CAPÍTULO 19

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EL HONOR DE UNA DAMA
CAPÍTULO 19.
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Candy sigue unida a los labios de Terry ¡En verdad la estaba besando! Aquel hombre atorrante y al cual quería golpear desde el instante que le intento robar la besaba con dulzura y pasión, casi podía adivinar el sabor del delicioso té que bebieron en la mañana, esa boca era cálida, enternecedora... Sin embargo, le había arrebatado ese beso para protegerse, y ella lo disfrutaba.

Se separaron por un instante, ella aún con los ojos cerrados, deseando seguir drogada con el sabor de la boca de Terry.

—Se... señorita White —Logra decir el joven aún sin soltarle las muñecas por encima de su cabeza, estaba temblando al tenerla así, a ella sonrojada, viendo como el pecho se le agitaba en una situación tan erótica y esperando quizás un golpe de parte de ella.

—Tu... —Se había quedado sin palabras.

No sabía que decir ante la nueva experiencia corporal descubierta ese día... Si, muchas jóvenes casadas en esos días hablaban de lo dulce de un beso, pero aquel beso era otra cosa, era fuego, de pasión, era como flotar en cálidas aguas y sentir la piel acariciada por el sol.

—¿Te... te sucede algo?

—No lo sé... —Dice entre jadeos, siente la mano de Terry sujetar sus muñecas por encima de su cabeza. ¿Aquello podría ser tan excitante? —Me besaste.

—Si. Lamento haber recurrido a esta hazaña peligrosa pero... —Sigue jadeando, ya que de todas las cosas que podía adorar, esos labios eran una de ellas —En mi defensa, sabes delicioso.

—Tu... tu... —No le salían las palabras de la boca. Él aún estaba cerca suyo acariciándole los labios con ganas de seguir probando más y más.

Si ese hombre ya empezaba a jugarle tretas en la mente, y cuando se acerca a darle un segundo beso tan apasionante como el anterior, termino por elevarla a lo más alto del cielo. Un beso hambriento y exigente, Candy abre la boca para dejarse poseer por ellos, jadea por aquella divina sensación, ella se deja guiar por el movimiento de sus labios al compás de sus latidos, quiere seguir drogada por él, pero cuando intento moverse algo le dolió.

—¡Auch! Me duele.

—¿Qué es lo que te duele? —La suelta de las muñecas para examinarla, en un rato su vida había peligrado dos veces y no se habían percatado de nada. Terry mira hacia abajo y descubre una enorme mancha de sangre en el vestido de Candy —¡No puede ser!

—¿Qué no puede ser? —Se alarma cuando Terry de agacha y le levanta el vestido a Candy hasta la mitad del muslo izquierdo y descubre que tenía una herida de bala por el orificio sangrante que se avistaba —¡Ay, por Dios!

—¡Esos desgraciados! —Escupe con rabia, rápidamente rompe se rompe el borde de su camisa y trata de vendar la pierna de Candy —¡Es increíble que no sintieras nada!

—Creo que fue cuando casi me caí —Candy se estaba poniendo nerviosa. No lo sintió en lo absoluto, veía a Terry agachado y examinando su pierna ¡Oh si! El toque de sus manos era increíble en su piel, sin embargo todo le daba vueltas y un retumbar molesto ahora era lo que escuchaba a medida que veía toda esa sangre descender por su pierna —Lince... Terrence... Terry —Tartamudea al tiempo que se lleva una mano a la boca y la otra a la frente.

Era una herida de bala ¿Se iba a desangrar? ¿Perdería la pierna? ¿Iba a morir? Ya se estaba haciendo mil y un ideas para su desgracia.

—Te llevaré con un doctor ¿Escuchaste, Candy? Candy —Terry alza la mirada y descubre el rostro pálido de la joven, quien no tarda en desmayarse en sus brazos, trata de sujetarla pero le resulta aún sorprendente el hecho de que no haya sentido nada —¡Santo Dios!

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