Capítulo 7

3 0 0
                                    

Había dormido dos horas debido a que el velorio comenzaba a las 8am. A pesar de que no sentía nada por Justina, le rompió el alma ver a sus ex suegros partidos a la mitad, en una estado completo de shock. Le repetían una y otra vez que desconocían totalmente el estado de su hija. La notaban rara los últimos días pero como hacía tiempo que no vivía con ellos no podían saber a ciencia cierta qué era lo que le estaba pasando. Jamás se imaginarían que su hija en realidad era una adicta.

Vio al hermanito de Justina que parecía no notar lo que estaba ocurriendo. Pedro deseó volver a ser un niño. Cuando sos chico no te enteras de lo que ocurre en tu mundo, solo estas para jugar y para admirar a tus viejos. O eso era el común de los niños.

También se encontró con sus viejos amigos del secundario. Todos estaban tan diferentes a como los recordaba. Se había quedado con la imagen de un grupo de chicos de 15 años, momento en el que nadie sabía nada de la vida. Habían pasado 8 años desde aquel entonces y podía ver como sus compañeros eran signos de que la vida te cambia. Algunos llegaron con sus hijos, a pesar de que tenían poco más de 20 años. Otros tenían la cara cansada, sobre agotada, posiblemente de trabajar o por estudiar. Algunos estaban más gordos de lo que se acordaba, otros más delgados. Pero todos estaban diferentes.

Advirtió en una esquina a su mejor amigo de la secundaria, Nano. Era el único que no se había acercado a saludarlo. Y tampoco se había acercado al cajón a despedir a la difunta. Pensó que quizás estaba en shock.

-Ey, Nano. Tanto tiempo. ¿Cómo estás?

-Yo la maté, yo la maté.

Nano no paraba de temblar y repetir una y otra vez, casi como un susurro. Estaba atravesando un ataque de pánico. Pedro sabía cómo tratar esos casos. Cuando era chiquito los sufría todo el tiempo por culpa de un accidente que había tenido.

Lo llevó hacia afuera, para darle un poco de agua y dejarlo que respire aire fresco. Aunque era una mañana nublada y algunas nubes evidenciaban que pronto llovería, lo llevó a caminar un poco hasta la plaza.

Se sentaron en un banco. Ambos en silencio. Cada uno inmersos en su mundo de ideas, en sus pensamientos. Intentaban casi no respirar o al menos no hacer ruido con su respiración. No querían molestar al otro.

Habían pasado 8 años desde aquella noche en que Pedro los encontró besándose.

Era el cumpleaños de Nano y como siempre lo festejaban en su casa quinta donde tenía su piscina y un gran patio para reunir a más de 200 personas. Sus fiestas de cumpleaños siempre eran un éxito y todo el mundo quería venir.

Conoció a Pedro cuando tenían 6 años. Y desde ahí eran mejores amigos. Nano era nuevo en el pueblo, y nadie quería acercarse a él. Pedro fue el único que lo invitó a jugar a la pelota después de la escuela, y desde ese día, habían merendado juntos todas las tardes, incluso ya cuando estaban en la secundaria. Como era hijo único, lo consideraba como su hermano.

Recordó cuando Pedro se puso de novio con Justina. Se lo veía diferente, como más grande, más maduro. Nano sintió miedo de perder a su único amigo, a su hermano del corazón. Sentía celos de Justina porque las tardes ya no eran de amigos sino que ahora se le sumaba una chica.

Nano sentía que nunca nadie se iba a enamorar de él. Mientras Pedro era el carilindo, amado por todos, él era el flacucho que no hacia deportes y se la pasaba jugando videojuegos en su PlayStation. Y Justina era la típica chica de la cual todos estaban enamorados o todos querían darle un beso. Pedro se la había ganado de mano y eso había herido su ego.

La noche de su cumpleaños vio a Pedro alejarse un poco con un grupo de amigos, y notó que Justina estaba yendo al baño. Era el momento perfecto para declararle su amor y ponerle un ultimátum: o dejaba a su amigo y mantenía una relación con el o mostraría a todos fotos de ella desnuda posando frente al espejo que había robado de su cuenta de Facebook. Era un poco de extorsión pero no tenía otra salida. Esa chica debía ser de el a cuesta de perder su gran amistad con Pedro.

Cerca de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora