¡AQUÍ NO HAY QUIÉN VIVA! ... ¿O SÍ?

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Por Patri

Capítulo 1: Un ático dúplex de lujo, un renegado y una prima lejana

Se levantó de muy buen humor. ¡Por fin su padre había entendido que necesitaba su propio espacio! No había sido nada fácil... Tuvo que ponerse en la piel de don Hermes y entender que no quería que se fuera de casa. Le costó varios días hacer entender que necesita un cambio en su vida. Don Hermes, por su parte, estaba muy triste. Apenas había dormido en toda la noche. No que su hijita del alma saliese sola a un mundo que no conocía y en que quería pululaba gente malévola e hipócrita.
DH: ¿Usted la oyó, Julia? ¿Usted la oyó? –Se paseaba de un lado a otro del salón con el periódico del día anterior bajo el brazo– No hubo manera de convencerla... Mi Betty, que siempre ha sido una niña de su casa ahora se quiere ir a vivir sola. ¡A saber lo que quiere hacer ella en un apartamento!
DJ: ¡Ay, Hermes! No sea cansón... Nuestra Betty es muy buena muchacha... No va a hacer nada malo –ponía sobre la mesa los platos para el desayuno mientras aguantaba estoicamente la cantaleta de su marido– Además la zona en la quiere vivir es de muy buen renombre. Nunca he oído que allá pasen cosas raras. Es una zona residencial con gente muy decente. Emilia, la hija de Aurelia, dice que su jefe y su familia viven allá y que están muy cómodos.
DH: Lo que nunca debimos hacer es dejarla ir a Cartagena con esa señora... ¡comosellame!
DJ: Catalina Ángel, m'hijo...
DH: ¡Eso! –Se sentó mientras se ponía una servilleta al cuello. De repente la miró con desesperación– A ver si es que hizo algo indebido en Cartagena y nos trajo un nieto...
Betty entró en ese momento en el comedor y oyó la última frase.
B: ¡Papá! –En tono recriminatorio– ¿Como dice eso?
DJ: Su papá ya ve fantasmas donde no los hay, mamita. Cree que usted se quiere dizque que para estar todo el día de fiesta por ahí con unos y con otros.
B: ¡Papá! –Le volvió a recriminar mientras mordisqueaba una tostada con mermelada.
DH: ¡No! Es que aún no me explico por qué quiere hacer esto... Usted tiene su cuarto, su casita... ¡Y tampoco entiendo por qué tuvo que volver vestida así! Parece una bailarina de esas que salen en los programas de televisión...
B: Exagerado... –no quiso contestarle más, aunque se quedó con ganas. No echar más leña al fuego. Tomó el periódico que antes tuviese su padres en sus manos y lo abrió– ¿Vio, mamá? Es un ático dúplex con cinco habitaciones, salón, cocina con isla, tres terrazas, cuatro cuartos de baño y tengo derecho al trastero del edificio ya la plaza de garaje.
DJ: Sí, mamita... Pero, ¿para qué quiere tantas habitaciones? Si va a vivir usted sola...
B: ¿Eh? –No supo que contestar a aquello; aún no les había dicho la verdad. No les había contado que Nicolás viviría con ella, ni que su prima Ángela y su hijo también.
DH: ¿Vio eso, Julia? Algo raro quiere hacer esta muchachita. Que el dúplex tiene más de 350 m2. ¿Para qué quiere tanto espacio para ella sola?
B: Para... ¡Para cuando ustedes quieran irse para allá! –Reaccionó ante las acusaciones – Y para cuando vengan las tías Pinzón, papá. A veces no aguantan estar aquí...
Don Hermes no se quedó completamente con la explicación que le dio su hija, pero no quiso ahondar más en el tema. Ya la vigilarían cuando estuviese instalada en su nueva casa.

Betty salió de casa y se encontró de frente con Nicolás.
B: ¡Quiubo, Nicolas! ¿Cómo es que no entró a atiborrarse en casa? –Metió las llaves en la cerradura del carro y entró.
N: ¡Quiubo, Betty! No quise entrar porque pensé que le había dicho a su papá que nos íbamos a mudar al dúplex... –se rascó la cabeza y entró en el auto.
B: ¿Cómo cree? Se lo diré cuando nos mudemos ya. Preferiría ahorrarle a usted ese trago...
N: Y... ¿ya le dijo lo de su prima Angelita?
B: No, aún, no... –arrancó y se dirigieron a Ecomoda– No quiero ni imaginar lo que dirá cuando se entere que Ángela le puso los cachos al marido y por eso se fue de su casa. ¡Y encima me viene con el paquete del niño! Pero es que no tiene dónde ir...
No sabía mucho de la vida actual de Ángela. Hacía siete años que no la veía y lo que más recordaba era su acento andaluz y lo bruta que podía llegar a ser; había nacido en Sevilla (pues su padre, José, era español) y vivió muchos años allí. Pero sus padres, se trasladaron a Colombia y vivía en Girardot con su marido. Pero cuando éste descubrió que se estaba acostando con su jefe, la echó de casa. Ángela no tuvo más remedio que irse a vivir con sus padres, que no la recibieron bien. La dejaron vivir en su casa hasta que encontrase un trabajo y un lugar dónde vivir. Era una suerte que Dorita, la madre de Ángela, no le contase a Doña Julia la situación de su hija. Dorita y Doña Julia eran primas y se querían mucho, pero quizás la primera encontró demasiado bochornoso contarle aquello.
N: Y, ¿es guapa?
B: Nicolás, no empiece... No creo que Ángela sea de su gusto... Además, ¿dónde quedó su amor eterno por la "Peliteñida"?
N: Betty, usted comprenda... ¡Necesito más opciones! Estoy diversificándome –y comenzó a reír con su característica risotada.
Betty también rió. Estaba muy contenta por el paso que iba a dar. Sabía que echaría de menos a sus padres. Pero también quiso experimentar estar alejada de ellos durante un tiempo. Llegaron a la empresa y entraron. Como siempre, Mariana estaba ausente y Betty suspiró resignada una vez más. Cuando llegaron al área administrativa vio al cuartel reunido en comité alrededor del escritorio de Aura María.
B: ¡Buenos días, muchachas!
AM: ¡Ay, buenos días, m'hija! ¿Pa 'cuándo se muda usted? Tendrá que organizar una fiestecita, ¿no? Invitar a papacitos bien ricos, de esos que menean las caderas en las discotecas...
Ma: ¡Sí, Betty! ¡Esto hay que celebrarlo! Una no se independiza de los papás todos los días...
Sa: ¡Pero que los güeritos sean bien altotes, Betty! –Puso la mano por encima de su cabeza.
B: Pero, muchachas... ¿Cómo voy a hacer eso? Yo las invito un fin de semana a tomar un tintico ya charlar...
AM: Aburrida...
I: ¡Niñas! Betty tiene razón... Si se va a una casa a vivir sola querrá tener tranquilidad y ustedes quieren convertir su nueva vivienda en un bar de carretera...
Betty pensaba para sí que no estaría sola en ningún momento. Nicolás, Ángela y el niño vivirían con ella. Pero al mismo tiempo estuvo haciendo números y se percató de que no sabía cómo iba a conseguir llegar a fin de mes. Quería dar una parte del sueldo a sus padres; otra se le iría en impuestos, contribuciones y el mantenimiento del carro. ¡Y el alquiler del dúplex ascendía a casi 10 millones de pesos colombianos! Y, además, debería tener que comer y sus propios gastos personales de ropa, aseo, gastos de luz, agua, gas, etc. Por suerte, Nicolás la ayudaría; pero Ángela no podía aportar nada. Apenas tenía para llegar a Bogotá. Es más, sería ella quién debería que ayudar a su prima y al niño hasta que consiguiese un trabajo para poder mantenerse.
Nicolás ya sabía cuál era su mayor preocupación; le notaba en la cara que algo no iba nada bien y le propuso la mejor idea que encontró.
N: Betty, en el dúplex hay dos habitaciones libres, ¿no?
B: Sí... ¿Por qué lo pregunta? –No sabía dónde iba Nicolás.
N: Podría... alquilárselas a alguien...
B: ¿Qué? –Le preguntó muy sorprendida– No, Nicolás... Una de ellas sería para mis papás... Además, no conozco a nadie que necesite una habitación. No quiero que meta allí cualquiera...
N: Podríamos publicar un anuncio en el periódico. Piénselo, ¿sí? Podríamos repartir los 10 millones entre cuatro hasta que su prima pudiese aportar algo. ¡Y entonces lo haríamos entre cinco! Y usted no andaría tan ahogada. Es que si no quiere alquilarlas va a vivir peor que cuando era el asistente del explotador negrero cabezón del Mendoza ese...
B: ¿Quiere dejar de hablarme del cabezón? Si ya nos queda poco para dejarmos de verlo... –rompía papeles para tratar de tranquilizarse– Qué ganas, por Dios...
N: Pues él parece muy contento con que estemos aquí...
B: ¡Porque le falla esta! –Se dijo a la cabeza con un bolígrafo.
N: Por cierto... Ayer oí discutir a los señores Mendoza con él. No sabe cómo le estaba poniendo el padre... Le decía todo menos bonito... –sacudía una mano.
B: Es que es lo mínimo que se merece... Don Roberto es muy buena persona y tuvo como hijo a un animal estúpido que arruinó su empresa. Con mi ayuda... –empezó a sentirse de nuevo culpable.
N: ¡Bueno, no pensemos en eso! Voy a poner un anuncio en los principales periódicos del país. ¿Qué le parece "Se buscan dos compañeros de piso limpios y ordenados para compartir ático dúplex. 2 millones de pesos de alquiler cada uno. Absténganse degenerados y pervertidos "? Daré el número de teléfono de mi casa para que puedan llamar y ponernos de acuerdo con las personas que quieran ver el ático. En seguida lo vuelvo a redactar para dar más detalles acerca del ático. ¿Qué le parece?
B: Genial... Porque mañana nos mudamos. Yo ya tengo mis cosas casi empacadas...

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