4 paredes.
Estiro mis brazos al escuchar esa familiar voz despertarme con persistencia. Espérame. No te desesperes.
Días vacíos.
Me pregunto qué es esta sensación, está volviendo de nuevo. Me provoca escalofríos.
Oh, ya entiendo.
De nuevo entré a una rutina, pero no es precisamente una buena. No me estoy divirtiendo.
Creía haberme sentido mejor luego de poner fuerza, pero parece que nadie notó mis intenciones.
Las palabras se ahogan en mi garganta, ¿por qué no puedo hablar?
Inválido. Incorrecto. Prohibido.
Quejarme no está permitido, mis sentimientos van a ser metidos a una bolsa, nuevamente, como sucede desde hace tantos años.
Podría acostumbrarme. Podría pretender que es algo normal.
Soledad.
Se siente bien estar fuera del alcance. Se siente bien estar aislada. Aunque así no lo dicta la maldita sociedad.
Miedo.
Ellos parecen ser sinceros, ¿pero por qué siguen tratando mis sentimientos como algo poco importante? Con la duda me quedo.
Shhh.
No debes decir nada.
Sólo debes quedarte callada.
Hablar lo hará peor, ¿no lo recuerdas?
Serás una víctima si hablas.
Alma vacía.
Eso, eso... Reprímelo todo. Hasta que no quede nada fuera. Obedece lo que te decía.
Vuélvete a caer. En el suelo nadie va a mirarte, ni siquiera para ayudar.
Quédate ahí. Nunca más demuestres que en verdad te afecta. No hables. No rías.
Inválido. Inválido. Inválido. Inválido.
Cuando te ven alto, van a derrumbarte nuevamente.
Pero tú lo decidiste, lo hiciste, y agradecieron. ¿Entonces por qué te quejas?
Bondad. Bondad. Bondad. Bondad.
Deja de ser tan vulnerable. Ellos jamás te dirán que serlo está bien. Ellos siempre te van a juzgar. Ellos siempre te van a reprimir.
No.
No.
No.
No.
No.
¿Debo estar acá, cierto? Sí, yo pertenezco acá.
No.
No.
No.
No.
No.
¿Cuándo vendrá alguien a sacarme? ¿Cuándo me iré de acá?
Jamás.
Jamás.
Estarás ahí hasta que decidas acabar con todo. Y eso será cuando colapses.
Mientras tanto... No dejes que lo noten.
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