Capítulo 3

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Cinco.

Mentiría si les digiera que no siento nada cuando me percato de la presencia de ambas tenientes a mi costado. Kate Jones y Agustina Gonzáles. Mujeres que lo único que hicieron fue dañar mi reputación al momento de testificar en mi contra. Siendo esa, la principal razón por la cual fui expulsada de la organización por cinco años.

Ellas, se encargaron de tirar todo mi trabajo desde los quince años por la borda cuando se atrevieron a abrir la boca.

Pase semanas dentro de mi habitación sin poder salir. Nuestro apellido había quedado tan manchado, que mi propio padre no tenía el valor de mirarme a los ojos cuando nos cruzábamos. Su ego e imagen quedaron por los suelos cuando su hija salió de la organización.

Por otra parte, entre en una rutina. Comer, llorar y dormir se convirtió en mi día a día. Estaba hecha pedazos, todo se estaba hundiendo y yo no era capaz de hacer nada. La depresión me segó. Deje de hacer las cosas que a mí me gustaban simplemente por no querer cagarla otra vez.

La inseguridad comenzó a ser mi enemiga, me costaba hacer cosas que antes hacia fácilmente. Me sentía inservible cuando notaba que todos seguían con sus vidas, mientras que yo, no era capaz de salir de esa estúpida habitación.

Y así lo fue, por unos meses. Durante ese tiempo por la cabeza del ministro rondaba la idea de llevarme a una escuela para monjas. La idea de este, era que ellas se encargarían de sacarme de ese hueco donde andaba metida.

Pero eso nunca pasó, ya que la madre del ministro se hizo cargo de mi por tres meses. Llevándome al campo, dónde me ayudaría a reflexionar, y a sanar.

A decir verdad, su idea sirvió.

Ya que madure. Logré pensar las cosas dos veces y darme cuenta del daño que me estaba haciendo. No solo mentalmente, si no también físicamente, mi cuerpo había cambiado, estaba más flaca, pálida, con ojeras y moretones. El doctor consideró que estaba anémica y que debía hacer un cambio.

Es por eso que sorprendi a todos cuando regrese. Ya soy una adulta, deje de ser la niña de veinticuatro años para ahora ser la mujer que limpió su apellido con unas simples misiones.

Mis habilidades estaban perfeccionadas, ya no era débil, me hice fuerte, a la mala, pero lo hice. Fui capaz de callarle la boca a todas esas personas que años atrás me habían juzgado. Demostrando de lo que es capaz de un Boyer cuando se lo propone.

—Payton...—escucho la voz causante de que salga de mis pensamientos.

—¿Si?

Volteo casi al instante para observar a ambas tenientes, siguen exactamente igual que hace unos años. A diferencia de que ahora sus rostros se ven muchos más maduros. 

—Escuchamos de tu misión efectiva en Afganistán—Comenta la latina—,nunca dudamos de tus habilidades liderando una tropa para misiones de riesgo. 

Respondo con una sonrisa de boca cerrada. No es por ser maleducada, pero sinceramente quiero ahorrar mi saliva lo más que pueda en estas dos chicas. Estoy como una bomba apunto de explotar que lo único que la detiene es el hombre que tiene al frente. Step.

Este se mantiene en silencio mientras disimula tomando de su taza de café. Sabe perfectamente que soy capaz de matar a las tenientes en cualquier momento si me lo dispongo. Es por eso que no levanta su maldito culo de la silla.

—Payton...—empieza Kate. 

—Tenientes, si me permiten—volteo a verlas molesta—,me gustaría que me llamaran por lo que soy, Capitana. Recuerden dirigirse hacia mi formalmente dentro y fuera de la central.

Evil Force [En Actualización]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora