En mi casa no hubo báscula. Jamás. Estaba prohibida. Mi padre exilió tal aparato a la lista de cosas imposibles e improbables de entrar por el dintel de la puerta de casa. Pero esto no me frenó. Me pesaba en casa de mis amigas o en las farmacias. Lo malo era que para ver mis progresos debía pesarme siempre en la misma báscula, así que tuve que decidir cuál sería la Elegida. Trato de recordar cuál fue pero no me acuerdo ya. Creo que la de la farmacia de Las Viñas pero iba cambiando para que no levantar sospechas. Aún sin báscula en casa, los pantalones de campana negros elásticos eran mi vaso de medida. Metía los dedos en la cintura y si quedaba mucho hueco, tanto que ni tenía que estirarlo con los dedos índice y corazón, significaba que ese día, era un gran día.
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Mi anorexia y Yo
Short Storyesta es mi historia costo escribirla pero vale la pena que la sepan y la lean las de las fotos realmente soy yo para que me conoscan como fui antes hasta ahora.