A D O R A B L E

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Kirishima restregaba su ojo derecho, bostezando, mientras bajaba las escaleras con parsimonia. Era más de medianoche y se había despertado con toda la almohada mojada con su saliva y una gran urgencia de beber agua, maldijo una y otra vez la forma de sus dientes por obligarlo a dormir con la boca abierta.

Bajó el último escalón, a punto de entrar a la zona común, pero se quedó congelado con lo que estaba escuchando.

— ¡Y entonces los coges, les explotas la cara y después una patada en sus partes íntimas! —Esos gritos junto al sonido de explosiones eran inconfundibles.

Una suave y adorable risita se escuchó. —Pero Bakugou-san, yo no tengo el poder de las explosiones.

— ¡Pues coges un petardo!

Kirishima asomó la cabeza cuando la pequeña Eri se rió con ganas, topándose con una escena jamás imaginada: Bakugou estaba sentado en el sofá con la niña en su regazo, con una mano acariciando su largo pelo y con la otra creando pequeñas explosiones que parecían fascinar a Eri.

Eijiro se escondió, con la mirada perdida. Volvió a restregar sus ojos, esta vez con gran ímpetu. ¿En qué clase de sueño se encontraba? ¿Desde cuándo Bakugou podía tener una expresión así en su cara? No había rastro de su ceño permanentemente fruncido, una sonrisa pequeña y relajada junto con unos ojos tranquilos, e incluso podría decir que cariñosos, estaban dirigidos a la pequeña.

—Muchas gracias, Bakugou-kun.

Kirishima volvió a asomarse, encontrando a Eri abrazada al cuello del chico. La imagen le enterneció completamente. ¿Desde cuándo se le daban bien los niños? En todo este tiempo, no lo había visto apenas interactuar con ellos, creía que les tenía cierta aversión por considerarlos molestos, pero, viendo esto, realmente parecían gustarle.

Tragó saliva, pensando en lo buen padre que podría ser Bakugou, siempre pensó que sería del tipo protector y gruñón, pero nunca imaginó que sería cariñoso. Sintió el calor subir hasta su rostro. Este descubrimiento había despertado nuevas incógnitas y fantasías en su mente, considerando el fuerte crush que tiene por su mejor amigo.

— ¿Te encuentras mejor? —Definitivamente, nunca había escuchado a Bakugou con un tono de voz tan bajo y sin ninguna maldición en su frase.

— ¡Sí! Todo gracias a ti. —Eri se despegó de él, bajándose de su regazo y sonriéndole muy ampliamente.

Bakugou se levantó también, posando una mano con delicadeza sobre su cabeza. —Corre con Aizawa, seguro que estará desesperado buscándote.

Al escuchar esas palabras, Kirishima dirigió su mirada hacia las demás entradas al salón, encontrando a Aizawa-sensei observando la escena desde la otra punta con la mandíbula caída hasta el suelo.

Eijiro entró en pánico al ver como la pequeña Eri se alejaba en dirección a su profesor mientras que Bakugou lo hacía en la suya. Volvió a esconderse, con el corazón latiendo en su garganta. ¿Ahora que hacía? Si lo veía ahí parado descubriría que ha estado observando y le explotaría la cara, pero, por otro lado, era imposible que llegara a su cuarto sin que lo viera correr por su vida y le explotara la cara.

Bueno, no le quedaba más que aceptar su destino.

Cerró los ojos y respiró hondo, visualizando las distintas maneras en las que le podría lanzar su explosión para que le diera tiempo a activar su endurecimiento.

— ¡Ah, Bakugou-kun! ¡Espero que tenga suerte con su amigo!

Escuchó la grave risa de Katsuki. Abrió los ojos. Espera, ¿qué? ¿Qué amigo? ¿Por qué le desea suerte? ¿Qué sabe esa renacuaja que él no cuando se supone que es su mejor amigo?

Mientras él estaba perdido en sus pensamientos, el rey de ellos dobló la esquina para subir por las escaleras, encontrándose de lleno con el espía.

Kirishima comenzó a sudar frío, se encogió contra la pared y le mostró una extraña mueca como intento de sonrisa. —Vi-Vine a por agua. —Señaló la cocina, temiendo por la cara seria del contrario.

Contra todo pronóstico, pudo observar como la cara, e incluso sus orejas, adoptaron una feroz tonalidad rojiza a la vez que abría sus ojos tanto como podía y su boca se asemejaba a la de los peces fuera del agua.

— ¡MUERE! —Pudo vocalizar al fin, agarrando la cara de Kirishima con la mano para lanzar su explosión.

Eijiro cayó de culo contra el suelo. Afortunadamente, logró activar su poder a tiempo y en cuanto se disipó el humo, pudo ver la ancha y fuerte espalda de Bakugou subiendo las escaleras con los puños apretados.

Sonrió bobamente. El hormigueo en su estómago por ver ese lado oculto de Bakugou solo aumentó al ver, por primera vez, su cara avergonzada.

Y es que, esta noche, solo ha podido comprobar una cosa.

—Bakugou es muy adorable—murmuró, tapando el rubor de sus mejillas con sus manos.

Adorable [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora