-¿Que es lo que quieres?- Preguntó el demonio.
El niño triste no respondió.
-¡Dilo de una vez!- Rugió desde la cueva.
-Si, Lo sé, lo siento, quiero una sonrisa- Respondió temeroso.
-¿Una sonrisa?- Preguntó el demonio.
-Si, lo sé, lo siento, una sonrisa quiero- Respondió el Niño triste.
-Eso es una petición extraña, eres extraño- espetó el demonio.
-Si, lo sé, lo siento, soy un poco raro, hago pedidos raros a demonios- Respondió el niño triste.
-Lo sé, lo sé.- respondió el demonio y guardó silencio.
-Si, Lo sé, lo siento...
...
-Una sonrisa, eso es dificil, las sonrisas de verdad nacen de la magia más poderosa, de felicidad pura, la felicidad pura solo puede ser extraída al romper las costillas de un ser feliz, pues es en las costillas donde resuenan las carcajadas.
-Si...
-Y es caso complicado, la felicidad es un recurso escaso, la tristeza por otro lado abunda.
-Lo sé...
-Y por qué habría de gastar un recurso tan escaso en algún niño del que sé poco, ¿que he de ganar yo?, ¿Que gana el demonio?
-Lo siento...
-Lo sé, lo sé... Vuelve en media hora, buscaré los recursos que necesito para hacerte una sonrisa.
-Gracias.
El niño triste se despidió del demonio y regresó tras una hora como había acordado.
-Hola...- Llamó a la cueva, más no hubo respuesta.
-¡¡Hola!!- llamó otra vez... -Lo siento, señor demonio, ¿está usted aquí?
Más no hubo respuesta alguna.
El niño triste tomó un vistazo en la cueva.
-Perdon, permiso...- Dijo al entrar.
Entre la penumbra pudo ver una hermosa máscara sonriente de arcilla.
-Gracias señor demonio- Respondió el niño triste, amarrando la máscara tras su cabeza.
Ya no sería el niño triste, sino el niño sonriente.
El tiempo pasó y el niño sonriente creció feliz, se volvió un joven sonriente.
Cuando alguien veía su máscara, no podía evitar sonreír en consecuencia, era pues, un joven sonriente y jovial.
El joven sonriente usaba su máscara en el día a día.
Cuando asistía a jugar con sus compañeros, lo hacía con su máscara atada a doble nudo.
Cuando pintaba montañas usando témperas y vinilos, cubría la máscara con papel periódico.
Cuando estudiaba en las tardes de lluvia, se acercaba a la lámpara para poder ver los libros a través de la arcilla.El joven sonriente definitivamente era feliz, era feliz.
-Lo sé, lo sé...- Decía el joven sonriente.
El joven sonriente una vez se enamoró.
Era lo más feliz que había Sido, más feliz que lo que nunca había sido con la máscara.-Ya veo- respondió aquel que amaba. -Pero no puedo responder a este amor-
-Lo sé, lo sé- Dijo el joven sonriente.
-El amor es Doloroso.- respondió aquel a quien amaba.
-Lo sé, lo se- respondió el joven sonriente.
Aunque no fue amado de regreso, el joven sonriente y aquel a quien amaba se hicieron buenos amigos.
Cuando aquel a quien amaba necesitaba quien lo escuchase, siempre podía contar con aquellas palabras.
-Lo sé, lo sé.
El joven sonriente una vez perdió un familiar cercano, era una persona tan cercana a su corazón, que el simple hecho de que ya no estuviese había hecho el mundo un poco más gris.
-Lo sé, lo sé...- Dijo el joven sonriente entre lágrimas. Un mundo más gris, pero la muerte es inevitable, lo sé, lo sé...
Después de unos meses, el luto se desvaneció, y el mundo recuperó un poco del color que se había perdido.
El joven sonriente una vez debió alejarse de su familia y amigos, su ciudad y su vida.
-Lo sé, lo sé... La vida llega a ser dura... Llega a ser complicada, llega a ser hostil, pero soy el joven sonriente, así que debo sonreír.
El joven vivió una vida difícil, hay que admitirlo, la enfermedad y pestilencia, el hambre y la guerra, el amor y el deseo, habían hecho grandes estragos en su vida, pero el aún sonreía.
-Lo sé... Lo... ¿Sé?
Frente al espejo, el joven sonriente vió una imagen que lo asustó hasta los huesos, una grieta había empezado a formarse sobre la máscara de arcilla.
-Oh no...- Dijo el joven sonriente. -¿Acaso he sido descuidado?, ¿Acaso se me ha caído mientras duermo?, ¿Acaso puede repararse?
El joven sonriente se puso la máscara y corrió rápidamente hacia la montaña dónde estaba la cueva del demonio.
-¡demonio!- Gritó... -¡La máscara se ha roto!, He Sido cuidadoso, !pero una grieta ha aparecido sobre la arcilla y no sé cómo repararla!, Por favor, demonio, ayúdame a restaurar la máscara, ¿acaso ha perdido la felicidad?, ¿Dónde podría encontrar un recurso tan escaso?
Pero el demonio no respondió.
El joven sonriente encendió una linterna y caminó entre la cueva, trastabilló un poco, pero tras varios minutos encontró al demonio moribundo acostado solitario en una de las galerías.
-¡Demonio!, ¿Estás bien?- preguntó el joven sonriente con voz temblorosa y preocupada.
Sujetó entre sus brazos al demonio, y trató de acomodarlo en una posición más segura, cuidando de no lastimar sus alas.
-oh, demonio... ¿Que ha pasado? ¿Por qué estás en tan mal estado?, ¿Es debido a que te lastimaste que no pudiste reparar la máscara?
-Si, lo sé, lo siento... la felicidad es un recurso escaso... Y solo se obtiene tras romper las costillas y liberando las carcajadas, es una magia profundamente peligrosa... Pues siempre se corre el riesgo de que mientras más pase el tiempo una de las piezas de costilla perfore el corazón... Lo sé, lo siento...
El niño sonriente rompió en llanto, y las lágrimas caían tras la máscara de arcilla y se resbalaban sobre el rostro del demonio.
-Logré hacerte feliz... Así que feliz yo muero.
-Lo sé, lo sé...- Respondió el joven sonriente mientras su máscara se quebraba.
-Si, lo sé, lo siento- respondió una última vez el demonio.
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El Niño Sonriente
General Fictionpequeño cuento que he tenido en mi mente por un tiempo.