Bitter Star |Juliantina

Una senrendipia en el espacio exterior.

—Ya estamos en la órbita de la tierra —anunció Juliana, desde la cabina de mando, a su lado, y bastante apretada porque no había espacio de sobra entre los mandos y demás artefactos raros.

Durante las últimas horas habían hecho el plan de vuelo para acercarse, entrar a la órbita y luego a la atmósfera, y una vez a unos cuantos kilómetros de altura, viajarían hasta donde Valentina había indicado el aterrizaje: la Agencia Espacial de Estados Unidos.

A pesar de que Valentina estaba segura de que Juliana podía de alguna manera teletransportarla hasta la tierra, estando lo suficientemente cerca, esa linda estrella quería conocer la tierra y Valentina quería mostrarle su mundo.

Habían iniciado el descenso oficial hacia su hogar, hacia su Tierra de nuevo, y Valentina estaba más que feliz.

—Aliñaré el rumbo hacia la tierra... Calculando la rotación, la fuerza de gravedad... —Juliana apretaba algunos botones, que la humana no entendía para nada, pero veía fascinada, cada detalle, incluso el cómo la linda lengua rosada de Juliana asomaba fuera de sus labios al concentrarse —¡Y listo! Estamos en marcha y en modo automático —sonrió mostrando sus encías, y se volteó hacia Valentina—. ¿Me darás un tour por la tierra cuando lleguemos?

Valentina pudo mirarla con una sonrisa, concentrada en las estrellas en sus lindos ojitos, que brillaban y bailaban con emoción y en el rubor que creció en sus mejillas por la vista fija en ella.

—Juliana, hay algo que los humanos damos cuando estamos muy agradecidos y muy felices, ¿Podría dártelo?

Juliana ladeó su cabeza sin entender, y Valentina aprovechó para tomar su mejilla, acortar la distancia y besarla, un pequeño sonido de sorpresa de parte de la estrella quedó atrapado en el beso, haciendo a la humana sonreír.

Movió sus belfos sobre los de Juliana con suavidad, invitándola a hacer lo mismo, fue delicada porque no quería asustarla tampoco, no sabía cómo iba a reaccionar y dentro suyo tenía una idea tonta de que quizás aquello para su raza significaba otra cosa, como una declaración de guerra o quizás una ofensa a su madre, esperaba que no fuera tan malo.

Sonrieron y se correspondieron en un lento baile de leves mohines y pequeños chasquidos.

Y entre ese beso fue cuando Valentina sonrió una pequeña chispa que no había sentido nunca antes en su vida, ese sentimiento cómodo y extrañamente familiar que sentía con aquel ser desconocido tomó un sentido que le hizo agradecer: entre todos los planetas de todo el universo, había encontrado eso que podía llamar su otra mitad.

Sé separó y al ver que las estrellas en los ojitos de Juliana se habían multiplicado rio, ambas estaban muy ruborizadas y terminaron sonriendo encantadas.

—Eres una tonta —dijo la de cabello plateado —. He visto películas humanas, no hacen eso para agradecer, hacen eso cuando aman a alguien.

Valentina rio con vergüenza y tanto las estrellas en sus ojitos como la de su cabello parecieron brillar más al ver algo tan bonito.

—Me atrapaste —dijo la humana, haciendo que el rostro de Juliana brillara en rubor.

El resto del viaje Valentina se sintió embobada, Juliana podía ver el halo brillante a su alrededor brillar aún más, y le parecía divertido, porque con solo reír la humana se iluminaba cual estrella fugaz rompiendo en la atmósfera.

Juliana sabía que era porque cada vez la enamoraba un poco más y estaba más que feliz con eso.

La humana estaba perdida en ese sentimiento al encontrar algo maravilloso, eso que no estaba buscando en realidad pero que había encontrado sin esperarse, en una situación casi extraña e imposible.