Aquella mañana se levantó más inquieto de lo normal.
Antes de desayunar, le dejó su comida a Axonejo, reiterándole una vez más que permaneciera en su lugar y que no se la liara escapándose por su cuenta. Luego, se dió una rápida ducha, escogiendo una vestimenta más abrigada por las recientes bajas temperaturas. Apreció en el espejo su suéter favorito, cubriéndole también las manos, manteniéndole calentito y contrarrestando los escalofríos.
Antes de salir al exterior, sacó de uno de sus cofres el pollo de goma, apretándolo y haciéndolo sonar con verdadero gusto. El sonido que para algunos podría resultar desagradable, para él no era más que un motivo de alegría y de infantil capricho. Se lo llevó consigo, junto con una manzana que probablemente devoraría en el camino.
Dando pequeños saltos llegó hasta la sirena, encontrándose con Juanito en una de las tiendas.
─Axo!─le saludó este con su típica voz carismática, una que se tornó agria por completo al visualizar lo que sonaba en una de sus manos.
─Buenas!─respondió el niño de cabello bicolor como si nada, ignorando olímpicamente la mueca de irritación en la cara del hechicero. En definitiva, los adultos no saben nada de los placeres de la vida─. Puedo saber qué compras a éstas horas?
─Terracota─Juan terminó de pagar, guardando el material en el inventario. Seguía preguntándose qué pintaba un jodido pollo de goma en el premio, evitando a la vez hacer cualquier comentario al respecto, ya que al parecer el niño prodigio lucía feliz esa mañana─. Comenzaré una nueva construccion en mi santuario... ─hizo una pausa, con una idea cruzando por su cabeza─ quieres acompañarme de mientras? si es que no tienes nada que hacer.
─Mmm... vale─aceptó Axo sin objeciones, presionando de vez en cuando el objeto entre sus dedos durante el trayecto. Juan se contuvo de blasfemar y pedirle directamente a los Dioses que pulverizaran aquel maldito juguete.
El sonido se detuvo apenas llegaron al templo, dándole un descanso mental al hechicero, el mismo que se giró para ejecutar dicha idea.
─Te propongo algo, Axo─sacó una terracota de su inventario, extendiéndola en su dirección─. Si me ayudas con lo que quiero construir, te pagaré con una generosa cantidad de diamantes─lo cierto es que no, ya que sabía que el niño se había traído el pollito exclusivamente para joder. Dejó su propuesta en el aire, esperando pacientemente por su respuesta.
Un destello de duda cruzó por la mirada del bicolor, sabiendo que sus ganas por trabajar estaban ausentes la mayor parte del tiempo... sin embargo, entre el trabajo y los diamantes, eran éstos últimos los que pesaban mucho más en la balanza. Se había gastado los que le quedaban e ir a la mina no le hacía demasiada ilusión, al menos no ahora.
Por ello, y algo reticente tan solo para disimular, aceptó. Juan sonrió, victorioso, guiándole y señalándole en dónde quería empezar a picar. Le facilitó las herramientas, viéndole iniciar casi de inmediato, siguiendo al pie de la letra sus órdenes; de pronto una punzada de arrepentimiento le atacó, puesto que de verdad parecía estarle poniendo todo su esfuerzo.
El pollito de goma había pasado momentáneamente a segundo plano.
─Llegaremos hasta aquí─Juan le detuvo, trayendo consigo la terracota─. Te iré diciendo en qué sitio deberás colocar cada una, de acuerdo? para que no lo hagas a lo loco.
Axozer bufó, como si no se manejara con ese material desde el primer día que salió. Entonces, la curiosidad lo invadió.
─Qué se supone que quieres construir aquí?
Juan respondió con orgullo.
─Una sala para contactar directamente con los Dioses.
Axo le otorgó una expresión de "es en serio?", siendo una prueba más de que el hechicero no escatima ni en sus supuestos poderes ni en el límite de estos. Tampoco es que los Dioses fuesen tan receptivos ante las peticiones de los mortales...
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Estridente | Karchez x Axozer
FanfictionCómo es que un pollito de goma les arrastró a semejante situación?