CAPITULO 3 EN OTRA PARTE....

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Mientras tanto... A miles de kilómetros de distancia está Londres. Una bella ciudad ubicada en Inglaterra, Europa. Aunque, no es como tú lo conoces, la ciudad está destrozada física y emocionalmente. Las calles son estrechas, el lugar, las plazas, es igual de silencioso y lluvioso como Nueva York, pero algunas casas están destruidas. La ciudad de Londres todavía sigue en construcción, aun, después de 2 décadas bajo ataque.

Ya son las 1:40 de la mañana y, obviamente, no iba a haber casi ninguna alma a estas horas. Sin embargo, era un error. Al fondo de un callejón, a oscuras, había 5 hombres. Los 4 hombres llevaban sacos y pantalones azules. El primero era un hombre mediano de 55 años. Traía unos ojos cafés y un pelo negro, al cual, que se le notaba algunas canas. El segundo era delgado. Traía una cicatriz ojos negros, un cuchillo, un bigote muy fino y una corbata. El tercero era el más chaparro. Se parecía a los dos hombres, sin embargo, sin cicatriz y cuchillo. La única diferencia era que traía un sombrero y una botella de whisky rota. El último se veía el más peligroso. También, se parecía a los otros, pero el único gran defecto es que era el más alto y, se veía, el más fuerte

Sin embargo, el quinto hombre era diferente a los demás. El quinto hombre traía un esmoquin y zapatos negros, un sombrero de copa, un pantalón negro, un bastón con forma de paraguas y un monóculo. Aunque, sonaba como si fuera un viejo gordo de 62 años, este era diferente. El hombre no parecía que hubiera llegado a los 35 años, era delgado y un poco alto. Aun, con el sombrero puesto, se le notaba que tenía el cabello peinado y café. Entonces, uno de los hombres del saco azul exclamó:

-Al fin, encontramos al hombre que nos ha causado tantos problemas -exclamó el hombre con un acento italiano— y nos ha dejado sin ningún.

-Creo que es hora de justicia propia-dijo el más grande apretando sus puños.

-he, he, he-rió el tipo con esmoquin.

-¿de qué te ríes?, Idiota-dijo el más pequeño.

-de nada- dice el tipo con esmoquin con un poco de emoción- Nada más, pienso... que podríamos solucionarlo de una manera... como decirlo... menos violenta.

-¿¡que!?, acaso ¿te estás rindiendo?- dijo el mediano con tono burlesco.

-no, para nada.-dijo el tipo de esmoquin con más entusiasmo- Solo creo... que podríamos ir a un lugar como el London tower... Él... ¿Palacio de Buckingham?... no lo sé, pero reflexionen están en Londres una ciudad bonita ¿conoces a alguien que no ha estado en Londres?.

-si, - musito el menor- y muchos de ellos están en la cárcel por tu culpa.

-perdona, no obstante ¿en qué les puedo ayudar?.

-¡EN QUE TE MUERAS!- dijo el más grande furioso.

-¿yo?.

-¡SI TÚ!- exclamó furioso, de nuevo, el más grande.

-ah... No entendí el mensaje.

Esa fue la gota que derramó el vaso, a la paciencia del hermano más grande. El más grande fue rápidamente hacia el tipo de esmoquin. Pero, fácil, y elegantemente, lo esquivó y le puso.

-uy... ¿Estás bien?-dijo el tipo con esmoquin.

-¡A él!-dijo el más pequeño.

El mediano fue por él con toda fuerza que trató de derribar con una tecleada al lado del cuchillo. Sin embargo, el tipo con esmoquin levantó su bastón, defendiéndose muy hábilmente como si fuera un maestro en la esgrima.

-¿qué?, pero¿cómo?-dijo el hermano confundido.

Pero, sin darse cuenta, ya lo habían desarmado. Así que, decidió pegarle en la cara, como si fuera un abuelo de 78 años, el tipo con esmoquin. Y, para golpe final decidió pegarle entre las piernas. Hubo un grito, o aullido, silencioso que hizo que cayera de espaldas y detrás de él estaba el primer hermano con una pistola apuntándole. Luego de eso, disparó...

Sin embargo, por suerte, hábilmente el tipo con esmoquin la evitó. Y antes de disparar otra bala; el tipo con esmoquin usó el gancho de su bastón para mover el brazo del hombre hacia la izquierda. Disparándole a su hermano, el más chiquito, al pie (que se acercaba hacia ellos) cayendo y tapándose la herida. Luego, el de esmoquin le pegó un gancho derecho hacia el mafioso. Y, aunque ya había derrotado a casi todos, solo faltaba uno más. El más grande, estaba parándose después de haberse dado un santo golpe en la cara. Cuando ya estaba de pie, al más grande le estaba sangrando una ceja y se le notaba el doble de enojo y odio hacia el tipo con esmoquin. Pero, para evitar más golpes, el de esmoquin levantó su bastón y presionó un botón que estaba escondido en el gancho del bastón. Y de ahí salió un dardo tranquilizante. Después, de unos segundos el grandote cayó dormido.

-y así fue como derrote a la mafia de los hermanos Giovanni-dijo el tipo con esmoquin en tercera persona.

Pasaron unos 15 minutos para que llegara la policía, una ambulancia e incluso algunos periodistas. Cuando llegó la policía se encontró a los hermanos Giorvannos, con cinta adhesiva amarrada de pies a cabeza, acostados. La policía tomó a los hermanos Giorvanno y los llevó a una camioneta grande. Uno de los hermanos, antes de entrar a la camioneta, exclamó furiosamente lo siguiente:

-nos vengaremos, Pringao.

-Bye, adiosito, chau, arrivederci, chaito, cuidense-dijo el tipo con esmoquin burlándose de ellos.

En menos de un segundo (luego, de haberse burlado de ellos) unos cuantos periodistas llegaron a él. Rápidamente, le empezaron a hacerle preguntas como:

-señor Hopkins ¿cómo logró detener a la gran mafia italiana de los hermanos Giorvanno?-dijo una señorita con lentes, de 25 años, sosteniendo una libreta.

-¿Cómo dedujo, con exactitud, que estarían aquí en Londres?-dijo un hombre de 65 años, al cual traía un sombrero y una cámara.

-¿Qué es lo siguiente que hará?- Dijo, otro, periodista que usaba lentes y,al igual que otro, un sombrero.

-primero que nada,-dijo el tipo con esmoquin- hola ¿cómo están? . Segundo... Derrotar a los hermanos Giorvanno no fue fácil. Me tomó casi 5 años encontrarlos y derrotarlos uno por uno. También, localizarlos, si fue fácil; de hecho, hice que ellos vinieran por mi. Y, para el toque final, ahorita me iré a mi casa a dormir y descansar... Pero, estén alerta tal vez yo descanse, pero el crimen nunca. 

Buenas Noches.

El viaje de Nicolas Harpert y Robert Hopkins. "El inicio: El asesinato"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora