Recostado en el sillón de terciopelo verde, sus ojos escaneando el lugar sin un interés verdadero, mientras que su mano derecha se encargaba de entregarle caricias al cuero cabelludo del joven que tenía recostado en su abdomen. Sus dedos se escabullían entre las hebras, perdiéndose en caricias suaves. Queriendo entregar un disfrute al saber que al de rulos aquello le gustaba, y sintiendo también una sensación tranquila al hacerlo.
Todo estaba en silencio, no había sonido que sus oídos pidieran captar y eso le generaba una paz inmensa. Era la hora en la que todos sus vecinos dormían, aquellas que se podía apreciar lo que era el silencio absoluto. Ni siquiera un ave cantaba, los autos no pasaban.
Las luces estaban apagadas, sin embargo podía notar como unos rayitos de sol del atardecer se colaban adentro. No sabía como lo hacían, sus sus ventanas estaban cerradas y cubiertas con una cortina gruesa de color verde oscuro. Pero esas pequeñas lucecitas alumbraban un poco el sitio, y aportaban a que todo estuviera tranquilo, aunque no sabía como.
El cuerpo del chico descansaba sobre el suyo, abrazando con sus brazos la parte de su cintura. Estaba dormido, podía escuchar su respiración en calma, pausada. Pero aquello no era un impedimento real para que sus brazos se mantuvieran rodeando al otro cuerpo, siempre fue así. Entre sueños lo sostenía sin fuerza, parecía como si fuese que si lo descuidaba se escaparía en algún momento. Pero en realidad era que quería sentir el cuerpo ajeno hasta dormido.
Algunas tardes como esa la pasaban de esa forma, los dos acostados en alguna superficie que les resultara cómoda. Casi siempre el mayor quedándose dormido, a veces él sobre el cuerpo del de ojos verdes o viceversa. En esas ocasiones, era Joel el que siempre terminaba por sucumbir ante el cansancio o la relajación que sentían, Erick estando despierto en algunas tantas. Lo que no cambiaba nunca era el estar abrazados. Sin falta terminaban de esa forma, quizás sería una especie de costumbre.
Mientras sus dedos derechos se enredaban en el cabello del otro, su mano izquierda se encontraba posada con cuidado en el hombro. Como si estuviera tomándose su descanso ahí también. El peso del otro cuerpo ya no era un problema, al principio hacía que sus músculos se adormecieran y necesitara sacarlo de encima, pero ahora, bajo la influencia de la costumbre, su cuerpo resistía más y podía pasarse algunas horas en esa posición hasta sentir el calambre.
Sus ojos entre tanto, seguían observando aburridos el espacio, los muebles, el ambiente. Estaba medianamente oscuro, y eso provocaba que, más la calma del momento, sus párpados también quisiera cerrarse para entregarle un descanso a su mente y cuerpo. Sin embargo, al no querer que eso pasara realmente, Erick comenzó a divagar entre sus pensamientos. No teniendo ninguno en específico que recalcar, nada que resaltar en su día a día como algo emocionante, extraordinario. Sin contar la presencia de su novio, que era cuando sus sentimientos explotaban y la emoción desembocaba al límite, y sus tiempos compartidos también siendo una buena vía para que emociones bonitas abrazaran su cuerpo, el resto de lo que pasaba en sus días no era demasiado placentero. Los estudios eran agobiantes, y lo que se venía era sinónimo de sufrimiento para su pobre mente.
Un parcial tras otro, pues las fechas comenzaban a llegar cada vez más rápido, arrasando con su pobre estabilidad mental. Horas y horas tendría que quedarse en su habitación, estudiando para poder pasarlos sin muchas dificultades. En este tiempo tenía todavía la posibilidad de pasar un rato con Joel, por suerte. Pero faltaban unos pocos días para aquellas fechas, y ya la semana que viene tendría que estudiar hasta quemarse las pestañas y sentir esa sensación de picazón en los ojos, porque siempre dejaba todo para lo último. Lo único bueno que podría sacar de todo aquello era que el mayor lo visitaba y lo atendía como si fuera un bebé.
Se venían días agotadores, llenos de quejas y sufrimiento. Pero tendría que soportarlo si no quería que los parciales se le acumularan, lamentablemente. Le daba gracia el como el de rulos se aguantaba todo aquello, llenándolo de besitos cuando decía que ya no podía más. Dedicándole buen trato y cuidados en todo momento. Aunque lo agradecía, después de todo era Joel el que siempre estaba para que lograra resistir a todo eso.
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Saranghae. | Joerick One-shot.
Short StoryLa compañía del otro era lo que necesitaban para sentir que la paz y tranquilidad reinaba en su mente e interior entero. Sólo con sentir su cuerpo contra el suyo cálidamente o aquellos gestos que ejecutaba para su comodidad, lograban que su pecho se...