La vida que Stella Cromwell tenía siempre fue sencilla y sin tantas complicaciones. Sin contar por el hecho de que todas las noches, mientras duerme, él está en sus sueños, todo cambio desde el momento en que sus ojos lo vieron por primera vez.
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Dos almas pueden coexistir en el mismo lugar, en el mismo momento, unificarse como una sola, verse reflejadas como un espejo el uno al otro, saber que es real y que por fin después de tanto tiempo este frente a ti. De una lucha contra el destino y la lógica, estar a tan escasos centímetros de tocar su rostro, poder verlo tan nítido como en una fotografía mientras que todo alrededor se encuentra en calma, sentir que el tiempo se congela como un recuerdo grabándose en tu memoria, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Hasta que al final se vuelve borroso, todo se nubla, sin poder ver nada y empiezas a escuchar como se aleja de manera precipitada sin poder evitarlo.
— Stella, ya despierta, vas a llegar tarde a la escuela — abrí los ojos al escuchar el grito de mi mamá mientras me movía para despertarme.
Joder, fue solo un sueño
— Ya desperteee — mi voz sonó ronca, voltee para ver la hora en el despertador y eran las 6:45 am.
— Mi despertador tenía que sonar en al menos 5 minutos — señale levantándome.
— Da igual, vas a llegar tarde, prepárate rápido para que bajes a desayunar — sentencio de una forma tan gentil mi querida madre.
— De acuerdo — musité soltando un bostezo.
Al empezar a alistarme, no podía dejar de pensar en lo que había soñado, no es la primera vez que sueño con ese chico, de hecho, llevo ya casi un año soñando con él, sé que no debería darle tanta importancia, sin embargo, cuando sueño con él se siente de cierta forma real, como si fueran recuerdos que ya viví, es algo muy raro que ni yo misma sé explicar, mis amigos Jordán y Jade piensan que deberían encerrarme en un psiquiátrico por llegar a pensar que quizás pueda haber algo detrás de ellos, pero quien sabe.
— ¡Stella! — el grito de mi hermano me sobresalto, que acaso a todos les dio por gritar esta mañana — apresúrate o llegaré tarde por tu culpa.
— Logan, ya lo haces sin necesidad de mi ayuda, además, no te llamaría el estudiante modelo que llega temprano — hable de forma extrañada por su actitud.
— Las personas cambian hermanita — hablo haciéndose el indignado.
— Claro — mascullé mientras alzaba una ceja — ¿Qué estás tramando?
— Me hiere que creas eso sobre mí — dramatizó poniéndose una mano en el pecho.
— Logan — farfullé.
Soltó un bufido para luego proseguir a hablar.
— Se supone que hoy planeamos hacerle una broma de bienvenida al rector.
