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La noche, era placentera y cálida, el cuerpo de Jin se encargaba de hacer sentir seguro a Jungkook, su tranquilidad era contagiosa al grado de que Jungkook pudo dormir de lo más tranquilo durante toda la noche, esta vez sin pesadillas o recuerdos desagradables, sin sueños que lo hicieran despertar sudando y con ganas de morir.
— Kookie…— Susurró Jin mientras acariciaba el cabello del castaño.
Aún era de madrugada sin embargo Jin despertó por unos minutos recordando que Jungkook estaba a su lado y que no había nadie que los pudiera interrumpir.
— Déjame cuidarte…— Jin susurro una vez más y cerró sus ojos nuevamente.
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La mañana era cálida, los rayos del sol se colaban por las cortinas de la habitación dando un poco de luminosidad a los cuerpos que se encontraban en la cama.
La cara de Jungkook estaba escondida en el pecho de Jin mientras que la barbilla de éste se encontraba sobre la cabeza del menor, era como si Jungkook buscara la completa protección de Jin y este se la brindara cubriéndolo de todo mal que se le acerque.
Un par de golpes en la puerta hicieron que su sueño se viera interrumpido.
— ¡Jungkook!
Con pereza el ya mencionado se levantó poco a poco mientras se sentaba en la cama, por su parte el mayor se estiraba sobre ésta queriendo despertar por completo.
— ¿Quién?.
— Tu padre — se escuchó del otro lado de la puerta.
— ¿Qué pasa?.
— Baja a desayunar y trae a tu amigo, supongo que deben de tener hambre, son las once treinta y cuatro.
— Bajo en un momento.
Jungkook recargó su espalda en la cabecera de su cama y bostezo.
— ¿Ya me odia tu papá?.
— Ah, desde hace mucho, no te preocupes el no es importante.
