Aquí es donde empezó, lo que terminaba.

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Ella, un alma vacía con sentimientos tan frágiles como las alas de una pequeña mariposa…
El… un joven frió de sentimientos incomprensibles…

Los dos se conocieron aquella tarde de otoño, cerca de la cafetería a la que ella solía ir todas las tardes para relajarse y pensar un poco en sí misma, amaba tomar el delicioso café que servían allí.

Sentada con su cabello desordenado y recogido, llevaba un suéter color francés.

La puerta de la vieja cafetería se abrió rápidamente todos voltearon a ver que era un joven vestido elegantemente, con su cabello perfectamente peinado y llevaba unos de los perfumes más caros de Nueva Orleans.

Las mujeres se detuvieron a observarlo, si era como sacado de un libro de cuento de hadas, el típico príncipe que todas anhelaban tener en sus brazos.

Aquella joven se detuvo a mirarlo un segundo, pero no le llamo la atención, seguramente era uno de esos turistas ricachones que pasaban por la ciudad.

Aquel atractivo joven pasó junto a ella, rozando rápidamente su brazo, ella sintió como un escalofrió recorría todo su cuerpo, lo fulmino rápidamente con la mirada, el solo le mostro una sonora sonrisa, luciendo sus perfectos y blancos dientes que deberían a ver costado una fortuna.

-¿Qué se le ofrece señor? – pregunto coquetamente la mujer que atendía la cafetería.

- Un café. – Sonrió 

- ¿algo más? – pregunto suspirando.

- Si un café para la señorita que se encuentra allá. – sonrió al ver como ella leía su libro favorito.

- De acuerdo, son $5 dólares.
Aquel muchacho saco algo de dinero de su billetera entregándole una suma importante de dinero.
- Quédese con el cambio. 

La mujer se retiro rápidamente y preparo los ansiados cafés a la velocidad de la luz.

- Permítame por favor, yo los llevare.- insistió el joven. 

El camino lentamente hacia donde se encontraba aquella muchacha de ojos cafés, le llamaba demasiado la atención, nunca había visto a una mujer como ella.

La había estado observando unos segundos, y era sencillamente hermosa.

Su cabello alborotado recogido en un simple rodete, aquel suéter que le quedaba a la perfección, ocultando su cuerpo, las tímidas sonrisas que se dibujan en su rostro al leer paginas que seguramente la comprendían, las pecas que se lucían en sus pálidas mejillas, sus intimidantes ojos color miel, ella podría ser todo o simplemente nada, ella podría ser su mejor amiga o su peor pesadilla…

No lo sabía, sentía que había perdido la cordura por invitarle un café de $5 dólares a una mujer que ni siquiera sabía su nombre o aun peor que nunca la había visto antes.

Pero se antevería, iba hablarle…

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