FOTOGRAFÍAS

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Clarke y Bellamy fueron a la misma universidad y salieron esos cuatro años de corrido, y más que seguro de lo que sentían por el otro, decidieron casarse. Eran de familia chicas, así que prefirieron hacer todo muy de ellos con sus cercanos. Semanas luego, no solo vivían juntos si no que estaban en la espera de una hermosa niña—noticia que se dio a saber meses luego—. Y les puedo asegurar que no hubo niña más querida: su habitación completamente pintada, pequeñas prendas por todos lados, e inclusive el pequeño cachorro movía su cola cada vez que se acercaba al estómago de Clarke.

—¿Te gusta Ava?—preguntó Bellamy acercándose a Clarke, depositando un suave beso en sus labios. Y Ava fue su nombre.

La niña vivió entre besos de sus padres, risas y escapadas con su padre para comprar golosinas.—¿Dónde está Ava?—preguntó Clarke tapándose sus ojos frente a su niña de cuatro años, la cual saltó frente a ella en brazos de Bellamy con un "buh"—¡Ah!

—¡Papá, asustamos a mamá!—festejó. Y los viernes... este día era para acostarse en la cama con ellos y ver películas hasta que se durmieran los tres. Y la parte favorita de todos, era cuando Bellamy las acurrucaba y les hacía saber que eran las mujeres de su vida. Y tal vez Ava no lo entendía como tal, pero Clarke supo que era así.

Pero la verdad estaba en que el amor no siempre une, y cuando se junta con el dolor, dan a la combinación de una ruptura más dolorosa. Eso pasó el día que Clarke recibió la llamada de Bellamy mientras esta daba clases, se extrañó y para cuando atendió, este murmuró que fuera al hospital.

La razón por la que Bellamy no fue a trabajar era porque la pequeña Ava pasaba por un resfrío, y decidió quedarse con ella, sin embargo cuando el segundo médico llegó, el tiempo se acortó: ninguna transfusión de sangre, ni antibióticos, fueron lo suficientemente fuertes para mantener a esa niña con vida. Los llantos de ambos padres en la cama mientras uno la acurrucaba y el otro lloraba entre sus manos no fue suficiente.

Y ahí, ambos entendieron la frase de que la muerte se estaba enamorando de los niños. Y su mejor momento, se convirtió en pesadilla. Todo lo que habían formado, se derrumbó como una mala viga colocada. Siquiera podían consolarse mutuamente porque ninguno estaba para eso, y por más que intentaran, era un rose constante.

—¿Donamos las cosas?—preguntó Bellamy en una de las tantas tardes vacías.

—¿Qué?—Clarke sintió como si se estuviera burlando—¿De qué mierda hablas?

—Pasó un mes, Clarke—tomó aire—. No... podemos quedarnos con un par de cosas pero no tiene sentido. Es puramente masoquismo quedarnos con la cama, su ropa... y podemos—tragó saliva—, dársela a alguien que lo necesite.

Los ojos de Clarke se cristalizaron—¡Fueron de Ava!

—Pero—quiso decirle que ya no eran de ella, que Ava ya no estaba ahí, pero era algo que claramente ya lo sabía.

Un día, Bellamy se durmió en el sofá, y para cuando se dieron cuenta, habían dejado de dormir juntos. Apenas se hablaban ya, pero es que el dolor los consumió y se llevó cada gota de felicidad.

Clarke tomó aire mientras se acercaba a él, proponiendo mudarse y admitiendo que le dolía mucho estar ahí. Él asintió, pues también había pensado en eso, y fue en ese momento, donde muchas de las cosas fueron donadas y dejaron esa casa que tanto habían deseado para ir a un apartamento de renta. Fue cuando se mudaron, que intentaron volver a dormir juntos pero no fue así. Cada uno se dio la espalda y lo único que estaba con ellos era el perro.

Y estaban pasando ese momento donde sabían que la cosa había llegado al fin, pero ninguno dio ese paso hasta dos meses luego que Clarke se acercó a donde Bellamy corregía seriamente trabajos de clase. Él levantó su vista hacia ella, y habrá sido la expresión o por los años que la conocía, que asintió comprendiendo.

Fotografías// BellarkeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora