cautiva pero de tan cerca, me asusta. aunque, no deja una sensación verdaderamente agradable.
Mientras habla Betty sigue dando saltitos, lo que provoca en Mario Calderón una sonrisa divertida. Realmente hay algo en esa mujer que le seduce como ninguna lo ha hecho hasta ahora. Ver sus pechos moverse debajo de su camiseta al ritmo de sus saltos, le excita. Siente incluso la necesidad de cogerla de la mano y dar saltitos con ella, pero no se reprime.

Mario- Bueno, señorita, después de este ejercicio matutino, ¿puedo invitarla a desayunar?
Betty-(duda), bueno, está bien, ¿le parece en esta terraza del hotel? (quería irse, pero no sabe por qué, finalmente aceptó)
Mario-por mi perfecto.

Están sentados uno enfrente al otro, mientras el mesero les sirve el café con leche y unos bollos recién hechos. Betty se siente un poco incómoda porque Mario no aparta su vista de ella ni para mojar los bollos en la leche. En más de una ocasión se mete el bollo seco en la boca al no atinar en la taza.
Betty intentado cortar esa situación que le parece un poco embarazosa y fijando su vista en el bollo señala repetidamente con el dedo hacía la derecha
Mario, desconcertado y mirando a la derecha -¿qué pasa? ¿qué pasa?
Betty- (riendo) No, nada, que su bollo ha perdido cobertura y no acierta en el café con leche.
Mario- perdone Paula, que pena con Ud. Es que no puedo dejar de mirarla. Me pregunto cómo, siendo socia de Catalina y siendo ella la relacionista pública de Ecomoda, no nos hemos visto nunca.
Betty-Es sencillo, mi trabajo consiste en estar en la oficina y detrás de un computador. Muchas veces me ha suplicado Catalina que la acompañe a algún evento y, decididamente, esta vez ya no he tenido el valor de negarme. Pero entre Ud. y yo si este evento me seducía, era porque, por primera vez, iba a estar frente a él.
Mario-¿Él? ¿Quién es él?
Betty-El mar.
Mario-(con una gran sonrisa) entonces démosle gracias al mar, porque por su afán de estar frente a él, la he conocido y disfruto de su compañía.

La facilidad dialéctica de Mario transporta los recuerdos de Betty hacia las tarjetas que cada día le dejaba Armando en la mesa de aquel hueco. Ahora sabe que Mario puede escribir y decir cualquier cosa bonita, sin que su corazón sienta otra cosa que no sea burla. Esa palabrería no iba a funcionar con ella. Betty iba a contestarle cuando Cata se acercó a la mesa

Catalina-Buenos días Mario. Buenos días BePaula. (Cata reacciona al ver que Betty no podía abrir más grandes los ojos)
Mario- Buenos días Cata
Betty-Buenos días Catalina. Siéntese y desayune con nosotros.
Catalina- No Paula, gracias. Mirad quien viene por ahí. Bonjour Michel

Michel- Bonjour
Michel le da un beso a la mejilla a Cata y después, se acerca a Betty por detrás y poniéndole una mano en la cintura, le da un beso a medio camino entre el cuello y la mejilla que la hace estremecer. Mario se da cuenta y eso le revuelve el estómago; el beso del francés a Paula no era como el que le dio a Catalina. Se queda pensativo: Hermano, eso no fue un beso de simple amigo. Cuidadito con el francés. De pronto se da cuenta de su reacción. Pero Mario, hermano, ¿estás celoso?.
Cata que no es ajena a la reacción de Mario. le pasa la mano por delante de los ojos
Catalina- Mario, ¿donde estás?
Mario- (riendo) Ay perdón, me perdí en mis propios pensamiento.
Michel- Paula, a las 1,30 la espero en el lobby para llevarla al almuerzo.
Cata- Paula ya sabe que vamos a la finca del director del Certamen de Belleza, es un almuerzo informal.
Betty-Si Catalina, ¿Ud. no viene con nosotros?
Cata-No Paula, Ud. va con Michel y nos vemos allí.

Cata y Michel se despiden de Mario y Betty. Ésta se levanta de la mesa, pero Mario, cogiéndole la mano le pide que por favor se quede. Betty aparta la mano con cierta brusquedad, no soporta su contacto. Mario no la puede dejar ir, siente un vacío en el estómago ante la incertidumbre de cuando la volverá a ver.
Mario-Paula, ¿dónde va Ud. tan rápido? No me diga que me va a privar tan pronto de su compañía, Dígame cuando la volveré a ver.
Betty- (seria) Doctor Calderón, ¿o debería llamarle Mario? Tengo algunas cosas que hacer antes de encontrarme con Michel. Si no le importa cualquier día de estos nos vemos otra vez por la playa. Ya sabe Ud. de mis aficiones matutinas.
Betty se retira en dirección al lobby del hotel. Nota como Mario Calderón aún la sigue con la mirada. Eso la desconcierta. No quiere pensar en ello, pero una duda la asalta. Por un momento, por un instante, le pareció ver en la cara de Mario Calderón la sombra de los celos. La sensación que le daba esa apreciación tenía un sabor agridulce. Por una parte quería a Mario Calderón lejos, muy lejos de ella. Por otraayyy, por otra estaba el dulce sabor de la venganza

Después de pasear por Cartagena y comprar unos regalitos para sus padres y para Nicolás, Betty regresa a su hotel, se pone una falda larga y estrecha, estampada con grandes flores azules y blancas y con una gran abertura en la parte delantera; arriba, lleva un top blanco sin tirantes debajo de una camisa muy transparente atada con un nudo a la cintura. Lleva unas sandalias planas con tiras blancas. El pelo rizado, suelto y unas mechas recogidas detrás con una pinza le da un aire desenfadado. Bajando las escaleras del hotel ve a Michel que le hace señas desde la puerta. Éste se acerca a ella, le da la mano, la besa tiernamente en la mejilla y ambos se dirigen, cogidos del brazo hacia el BMW convertible blanco mientras Michel le susurra al oído lo bella y radiante que está.

Mario Calderón, sentado en un sofá del lobby, había observado el encuentro. Pensativo, con la cabeza entre las manos no entiende que le pasa con esa mujer: Mario Calderón, hermano, reconócelo, sientes y padeces toda clase de sensaciones distintas ante esa mujer y eso te tiene totalmente desconcertado. Nunca habías conocido una mujer como Paula. Ella transpira sensualidad, provoca ternura, rebosa inteligencia y no parece consciente de ello. Es sin duda una mujer independiente y sin embargo sientes la necesidad de protegerla. Tienes que apartarla de ese pegajoso francés.Dios mío! ¿Mario, hermanooo qué te pasa? Esta mujer te tiene sorbido el pensamiento. Estás en un certamen de belleza, donde hay guapas mujeres a raudales y tú te has obsesionado con una de ellas. ¿Estás enfermo?. no, no, sabes que esa no es la palabra. pero ni te atreves a mencionarla

Su pensamiento voló hacia su amigo del alma, Armando. Ahora sabía perfectamente como se sentía su amigo. Si la simple posibilidad de no volver a ver a Paula le mataba, ahora entendía que su amigo quisiera morirhaber tenido en tus brazos a la mujer que amas haberla hecho el centro de tus atenciones, de tus besos y de tus caricias , haberla sentido tuya y haberte sentido suyo y . al final.. perderla. Él no había tenido nada de eso con Paula, pero no quería ni pensarlo. Por primera vez un sentimiento de culpa le oprimía el pecho. Se sentía fatal.

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