Cuello.

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Algo ciertamente cambió desde que Tanjiro permitió que Rengoku lo perfumara. Claro, una de esas cosas fue que los cazadores de demonios y la gente que trabajaba en la finca ya no estaban nerviosos frente al aroma de Rengoku. Y aunque Shinobu ahora le exigía usar supresores y limitantes de aroma mientras se encontrará en su finca – y dejara que Rengoku siguiera oliéndolo – no era algo que lo molestara.

Claro, que Rengoku lo perfumara fue una experiencia sorpresivamente buena. Tanjiro, que solamente durante su etapa de cachorro fue perfumado por su padre y madre, era ignorante cuando de ser aromatizado por otras personas se trataba. Tanjiro era quien normalmente asumía ese rol, ya sea con sus difuntos hermanos o cuando Inosuke y Zenitsu se unieron a su viaje. Compartir su aroma con ellos nunca fue un problema, los hacía sentir mejor y ellos constantemente le recordaban a Tanjiro la sensación de ser una familia cada vez que lo hacían.

Tanjiro quería compartir esa sensación familiar de protección y cuidado a Rengoku, sabiendo bien que su padre es un tema delicado y que su hermano aun no tiene olor propio para poder calmarlo de forma más segura, no le había parecido mala idea al principio hacer sentir menos nervioso e irritado a Rengoku con su aroma.

Ciertamente, no esperaba el giro que tomo.

—A-Ah... No... Estas siendo muy agresivo... Rengoku...

—¿Es así? Lo siento.

Su intención de hacer sentir a Rengoku como parte de una familia no había funcionado. Al menos no de la forma en que creía. Shinobu ya se lo había advertido, que, si seguía así; el alfa recién despertado de Rengoku tomaría su buena acción como otra cosa completamente diferente.

"El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, Tanjiro." Recuerda.

Y no se equivocaba.

Rengoku lo sostuvo en un abrazo menos apretado, pero aun haciendo fuerza para poder mantener a Tanjiro recargado sobre su pecho mientras su nariz rozaba el cuello del omega. Tanjiro no puede más que controlar su respiración y relajarse. Estar en el suelo de la habitación de Rengoku no era lo más cómodo, pero Tanjiro no puede quejarse, el instinto de Rengoku es fuerte e infantil, y muchas veces ignora sus sugerencias para estar más cómodos.

Ciertamente le recuerda a un niño pequeño.

Rengoku siempre es suave al principio, siempre queriendo abrazarlo y frotar sus mejillas contra su pelo. Es la parte que más le gustaba, porque Rengoku suele ser muy lindo y nervioso al respecto. Pero cuando lleva un tiempo acariciando y pasando sus dedos por su cabello, el instinto suele dominarlo. Claro que Tanjiro recuerda el accidente cuando Rengoku intenta forzar el control de su instinto, así que para asegurarse que el pilar no se llegue a sentir culpable por lo que suele hacer, siempre le dice que está de acuerdo en lo que su instinto le diga hacer.

Por una parte, ha logrado que Rengoku se ahorre la pena que siempre llega cuando terminan. Por el otro lado...

Tanjiro siente como las manos de Rengoku se frotan contra su estómago, el alfa suelta un leve gruñido mientras se separa de su cuello.

—¿Puedes... Puedes inclinarte un poco hacía adelante? — pregunta en un susurro. — Quiero frotar mi nariz contra tú nuca...

Tanjiro abre un poco los ojos, se pregunta incluso cuando los cerró.

—Claro — responde.

Rengoku entonces suelta un poco su agarre para que Tanjiro pueda acomodarse. Cuando se inclina lo suficiente, Rengoku no pierde tiempo y Tanjiro siente pequeños besos lentos en su nuca, las manos de Rengoku no se quedan quietas y empiezan a recorrer suavemente desde su estómago hasta sus muslos. Hay una incomodidad en la mente de Tanjiro cuando las manos se acercan demasiado a su ingle que no puede evitar gruñir en advertencia.

Un mes para enamorarme, una vida para amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora