¿Tienes miedo a los insectos?

I

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Me senté en clase, muy aburrido y bastante molesto y asustado por el fantasma sentado en la esquina mirándome. '¿Qué demonios esta haciendo?' Resoplé molesto y apoyé la cabeza en mis brazos, cerré los ojos y suspiré profundamente. Esta cosa de "ver fantasmas" a veces se vuelve realmente molesta.

"Me alegro de no tenerlo entonces." Llegó una voz simple y monótona que resonó en mi cabeza. Miré al chico de cabello rosado que estaba sentado al frente, sin desviar su atención del frente. '¿¿Me escuchas??' Pensé. "Obviamente. Tus pensamientos son muy ruidosos." Dijo con una voz molesta- pensamiento-telepatía ... Cosa. "Wow. Muy creativo. Podía escuchar los engranajes girando en tu pequeño cerebro sin telepatía".

Hice un puchero levemente. "Eres tan mansa, Saiki." Lo miré y suspiró antes de deslizarse un anillo en su dedo medio.

La campana sonó poco después y agarré mi bolso antes de salir para ir a preguntarle algo a un fantasma.

Gemí después de que el tercer espíritu rechazara mi solicitud de ver de qué color era la ropa interior de una niña. "Pervertido." Llegó la voz telepática de Saiki que usa con regularidad. Caminó a mi lado y yo troté un poco para alcanzarlo. "Bueno, lamento ser curioso." Dije, poniendo una mano en mi pecho y fingiendo ofensa.

"La curiosidad mató al gato, si es que no lo sabías". Él dijo. Hice un puchero y seguí caminando con él. "Nunca has hecho eso antes. Es extraño." Dijo, mirándome. "¿Hecho qué?" Pregunté, genuinamente confundido. "He hecho ese extraño puchero que Chiyo hace cada vez que no consigue lo que quiere". Su voz insinuaba disgusto, pero no mucho. Oh. Ese. "No sé. ¿Acabo de empezar a hacerlo, supongo?" Me encogí de hombros.

"Bueno, no lo hagas. Es extraño." Hice un puchero de nuevo y él me miró. "¡Lo siento! ¡Lo siento! Hábito, supongo." Me reí nerviosamente. Resopló, obviamente molesto, pero no se teletransportó de regreso a casa. Simplemente siguió caminando conmigo.

Recientemente, Saiki y yo nos hemos acercado un poco más. Creo que ahora me ve como un amigo. "No cuentes con eso."

"Maleducado." Llegamos a su casa y me dejé caer en su cama después de que su madre sollozara diciendo '¡Dios mío, Ku tiene un amigo! ¡Es un milagro!'. Debería llamarlo Ku algún día y ver qué pasa:
"Hazlo y te incineraré". Llegó la amenaza muy amenazante de Saiki. "Está bien. No lo haré." Dije, un poco asustado.

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