Capítulo diecisiete

100 8 1
                                    

–Cuando venía subiendo, todas las chicas de este edificio me miraban con la baba en la boca, susurrando "¿quién es él?", "¿a dónde ira?", hasta que me vieron pararme en la puerta de tu habitación y escuché a un grupo decir "viene donde la casi muerta".

–¿Y qué les dijiste? –Preguntó con curiosidad. –Me imagino que les dijiste algo.

Asiente.

–Les dije que tenía una cita contigo.

Suelto una risa que se convierte en carcajada por parte de Allan.

–¡Te juro que se le notó que se quiso tirar del quinto piso! Puso una cara de, no sé qué término utilizar.

–Imagínate, mi médico y suggar daddy. –Meto mis pastillas a mi bolso.

–Te ofrecí toda una vida a mi lado, la oferta sigue en pie. –Me sonríe, le devuelvo la sonrisa.

–Tengo qué pensarlo, no sé si sea ético que familiares se traten en el hospital, ya sabes, por ese lazo. –Indagó. –Pero lo pensaré, eres guapo, atento, tienes todo, ¿cagas bombones? –Reprime una risa. –Tienes una herencia que quitaría el hambre y sigues aumentando.

Suspira con una sonrisa en el rostro.

–Ya veremos quien se gasta la herencia del otro primero, porque tú; no te quedas atrás. –Fastidioso.

–Creo que seríamos felices y el dinero nunca sería un problema, nos llevamos bien, nos entendemos, pero, moriría antes de decirte que sí.

Me mira mal.

–Ya vas a empezar, Samara. –Advierte. –No hablemos de eso.

–Allan, eres doctor...

–Por lo que resta del día no. –Interrumpe y sigo.

–Hay cosas que deben aceptarse.

–Pero a su tiempo, cuando se agotan las posibilidades. –Finaliza.

Niego con la cabeza mirándolo mientras termino de peinarme, está sentado en la silla de mi escritorio, chismoseando con lo que tengo, tocando lo que le parece interesante. No toques mis cosas, no las desordenes. Las deja como estaban, pero no soporto que hagan eso.

–¿Sabes? Si me recupero, nos damos una oportunidad. –Hablo con sinceridad.

–Trató. –Sonríe.

–Mi buen amigo y médico, que insistente eres.

–Ahora dile a tu amigo Jack que si sobrevives el siguiente seré yo, no él. –Levanta una ceja. –¿O te da miedo?

Suspiro.

–Que inmaduro, Jack es solo un amigo muy cercano, es mi amigo como tú eres mi amigo y lo quiero mucho. –Lo notó porque sobresale. –Así que vámonos, tengo hambre y tú pagas la cena.

–Desde ya andas derrochando tu futura herencia. –Niego y salimos.

Hoy me arregle y me siento cómoda. Llevo un vestido negro que me llega hasta las rodillas, con flores blancas, unas mallas negras que cubren todo, unas botas de cuero liso y el pelo en una cola alta. ¡Me veo sexy! Hace tiempo no me sentía sexy. Llevo unos aretes rojos, collar de oro blanco con un diamante rojo en el centro. Me puse maquillaje, protector solar, base, rubor, iluminador, sombras en todos neutros, una gota de labial que esparcí con el dedo dejando un rojizo, máscara de pestañas. Me siento conforme con lo que veo y no me sentía así hace mucho tiempo. Si, mi bolso es rojo vino, me gusta el rojo.

Me arregle para sentirme bien conmigo misma, no porque saldré con Allan. A él nunca le ha importado como me vista, siempre me dice que me veo muy bien, aunque no sea verdad, él dice que, si lo es, pero cada quien. Pero hoy me arregle para verme sexy, aunque el color pálido de mi piel, lo desnutrida que me veo lo hiciera algo casi imposible, pero me siento muy bien.

Mi corazón insisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora