Una nueva forma de amar

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Un sábado en la mañana y desvelarse, la peor combinación posible, al menos para Aiko. Gracias a que la noche anterior acabó durmiendo a altas horas de la noche, levantarse para ir a trabajar fue una tarea prácticamente imposible.

Sin embargo, no todo era tan malo como aparentaba ser.

Hiriko y Akemi habían decidido hacerle compañía por haber rechazado su propuesta el día anterior, de alguna forma buscaban compensar su ausencia.

— Tienes unas ojeras hija mía, parece que no has dormido en siglos. — Dijo Akemi

— No seas exagerado. — Hiriko lo golpeó. — Es solo que... ¿Cómo decirlo?

—En resumen, te ves como la mierda. —Reiteró el azabache.

— No es eso, es solo que no te ves muy saludable. — Explicó una vez más.

— No teneís que decírmelo, tengo espejos en    casa. Sé que no parece, pero los tengo.— Contestó seria.

Hiriko golpeó una vez más a Akemi.

— ¡Deja de golpearme! — Le reclamó.

— Deja de decir cosas hirientes. — Respondió la pelirroja.

Aiko se dispuso a limpiar la barra con el fin de hacer a un lado la aparentemente ridícula discusión de sus dos amigos. Tomó un paño y comenzó a pasarlo de un lado a otro por la superficie.

— Buenos días, Aiko. — dijo Shiori quien recién llegaba.

— Buenos días, Shiori. — Respondió Aiko.

— Me sorprende que hayas llegado tan temprano y con compañía. 

— No dormí muy bien, por suerte me despertó el dolor de espalda y aquí estoy. — Aiko dejó el paño a un lado.

— Mucho gusto muchachos, como ya lo escucharon, mi nombre es Shiori. — La mujer hizo una pequeña reverencia.

Tanto Akemi como Hiriko se pusieron en pie e imitaron la acción de Shiori.

— Ellos son Hiriko y Akemi. — dijo Aiko.

— Que lindos nombres. — les sonrió. —¿Desean algo? ¿Un batido quizá?

Ambos chicos aceptaron. Hiriko lo hizo por vergüenza mientras que Akemi lo hizo por gula, a pesar de que tenía su estómago lleno pensó que un batido no le vendría mal.

Shiori se retiró del sitio y Aiko comenzó a preparar los batidos de sus amigos, no sin antes preparar uno para ella. Aunque sabía que Shiori no se molestaría porque hiciese uno de más, prefirió poner dinero en la caja registradora en forma de pago por los ingredientes que usaría.

— ¿Puedo preguntarte algo? — Akemi se acercó a Aiko.

«No de nuevo», pensó Aiko.

— Me gustaría saber porqué te desvelaste, digo, lo mencionaste hace unos minutos. — Dijo el azabache con una mirada de sospecha.

— Ya te he dicho que no es de tu incumbencia cosas como esta. — respondió Aiko.

— Que pesado eres, Akemi. — Hiriko regañó al chico.

— Lo siento, lo siento. — Se excusó. — Solo pensé que era un tanto extraño que últimamente Aiko tiene ciertas actitudes descomunales.

— Deja de hablar así, Sherlock Holmes. — Aiko lo interrumpió.

— Entonces no lo niegas. — Akemi retomó el tema.

— ¿El qué? — Aiko fingía no comprender para así restarle importancia al tema.

星 Hoshi | Shinichiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora