ellos

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Una carcajada prepotente, risas bajas burlándose de todos aquellos que le tomaban de los brazos y le obligaban a arrodillarse frente una anciana de túnicas rojas. Su cabello blanco atado en dos trenzas largas y la cara pintada con líneas que le causaban más gracia que la misma situación. 

Dos noches atrás, cuando dio un pie fuera de Gusu, dejando a Lan JingYi tirado en el pasto con heridas abiertas que le conducirían a una muerte segura si no se le atendía de inmediato, casi que le llovió encima una cascada de espadas deteniendo su huida. Las espadas habían brillado con la luz de la luna y las estrellas de ese cielo despejado y esa madrugada fría. Los dedos de los pies los había tenido congelándose conforme corría entre los arbustos, escuchando las pisadas detrás de él persiguiéndole. Al final, había caído en las redes del gran HanGuang-Jun, prometiéndole que todo estaría bien siempre y cuando le devolviera el control a Lan SiZhui. 

Paz y tranquilidad durante al menos veinticuatro horas, donde el joven cultivador se había dejado examinar con la cabeza gacha, dejando que le desnudaran para encontrar marcas perdidas en cualquier parte. Pero nada. Nada hasta que Wei WuXian trajo consigo a esa vieja que le bañaba en aguas perfumadas y le pasaba por el cuerpo ramas ásperas que le hacían cosquillas. 

—¿Quién eres?

La mujer le tomó de la mandíbula, alzando la cabeza del que reía a sus pies. El menor, con el cabello suelto y envuelto en túnicas interiores que se empapaban conforme más se reía se removió, soltándose de su agarre. —Mi nombre es Yuan.

—¿Qué eres?

Wei WuXian se aferró al mismo lugar en donde había estado parado desde hacía un ya buen rato. Que impotencia la suya de estar ahí sin poder mover un solo músculo, lo tenía comiéndose las uñas, mordiéndose la boca hasta hacerle sangrar. Pero peor no estaba que Lan WangJi que se veía forzado en mantener arrodillado a aquel al que crió. Lan XiChen le sostenía del lado izquierdo, el contrario de su hermano. 

—Soy un niño, ¿no lo ves?

—Yo veo el cuerpo de un cultivador, un muchacho que está sufriendo. 

—¿Qué? —preguntó anonadado—, pero si Lan Yuan y yo nos hemos divertido tanto juntos. ¡Me ha enseñado a nadar!

—¡Basta! —la anciana se acercó a su rostro, atrapando en sus manos de nueva cuenta la mandíbula del chiquillo que comenzaba a retorcerse entre los brazos de los jades. Ambos dudaron en aplicar la fuerza, sentían la carne apretarse, futuras marcas y moretones que le dolerían por días completos—, ¡no dejen que se suelte!

Lan WangJi miró a su hermano, ambos sufriendo en silencio en distintas raíces. Wei WuXian quería ir corriendo hasta el lugar, separar a todos del joven que comenzaba a llorar sin ser consciente de ello -o tal vez sí pero Yuan no le permitía actuar de cualquier manera-. 

—Abre la boca —ordeno la mujer, apretando los dedos en las mejillas para que obedeciera pero con un simple jalón brusco se soltó. Era comprensible tomando en cuenta la situación—. ¡YiLing LaoZu! Sostenga su mandíbula.

Negó con la cabeza atormentado, escuchando a Lan SiZhui reír a carcajadas, ¿o Lan Yuan? ¿Yuan? ¿realmente era su nombre Yuan? Se sentía mareado, aturdido; no lograba enfocar la vista más allá de ese cuerpo inmovilizado. 

—...Xian —era un eco, un rebote en sus tímpanos que no lograba descifrar—, Wei WuXian —le hablaban, Jiang WanYin le estaba gritando frente a su cara, ahora mirando sus ojos azules preocupados—. ¡Wei WuXian, reacciona!

—No puedo.

Jiang Cheng le contempló igual de asustado, tragando grueso pero tratando de mantenerse firme. Giró la cabeza, analizando la escena frente de ellos. La mujer necesitaba a un tercero que le ayudara y, estando más consciente que el otro, se envalentó aún con las manos temblando. Venga, una posesión de cualquier tipo no era más complicado que levantar una secta de entre las cenizas, ¿verdad?

Tu-tu-tu-tú [MDZS].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora