Capítulo 1: Incontrolables Celos.

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El bullicio inundaba la calidez del hogar. Los invitados y familiares hablaban emocionados unos con otros mientras picoteaban de los múltiples platos con comida esparcidos por la mesa como entrada, reunidos allí con el fin de celebrar el primer año de la pequeña que había llegado a iluminar sus vidas.

Era una beba preciosa y gordita, vistiendo un vestido rosa que la hacía ver aún más perfecta. Muchos se acercaban a ponerle cara de tontos y a hablar como estúpidos, sin que ella entendiera nada.

Jimin no entendía eso, ¿por qué les causaba tanta emoción una insulsa y aburrida bebé? Solo sabia comer, cagar, mear, dormir, chuparse la mano y volverse a cagar.

Miraba con recelo la alegre escena desde el pasillo que daba a los cuartos, porque nuevamente, había sido excluido del evento. ¿Tan poco lo querían sus padres que habían decidido tener a ese pequeño estorbo para reemplazarlo?

Y lo peor, quizá, no era que le habían pedido estrictamente que no saliera de su cuarto, sino que aquellos seres que se hacían llamar su familia, tampoco habían preguntado por su ausencia. Ni siquiera una pizca de preocupación, nada, entonces... ¿Qué era Park Jimin exactamente bajo sus ojos? Exacto: Nada. Solo un chico problemático de 17 años que daba igual lo que le pasase.

Para ellos tal solo era alguien muy mal de la cabeza, y quizá no se equivocaban, sin embargo, él no estaba consciente de eso... o al menos es lo que dejaba ver.

Así que, decidido a no quedarse con los brazos cruzados mientras sus padres se salían con la suya, regresó sobre sus pisadas para volver a su dormitorio. Tomó el farol encendido que tenía sobre su cómoda para luego salir por la ventana. Caminó rodeando la casa, esforzándose en dejar destrozadas las ridículas flores que su madre tanto cuidaba con recelo, llegando finalmente a la salida trasera de la casa.

Entró en silencio y lo primero que pudo ver fue a ese pulgoso minino blanco que llenaba sus finas prendas de pelos sentado sobre la mesada. Esa cosa que lo ignoraba cuando lo llamaba, pero que se acercaba cuando tenía comida, o sea, un maldito interesado, ¿y quién se creía él para comportarse así?

Dejo el farol a su lado y este ni se inmutó, pues estaba más ocupado en fingir lavarse cuando claramente quería robarse el plato principal que su madre había preparado con tanto amor... ¡Pero claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Era el momento perfecto para matar dos pájaros de un tiro.

Se mordió el labio para reprimir la carcajada que amenazaba con escapar de sus rosados y carnosos labios, mientras sacaba la tapa metálica de la charola, revelando un enorme pavo humeante y dorado, decorado con verduras. Jugoso, apetitoso... pero más apetitosa seria su brillante idea, claro que sí.

Por eso, en cuanto terminó su obra maestra, volvió casi trotando de felicidad a su cuarto por la misma ruta que había tomado, y esperó ansioso el show auditivo que estaba a minutos de presenciar, así que se echó en su cama a esperar.

No pasó mucho tiempo para que su madre pegara el grito en el cielo, acompañada por los chillidos de horror de los invitados. Sillas apartándose, gente yéndose, su padre furioso.

Para cualquiera sería un horror, una pesadilla, una escena totalmente grotesca, pero para Jimin eran cantos angelicales, una fantasía, una hazaña. Lo único que lamentaba, claro, era no poder ver la cara de todos al notar que el plato principal era ese desgraciado gato con el cuello roto en medio de un lago de sangre sobre la charola de plata.

Escuchó los pasos rápidos de su madre por el pasillo de madera, y supo que era ella por su llanto agudo y sus tacones en el suelo. Ella era una mujer muy fina, pero en cuanto la vio entrar por aquella puerta, supo que esa mujer no existía más.

Santos Lugares: St Francis Folly | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora