27. La verdad de Christine

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SAMARA


—Promete que llamarás cuando el avión aterrice.

Asiento mientras lo abrazo. Estamos en el baño del aeropuerto, escondidos, despidiéndonos porque afuera están Nana, Didi y mis padrinos. Como es de suponerse, Alex no nos ha acompañado. Desde ese día me evita a toda costa y lo mismo sucede con Erick. Su silencio me mata y su distanciamiento aún más; pero debo hacer esto, por mí, por los dos, por nuestros padres. Necesito de una bendita vez ponerle punto final a esta parte de mi historia y cicatrizar ese dolor latente.

Muchas veces he andado por ahí fingiendo que no me duele, pero en el fondo estoy hecha un desastre por eso.

—Promete que llamarás después que hables con ella.

—Lo haré —le prometo y nos besamos con mucha ilusión.

Sus labios bien pueden ser un perfecto lugar seguro, quizás todo él lo es para mí. Erick es sin duda mi lugar seguro.

—Llámame, no importa la hora —insiste y reparte besos por toda mi cara. Después nos abrazamos por última vez durante este día.

—Te amo, ¿lo sabes? —expresa con mucha ternura.

—Yo también te amo, no lo olvides nunca.

—Nunca. —Deposita un casto beso en mi sien.

—Y gracias por esto, no sabes cuánto lo deseaba.

Me ofrece una brillante y hermosa sonrisa, de esas que despierta todo en mí, de esas mismas que me sacan de la realidad y me vuelven nada en un abrir y cerrar de ojos. Es su sonrisa para mí, solo para mí.

Lo vuelvo a abrazar hasta que escuchamos que llaman a los pasajeros de mi vuelo y salimos del baño deprisa.

—Yo sé que Alex está demasiado molesto con los dos, pero ¿Podrías vigilarlo de vez en cuando mientras vuelvo? —Sonríe y rueda los ojos.

—Está bien, lo haré, pero no prometo la gran cosa.

—Y algo más... Por favor no quiero fiestas de cumpleaños sorpresa para cuando vuelva.

Sí, voy a regresar justo la mañana de mi cumpleaños número diecisiete.

Erick ni siquiera responde nada, solo se echa a reír y me besa la nariz. No tengo ánimos de fiesta y tampoco sé con certeza de qué manera voy a regresar.

Me despido de todos nuevamente y abordo el avión rumbo a Aruba.

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Durante el vuelo me siento algo eufórica pero nerviosa al mismo tiempo. No sé con qué me voy a encontrar, ni siquiera sé si ella se ha cambiado el look o algo; pero lo que más me preocupa es la explosión y el desborde de sentimientos entre las dos. Casi dos años sin vernos van a pasar una factura bastante cara. Quizás.

El nerviosismo sube y baja, pero se exagera en cuanto anuncian que estamos a punto de aterrizar en el Queen Beatrix. Me sudan las manos, me tiembla el cuerpo y tengo la garganta seca.

He hablado con ella por teléfono antes de partir y dijo que estaría esperándome con Patrick —su prometido—, a mi llegada al aeropuerto de Aruba.

Camino junto con mis maletas al área donde muchas familias esperan agolpadas con carteles. Entre ellos reconozco a Christine y las lágrimas se me escapan antes de que ella llegue a mi encuentro. Solo cuando nos abrazamos me doy cuenta que un hombre apuesto sostiene un cartel que tiene escrito mi nombre.

Into you © ✔️ [En español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora