El almanaque marcaba 20 de Febrero encerrado con rojo. Pedro estaba por rendir su última materia. Sus padres le habían comprado un despacho en frente a la plaza principal de San José. Ni bien rindiera, tenía que volver a trabajar. Al menos era una manera de estar más cerca de Amelí.
El día de su cumple la había visto en el bar. Pero no quiso bajar del auto. No quería molestarla ni hacerla sentir incómoda. Así que se quedó observándola de lejos. Estaba hermosa con un vestido rosa. La veía feliz con sus amigos y se sintió ajeno a eso. Como si de alguna manera no encajara. Ella se iría en muy poco tiempo. Se había enterado que había aplicado para irse a Estados Unidos a una universidad y había salido elegida, entre 100 jóvenes, para ser parte de un plan de educación para aficionados al cine. Sentía mucho orgullo por ella. Quería lo mejor para su vida y su futuro. La seguía amando muchísimo pero sabía que tenía que hacerse a un lado para que ella pueda ser realmente feliz.
Como era obvio, salió bien en su última materia y sus compañeros lo esperaron para tirarle huevos, harina y papeles. También estaban sus hermanos con sus sobrinos. Sus papás no habían podido viajar por cuestiones de trabajo. Así que cuando bajó del colectivo en San José, encontró a Lala y sus papás con carteles y lansaespumas.
La primera semana de trabajo fue dura pero después se fue acostumbrando al ritmo de la gente y los papeles. Ganó confianza en el rubro y llegó a encontrarse con grandes abogados del pueblo para charlar por diferentes casos.
Aunque su rutina estaba tapada de obligaciones, la recordaba. Lo que más le había quedado en su cabeza fue una de las primeras charlas que mantuvieron en la que ella le dijo que era un cagón por no jugársela y estudiar lo que verdaderamente era su pasión: el cine.
Un mañana se levantó y fue hasta la casa de sus padres.
-Voy a estudiar cine- les confesó.
Sus papás lo quedaron mirando atónitos.
-Pero hijo... tenés una vida perfecta. ¿Por qué seguís con esa idea?- le dijo Gloria agarrándose la cabeza. Sabía que la única responsable de esa idea era Amelí. Pero no la había visto cerca nunca más.
Después de la discusión de ese fin de semana, Pedro volvió a Buenos Aires. No quiso pasar las fiestas con sus papás. Le dolía por un lado que Lala se haya quedado ahí. Pero quería alejarse un tiempo para volver. Al final le pidió disculpas a su mamá, pero le dijo que si se llegaba a meter otra vez en su vida, se iría lejos para nunca más volver. Como habían hecho sus hermanos. Gloria le pidió disculpas también y le prometió que no lo iba a hacer. Estaba segura que su hijo hablaba en serio cuando le decía que se iba a ir. Prefirió cuidar su relación y no echar todo al vacío como había hecho con sus otros hijos. Pedro era y siempre iba a ser su debilidad.
-No me importa mi vida perfecta, nunca la quise. Además ya moví unos contactos y me voy a ir a trabajar a Buenos Aires. Así que los estudios van a estar pagos por mí. Eso sí. Mi condición es que Lala se venga conmigo- miró a su nana que ya sabía de la propuesta. Ella le había respondido que si pero que le iba a costar acostumbrarse al ritmo de la nueva ciudad. Nunca había salido de San José.
Sus padres terminaron aceptando y al otro día fue a la terminal para sacar los pasajes.
La vio subiendo al colectivo. Se encontraron en una mirada que mantuvieron hasta que el colectivo comenzó a marchar.
No la volvió a ver nunca más.
Amelí pasó las fiestas en familia. Recibió como regaló la aceptación de una universidad en Estados Unidos para estudiar cine para la que había aplicado hacia un año atrás. Nunca le había contado nada a nadie porque no quería hacerse ilusiones. Mientras tanto planeaba su vida en Buenos Aires.
Al final todo le terminó saliendo bien.
Después de su cumpleaños número 18, se fue Hele. Y días después le siguió Lucho. Sabía que no los volvería a ver por muchísimo tiempo así que antes de que se fueran, les regalo un libro a cada uno con fotos de ellos. Debajo de cada una había una historia que ella había escrito a mano. Quería que la recordaran de alguna manera. Aunque ahora tenían la posibilidad de verse a través de videollamadas.
Febrero fue un mes para tramitar los papeles que necesitaba y buscar hospedaje en Estados Unidos. Tenía muchísimo miedo de irse sola a un país que desconocía. Pero sabía que lo hacía por su futuro y que era justo lo que siempre había soñado.
Una tarde, jugando con Tony, se quedó observando a sus abuelos.
-¿Hay algo que siempre hayan querido hacer y nunca pudieron?- preguntó y esperó su respuesta un rato.
Sus abuelos se miraron y sonrieron.
-Sí, claro. Soñamos con irnos a vivir al sur. A mí me gusta mucho su clima y creo que podríamos ser felices allí tanto como lo somos acá- confesó Nora mientras cebaba un mate.
-Yo sé que ustedes ahorraron durante toda su vida. El pasaje ya lo tengo pago y estoy becada. Creo que llegó el momento de usar su plata para vivir su sueño- dijo mientras jugaba con Tony.
Como no recibió respuesta, los miró. Sus abuelos estaban emocionados y no podían articular ninguna palabra.
Los abrazó fuerte y les sostuvo la mano.
-Los amo abuelos. Pero es tiempo de vivir finalmente. Ya estoy grande y les agradezco por todo lo que hicieron por mí. No sé cómo se los voy a agradecer. Pero quiero que vivan sus sueños y todo lo que postergaron por cuidarme a mí.
Luego de abrazos, lágrimas y muchas palabras cargadas de amor, se pusieron en campaña para buscar una casa en el sur. Se irían a Villa La Angostura. Amelí supervisaba todo el proceso y los ayudó a empacar todo. Ella se iría un día antes que ellos. Primero a Buenos Aires y desde ahí un avión hasta California.
Amelí llegó a la terminal justo a tiempo. Despachó su valija y se subió al colectivo. Descubrió que alguien la miraba desde abajo. Quedaron mirándose hasta que el colectivo comenzó a moverse y se perdió el contacto visual.
Pensó en las vueltas de la vida. En como una persona, un hecho, un momento puede cambiar por completo el curso de las cosas. Gracias a Pedro descubrió la verdad e hizo suya su historia. Entendió cosas de la vida que de otra manera no hubiese podido aprender.
Pero también fue gracias a él que amó por primera vez, se entregó en alma y cuerpo y se sintió capaz de tocar el cielo con las manos.
Porque amar se trata de eso. De potenciarse, de entregarse sin perderse, de descubrir cosas nuevas, de creerse capaz de conseguir lo que se quiere y sobre todo, de sentirse cada vez... más cerca de la luna.
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Cerca de la Luna
RomanceAmelia D'amico es una joven aficionada al cine que intenta sanar la herida que ocasionó la ausencia de sus padres. Por las causalidades de la vida conocerá a Pedro Martinelli, quien esconde un oscuro secreto que involucra a la familia de la joven. ¿...