Capítulo 1

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—¿Es esto totalmente necesario? —preguntó Samantha fastidiada.

—Absolutamente —le respondió su madre seriamente mientras terminaba de poner la mesa para la cena.

—¿Por qué de pronto mi padre quiere verme? —se quejó la chica apoyando la cabeza sobre la mesa, en gesto de frustración. 

—Porque... sabe que ya eres casi mayor de edad —contestó la mujer también fastidiada, pero no por la situación, sino por la actitud de su hija. 

—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Acaso mi edad es una condición para que le den ganas de verme?

—Sí, Samantha, así es. Y, por más que no te guste, mañana vas a viajar a Seúl y punto final —terminó su madre caminando hacia la cocina. 

—¡Ni que me gustara ese estúpido país! —gritó la chica subiendo las escaleras de su casa para dirigirse a su habitación. 

En el camino, se topó con sus dos hermanos, que se encontraban correteando de un lado al otro en medio de una pelea. 

—¡Devuélveme mi teléfono, Hannah! —gritó el menor mientras corría intentando alcanzar a su hermana. 

—¡Solo lo necesito un segundo! —se quejaba la mayor, intentando usar rápidamente el teléfono de Lucas.

—¡Tú tienes el tuyo, no seas envidiosa! 

—¡Pero el mío no tiene juegos, no seas egoísta!

—¡¿Pueden callarse de una maldita vez los dos!? —gritó Samantha desde su habitación.

Cerró la puerta de un portazo y se quedó en su habitación pensando en una buena manera de escaparse de su familia, o al menos de volver antes de lo planeado de su viaje a Corea del Sur.

¿Por qué tenía que viajar, en primer lugar? Ella jamás había salido de Australia y no quería hacerlo. Mucho menos si se trataba de ir con sus dos hermanos menores a visitar a su padre y hermano mayor Christopher. 

Ella ya tenía veinte años y, según su madre, la empresa que manejaba su padre necesitaba un heredero y su hermano no cumplía con los requisitos para serlo porque estaba estudiando una carrera universitaria sin relación al rubro. Entonces él la necesitaba. Después de siete años sin contactarse él, necesitaba su ayuda, pero ella no estaba segura de si quería brindarle sus servicios sin pedir nada a cambio. 

El aeropuerto estaba repleto de gente, y Samantha odiaba a la gente. El simple hecho de ver personas que no conocía, aglomeradas, gastando aire y haciendo ruido, le molestaba. 

Pero, de todos modos, era muy difícil encontrar algo que no le molestara. Toda su familia sabía que ella era una chica muy pesimista y gruñona, ella también lo admitía abiertamente, entonces intentaba evitar toda situación que ponga en juego el poco buen humor que conservaba.

Se cruzó de brazos fastidiada, vigilando a sus hermanos de cerca para que no se dispersaran en el caso de que su avión saliera pronto. 

—¿Recuerdas cómo hablar en coreano, Sam? —le preguntó Hannah con una sonrisa traviesa.

—Por supuesto que sí, ¿tú no? —respondió ella con una ceja levantada. 

—Perdí la práctica, hace mucho que no lo uso —se quejó la menor mientras sujetaba su teléfono con aburrimiento.

—No necesitas usarlo, después de todo solo vamos a ver a papá y a Chris —contestó Samantha levantando los hombros. 

—Tal vez tú sí, pero yo sigo en mi búsqueda de mi chico o chica ideal —Hannah soltó una risa pícara y apartó la mirada de la de su hermana mayor.

MONTÓN DE PECAS ✦ LEE FELIX Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora