Ya había pasado un mes desde que empecé mi nueva y salvaje vida. Tadashi me enseño a como conseguir comida, algo que obviamente debo enseñarles, pero creo que es mucho más importante hablarles sobre qué hacer cuando tienes accidentes y/o enfermedades en este entorno.
En la jungla predominaban las bayas Ango, unos peculiares frutos rosados con forma de espiral que eran demasiado dulces, habían pokémon que decían que eran alucinógenos pero yo no les creía porque nunca me había pasado nada malo al comerlos.
Pero, ¿por qué les cuento esto? Pues pasa que una mañana, rondando las 11 horas, estaba junto a Tadashi recolectando bayas. Él me había contado que tenía la habilidad de cambiar de forma dependiendo del clima y por esa razón al contacto con el agua su rostro se ponía azul y en días de mucho sol se tornaba naranja intenso, no es importante, pero si interesante.
-Bia, se que te gustan mucho las bayas Ango pero, ¿no quieres darle una oportunidad al bar del Maestro de la jungla?-Tadashi me veía recolectando más bayas para mi madriguera, me había hecho con una buena cantidad de estos y me divertía recogiendolos.
-Sabes muy bien lo que opino del bar Tadashi, prefiero recoger mi comida yo misma.
-Si, si lo sé. Pero tampoco habría nada de malo en darle una oportunidad al bar, nunca has ido ahí.
-Y ni planeo hacerlo-le reiteré a la par tomaba una baya y le daba una mordida antes de meterlo en una pequeña cesta que me había hecho con lianas. Creo que también debería enseñarles a hacer este tipo de cosas.
-Ven acompáñame-le dije cuando mi cesta estaba completa. Ya me había acostumbrado a su compañía y nos dirigimos sin pierde hacia mi madriguera.
Después de asegurar mi reserva de bayas Ango volví a salir para recoger más. Mi rutina era prácticamente salir a beber al río, recolectar mi comida y seguir recolectando. No debía preocuparme por escasear las bayas Ango ya que crecen muy rápido y en menos de 72 horas ya habían bayas nuevas, frescas y maduras listas para comer, además cuando no tenía ganas de ir al río por la flojera así tomaba agua de las raíces de mi patio. A la luz del crepúsculo pasaba tiempo con Tadashi que era igual de madrugador que yo y repetía lo mismo el día siguiente. Era el paraíso y no había razón para cambiar esa rutina.
Ese mismo día, más tarde encontré entre unas zarzas espinosas una gran baya Ango, les juró que era "La Baya" y sin pensarlo me adentre para conseguirla.
-B-Bia, no creo que sea seguro entrar ahí-dijo con un tono de incomodidad mientras me veía intentar alcanzar el sabroso fruto.
-Tonterías, mejor ayúdame a alcanzar esta baya-respondí intentando reptar hacia el fruto.
Mientras me acercaba a la baya una de las espinas pinchó levemente mi cola, no le di importancia y continué hacia mi objetivo sin pensar que mientras más me acercaba la espina en mi cola empezaba a rasgar poco a poco mi cola hasta que de un tirón en seco conseguí lo que necesitaba a la vez que mi cola era destruida y gritaba de dolor en medio de los mortales arbustos.
-No no no no no no no no, yo sabía que esto pasaría-el Castform gritó preocupado por lo que me había pasado y frente a su falta de brazos me tomó de la cola con su boca jalandome para liberarme y poder ayudarme.
-Auch, ay ay ay. ¡Suéltame Tadashi!-el pequeño Castform acató y me dejó.
-¿Entonces qué planeas hacer?
-Saldré yo misma-respondí mientras iba en reversa para zafarme de las espinas que me rodeaban haciéndome más daño y provocando pequeños gemidos de dolor de mí parte
Cuando acabé de salir castform estaba completamente rojo y desvió su mirada hacia mi cola-E-Estas sangrando-me informó cuando vio una gran fisura en mi cola de la que chorreaba un líquido rojo.
ESTÁS LEYENDO
La guía de supervivencia de Bianca
Ficção GeralDespués de ir a la Jungla Umbría, Bianca, la Leafeon de Adrián deberá aprender a sobrevivir en este inhóspito entorno