Capítulo 2: Compañeros de Cuarto.

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Jimin solo se limitaba a seguir a Seokjin y escuchar atentamente todo lo que explicaba. Al parecer allí iba a vivir por el momento, iba a tener las cuatro comidas, además de clases y recreos como si estuviera en una especie de colegio, aunque eso ultimo la verdad no le importaba. Para variar, le gustaba ocupar su mente en algo que no fuera follar de vez en cuando.

Por lo que podía observar, aquel reformatorio era para gente de sexo masculino, niños menores de 18 años. Varias enfermeras le pasaron por al lado en un momento e incluso había más guardias dentro que afuera, porque claro, en un lugar lleno de mocosos psicópatas se debía tener cuidado.

Seokjin le mostró el patio, la biblioteca, la enfermería, la oficina de directores, el comedor al que tendría que ir en un rato a almorzar, las aulas, el taller, el área de los baños, el área de los dormitorios, y finalmente, un área que estaba prohibida para los menores donde probablemente estarían los cuartos de los mayores, la cocina, el ático y el sótano. Como extra, el castillo tenía una capilla en donde daban misa y podían irse a confesar, aunque esa parte a Jimin realmente no le interesaba.

Habían empleados de limpieza, pero todos los fines de semana hacían limpiar a los mocosos sus propios cuartos y los pisos del pasillo, pues eso los incentivaría a mantener el lugar lo más limpio posible durante la semana y a poseer obligaciones que los mantuvieran ocupados.

Llegaron a una puerta que Seokjin abrió sin tocar, viendo que se trataba de un cuarto y en seguida supo que ahí dormiría: —Aquí dormirás a partir de ahora. Tienes otros tres compañeros que seguramente conocerás en breve.

Jimin miró todo. Dos camas individuales separadas por una cómoda se encontraban frente a él. A un lado, una escalera antigua de madera daba una curva hasta un subsuelo en donde había otras dos, cuatro en total. Había un par de roperos y mesitas de luz, además de dos pequeñas ventanas, una abajo y otra arriba, nada más.

Le parecía una completa mierda.

—Es un lugar muy agradable y bonito. —habló Jimin, con una sonrisa angelical.

—Lo es. Poco a poco iras a acoplándote a todo y cualquier cosa que necesites puedes preguntar a algún encargado. Traerán tus maletas en un momento.

—Gracias.

Seokjin solo asintió en modo de saludo y luego se fue, dejando a Jimin solo, pues quienes serian sus supuestos compañeros, no parecían estar ahí por el momento.

Lo primero que llamó su atención, fue la muñeca antigua que posaba sobre una de las camas. Era bonita y se veía bien cuidada, completamente limpia, prolija y arreglada, como si su dueño se encargara estrictamente de cuidarla a sol y sombra.

Alzó su mano para tocarla y en cuando apenas estaba por rozarla, el ruido de la puerta abriéndose lo distrajo. Un joven de 17 años más alto que él, flaco, de cara alargada y nariz respingona acababa de llegar.

Jimin estaba dispuesto a saludar, pero la reacción rimbombante con la que el chico se abalanzó contra él y lo alejó de la muñeca, logró darle un pequeño susto. ¿Qué mierda le pasaba?

—No toques eso. —exclamó, bastante alarmado.

—¿Por qué no? —contestó Jimin, ahora más curioso que asustado.

—Taehyung se va a enojar y no queremos eso.

—¿Quién es Taehyung? ¿Por qué se enoja? Es solo una muñeca.

—Ya lo vas a ver. Por el momento solo basta con saber que el último que tocó esa muñeca murió.

—¿Es una muñeca maldita?

Santos Lugares: St Francis Folly | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora