Capítulo 5

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-¿Qué hacés? –le dijo Pedro. De alguna manera tenía que conseguir que Amelí aceptara una cita. Aun así fuera lo último que haga. Solo iba a quedarse tres semanas en San José. Más no iba a soportar a su familia, principalmente a sus padres. Y tampoco ellos se lo iban a permitir.

"¿Cómo qué hago? Irme a dormir" pensó. Pero si le decía eso iba a quedar como una chica antisocial, aburrida, antisistema. Por alguna razón no quería que Pedro tuviera esa impresión.

-Voy a ir al bar con unos amigos.

"¿Qué fue lo que dije? Uh dios, Helena sálvame"

Marcó el número de su amiga. Necesitaba explicarle rápidamente que había cambiado de parecer, por arte de magia. Debía avisarles a sus abuelos y buscar que ponerse. Todo eso en menos de media hora.

-Hele hola, sí, soy yo. Cuchá, voy a salir. Si... sí. No sé, me dieron ganas antes de comenzar los exámenes finales de la escuela. Está bien, en 20 estoy ahí. Te quiero.

Tendría que explicarles todo a sus amigos esa noche. La iban a notar extraña, nerviosa como testigo falso que va a declarar.

Buscó en su placard la ropa de salidas. Era lo único que mantenía ordenado de ahí dentro, además de sus jeans y sus buzos. Lo demás siempre era un bollo y adentro. No sabía cómo iba a sobrevivir sin el orden de su abuela el año próximo.

Sonó el chat de Facebook. "Pedro, me había olvidado por completo". Corrió hasta su escritorio.

-¿Posta? Yo también. Nos vemos ahí J

Suponía que eso iba a pasar. De ahí venia el ímpetu de su repentino cambio por salir. Quería verlo. Aun no entendía muy bien porqué. Pero desde la tarde, desde el momento en que notó la extraña cercanía de su abuelo y Pedro se había empeñado en no dejar de pensar las posibles conexiones de esos dos.

Se vistió con su short colorado preferido. Amaba el color rojo. Le transmitía poder, audacia. Todo lo que necesitaba para esa noche. Buscó entre todo el desorden su top negro y su campera de jeans. Se puso un poco de rimmel y labial rojo. Debajo de la cama estaba su cartera y sus sandalias. Ya estaba lista.

-Abuelo voy a ir con Hele y Lucho al bar. ¿Me podrías alcanzar?

-Pero que nieta más linda nos tocó Nora. Igualita a su mamá. Vamos, te llevamos los dos.

En la camioneta, camino al bar, que quedaba a pocas cuadras, Amelí iba repasando todo lo que había sucedido hasta ese momento. Presentía algo. Sentía que algo iba a pasar. Que después de Pedro, todo iba a ser diferente.

-¿Sabías que el color favorito de tu mamá era el rojo? A ella también le gustaba ponerse esas argollas en las orejas.

-Carlos nunca entendiste nada de la moda, mi amor. Hija ¿precisás que te vengamos a buscar?

-No abu. Ahí están Hele y Lucho. Los quiero.

Estaban Helena y Lucio esperándola, y detrás de ellos, parado con una camisa celeste que resaltaba sus ojos verdes, y su estilo tan desfachatado estaba Pedro.

"Ojalá no me vea" pensó.

-¡Amiga que hermosa estás! Vamos que el viejo nos guardó la mesa solo porque le pedimos. Es que somos sus clientes fieles, por eso. Estás helada Ame. ¿Estás bien?

-Si Hele. Bah no. Les tengo que contar algo.

-Para para, antes que nada. ¿Vieron el bombón que estaba parado ahí afuera?

-Es el hijo de los Martinelli. El más chico.

-¿Cómo sabes eso Luchito? Si nadie los vio a ese par de copetudos.

Cerca de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora