Único💧

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Dedicado a mi bae SweetHope98 lo volví a subir jeje menciona un usuario

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—Me gustaría hablar contigo.— Dejé de masticar el trozo de donut que me había metido en la boca para hacer frente a Yoongi. Él se pasó una de sus manos sobre su cuello mientras que la otra reposaba en el bolsillo del pantalón. Apenas me podía mirar a los ojos, esto era incómodo para los dos. Quería que la tierra me tragara. Pero aquel idiota me había acorralado, por lo que no podía huir.
—¿Qué quieres?— pregunté después de tragar saliva, aunque tenía muy claro lo que iba salir de esa boquita tan... perfecta.
Él miró a su alrededor, cerciorándose de que no había nadie interesado en la conversación. Sus ojos seguían sin mantener contacto directo conmigo más allá de unos pocos segundos.
—He oído... ya sabes, el rumor.
Mis mejillas se tiñeron de color carmín ante su intervención. Agaché la mirada hacia mi almuerzo a medio engullir y me acometieron unas terribles ganas de hacerlo callar, me hubiera gustado usar el diccionario de chino que llevo en la mochila, es muy grueso, no me cabía duda de que lo habría dejado inconsciente fácilmente. ¿Es que acaso es idiota? Ninguno de los dos queríamos tener esta conversación. No entendí cuál era el punto. Habría sido preferible para los dos pretender que no ocurrió nada. Pero, al parecer, el idiota de Yoongi disfrutaba humillándome.
—Hoseok, me agradas, en serio. Después de todo, nos conocemos desde el parvulario. Pero no me gustas de esa forma, tengo novia, ¿sabes?— Él compuso un mohín de circunstancia, forzándose a sonreír para aminorar la tensión—. Lo siento, ¿está bien?
Rodé los ojos ante su justificación de mierda. Gruñí en respuesta para después salir disparado de ahí. A los lejos, atisbé la puerta del baño y me adentré, cerrando detrás de mí.
Idiota
Idiota
¡IDIOTA!
No es como si yo me hubiese confesado. Se trataba de un rumor que esparció Hyungmin. Solo tuve la mala suerte de ser atrapado fantaseando en voz alta sobre Yoongi en clase de arte. Le rogué que no se lo contase a nadie y él me prometió que así sería, pero, por lo visto, ya está más que corroborado que no puedo confiar en su maldita palabra. Desde el día anterior, todo el mundo sacaba el tema de mi supuesto enamoramiento por Yoongi a coalición, pretendí fingir que no me afectaba aunque no era fácil pasar por alto los comentarios sarcásticos. Todo nuestro grado sabía que no me llevaba con Yoongi, así que no podía dejar que él se enterase. ¡Qué vergüenza! Me negaba a lidiar con su sonrisa de suficiencia al descubrir mis sentimientos. ¿Aunque qué podía hacer yo para evitarlo? Es por ello que terminé escondiéndome junto al contenedor de la basura en el recreo con la esperanza de pasar desaparecido. No fue suficiente, al parecer. Él se las ingenió para encontrarme de todos modos.
Que bochorno, además, es todavía peor cuando descubres que en otros tiempos fuimos amigos.
Aunque hacía muchos años que Yoongi y yo dejamos de ser amigos y nos convertimos en unos simples compañeros que pretendían no compartir un pasado. Ambos éramos excelentes estudiantes, nuestra rivalidad era conocida en todo el instituto. Los demás asumían que nuestros roces se reducían a querer destacar por encima del otro, pero los dos teníamos claro que había algo más. Desde que me dejó para hacerse amigo de Jackson y su pandilla en primero de secundaria, jamás volvimos a entablar una conversación decente. Él fingía que nunca fuimos mejores amigos, de hecho, se dirigía a mí sin más, para Yoongi yo solo era un simple compañero de clase, era como si negase todo el daño que me hizo hacía cinco años. Sabía que debería superarlo, por otro lado, para él era fácil pasar página porque tenía todo el mundo rendido a sus pies. Yoongi sobresalía en todo lo que se proponía; tenía las mejores notas, se convirtió en deportista de élite en natación a los catorce años y, por si fuera poco, es condenadamente atractivo.
Estaba claro que no me iba a echar en falta cuando se codeaba con el grupo de los populares. En cambio, yo lo único que tenía era mis calificaciones. Era parte de un grupo de amigos con los que pasaba el tiempo en el recreo, pero no eran esa clase de amigos con quienes podía hablar de cualquier cosa o salir de seguido. Demostrado quedó con Hyungmin y su enorme bocaza. A decir verdad, me sentía bastante solo. Quizá es por esto que me molestaba estar en primera fila y ver la vida de ensueño que disfrutaba Yoongi. A mis dieciocho años yo era un don nadie mientras que él ni me recordaba.
Y lo peor no era guardarle rencor, sino que no conseguí desahacerme de mis sentimientos hacia él aún con el pasar de los años. Él fue quien me hizo descubrir mi sexualidad, desde la primaria yo había sentido un apego por Yoongi más fuerte de lo habitual entre amigos. Mi admiración por él sobrepasaba los límites establecidos, quería ser como él, me ponía celoso si jugaba con otras personas al punto que no le dejaba tener novia. «Podemos ser novios si tanto quieres tener una pareja», recuerdo que resolvió mi yo de ocho años después de tirar del pelo de Yeri, la niña que intentó besarlo. Yoongi se sonrojó ante mi propuesta, pero aceptó y pretendimos ser pareja durante una semana hasta que su padre nos explicó, el día que nos descubrió, que los mejores amigos no van de la mano ni son novios. «Eso es extraño, es de maricas», fue la primera vez que escuché aquella palabra, pero se me quedó grabada como si me la hubieran marcado con fuego en la piel. Yoongi había decaído después de semejante reprimenda y, en consecuencia, me evitó durante casi cinco días. Recuerdo que él se veía decaído y me apenaba no tener la oportunidad de preguntarle por lo qué sucedía. No fue hasta que mi madre fue a hablar con sus padres, que Yoongi volvió a hablar conmigo como si nada hubiera sucedido. No sé qué hizo mi madre, pero él estaba alegre de volver a ser mi amigo.
Nuestra relación volvió a ser la misma de siempre, a excepción de que Yoongi ya no correspondía el contacto afectuoso como antes. Él seguía siendo agradable conmigo a pesar de que, en ocasiones, no parecía conforme con algunas de mis conductas. Ya no le agradaba que saltase sobre su espalda o que dejase reposar mis pies sobre sus muslos mientras veíamos una película en mi casa. A pesar de ya no ser tan expresivos como en nuestra infancia, los años fueron transcurriendo y nuestra relación se fortaleció. Pero mis sentimientos por él se volvieron confusos, pues estos no correspondían a una amistad convencional. Con diez años no sabía identificar cuáles eran las razones que hacían que mi corazón se acelerase cada vez que Yoongi me sonreía. No era lo normal, yo no me ponía impaciente por ver a mis demás amigos ni mi estómago hormigueaba con antelación. No fue hasta el año siguiente que descubrí que se trataba de amor. Fue difícil, ya que no tenía muy claro qué hacer con esos sentimientos que tenía hacia mi mejor amigo. No me atrevía tampoco a decírselo, además de que mi mente no dejaba de repetir que no estaba bien amarlo. Por lo que tomé la decisión de evitar mis sentimientos con la esperanza de que desapareciesen.
Siete años después, aquí estoy; todavía enamorado del idiota de Min Yoongi.
🌸
Yoongi no se dirigió a mí desde que huí enfurecido. Agradecí que me dejase en paz porque ya tenía suficiente con la mortificación que implicaba ser expuesto delante de todo el instituto. Por fortuna, Minhee, de primero de bachillerato, le cortó el pelo en venganza a Jihyo. Esto se convirtió en todo un acontecimiento así que dejé de ser el tema favorito a tratar en la cafetería. Por consiguiente, mi estado de ánimo mejoró considerablemente, fue un buen momento para tener un perfil bajo ya que en breve tenía mi fiesta de cumpleaños y no quería verme con cara de mierda.
Mis padres invitaron a aquellas personas (algo así como amigos) con las que más me llevaba; Namjoon, Jin y Jimin ( a Hyungmin no lo invité por bocazas y por destruir mi orgullo). Tampoco me creía que los demás no supieran con antelación sobre Hyungmin yéndose de la lengua, obvio estaban implicados, pero decidí pasarlo por alto, pues no tenía más amigos y he cubierto mi cupo para permitirme perder alguno.
En cuanto a la fiesta, fue una reunión tranquila en mi casa. Mis padres hornearon un pastel de nata y fresas, además de otros postres deliciosos. Era una suerte que ambos se dedicasen al negocio de la hostelería. Para ser sincero, sospechaba que mis amigos no se perdían ni uno de mis cumpleaños solo porque deseaban asistir al festín que hacían mis padres. Como sea, fue una tarde bastante decente, nos las pasamos viendo películas de Marvel y mi hermano Jungkook cantó con su voz desafinada "Dumb Dumb" mientras se movía gritando «¡Soy la jodida Irene!».
—¿Me dais mi regalo?— pedí cuando terminamos de comer el plato principal, mi madre miró a mi padre, componiendo una mueca indescifrable.
—Mejor cuando estemos solos— arqueé una ceja, interrogativo, pero ella no respondió a mi precavida pregunta. En su lugar, se dispuso a cortar la tarta sin mirarme a los ojos.
Decidí no insistir, intuyendo que serían los nuevos tomos de Tokyo Revengers que pedí. Pero una vez nos sentamos en la soledad de nuestro salón y abrí el regalo, me quedé sin palabras. Miré el artefacto, estupefacto, para después volver a dirigir mi atención a mi familia que me miraba expectante.
—¿Es una broma?—Saqué el objeto de la caja color pastel, lo sujeté con mi dedo índice y el pulgar, como si se tratase de algún arma diabólica. Mi rostro se crispó del puro desagrado, mi madre frunció los labios, con exasperación.
—¡Oh, vamos, hijo! Lo necesitas.
—¡No lo necesito!
—Estamos hartos de limpiar las manchas en tus pijamas, esto te ayudará a deshacerte del exceso de leche.
—¡Mamá! ¡No voy a usar un puto extractor de leche! ¡No soy el jodido Goofy!— grité con las mejillas ardiendo.
—Pero si Goofy es un perro— explicó Jungkook, ahora no estaba para sus intervenciones de sabiondo.
—¡Lo que sea! ¡Pero está de novio con una vaca!
—Pues en cualquier caso eres Clarabelle.
—¡Jungkook te voy a meter el extractor por el culo como no te calles!
Le dediqué una última mirada al aparato, disponía de una ventosa de color azul y el recipiente era de unos trescientos mililitros, así que no era tan grande. Ni siquiera sabía cómo se usaba, pero no parecía agradable. Sin embargo... bajé la mirada hacia mi pecho, notando el ligero abultamiento en esa zona, a pesar de que usaba sujetadores deportivos con una buena sujeción, no era suficiente para cubrir esas dos horribles protuberancias. Últimamente mi cuerpo secretaba más leche de lo usual y, por lo noche, cuando me desprendía del sujetador para que mi pecho respirase, siempre terminaba manchando mis camisetas. Era un desastre, ya estaba desesperado, no sabía qué hacer... pero usar un extractor era demasiado, suponía un golpe bajo y me sobrepasaba con creces.
—Cariño... — Mi padre me habló con paciencia, sus ojos destellaron, apenado y tomó mi mano para animarme—. Es por tu bien, el médico nos dijo que podía venirte muy bien para deshacerte del cúmulo de leche.
Mi madre me miró con comprensión. Sabía que ellos también sufrían al verme decaído. Lo hacían con buena fe y si me entregaban el sacaleches era porque de verdad guardaban la esperanza de que me fuera útil.
—Por favor— imploró mi madre. Yo puse los ojos en blanco, molesto. No con ella, sino con todo este escenario caricaturesco. Estaba enfadado con mi cuerpo y porque debía de lidiar con una situación tan vergonzosa.
No es como si en mi vida no tuviera suficiente con ser un apestado en el instituto del que todo el mundo se reía por gustarle Yoongi. No, a parte de eso, tenía un cuerpo que generaba leche. Todo un fenómeno. Por el amor de Dios, soy un hombre, ¡esto no puede ser visto con buenos ojos! Pero cómo no, si alguien tenía que sufrir un problema hormonal, yo disponía de todas las papeletas en esta casa. Al parecer, mi cuerpo producía demasiadas prolactina, una hormona que se encarga de producir la leche en el período de lactancia. El médico sospechó que se trataba de un tumor, pero cuando me hicieron las pruebas vieron que no era el caso, más bien mi cuerpo sufría de una mutación que generaba este desorden hormonal. Es un caso extraño, los medicamentos que me prescribieron no me hicieron efecto. Como el desorden hormonal no implicaba ningún riesgo de salud, el médico me recomendó seguir haciendo vida normal y que fuera a ver a un psicólogo, ya que entendía que se trataba de un golpe duro de procesar psicológicamente. Esta Odisea ocurrió en cuarto de la eso, cuando apenas tenía dieciséis años. Llevaba dos años sobrellevando mi condición. Y no ha sido nada fácil ocultarlo de los demás. Porque a pesar de que no fuese una enfermedad de riesgo, se reducía a una anormalidad que los adolescentes no verían con buenos ojos.
—Está bien— cedí, mi madre sonrió complacida—. ¡Pero solo lo voy a probar! Si no me gusta, no lo volveré a usar.
—¡Vas a ser como una vaca!— se burló el idiota de mi hermana, le propiné un empujón en respuesta—. ¡Es broma!— Jungkook no insistió al reparar en que no me hizo nada de gracia.
Dentro de la caja se encontraba el manual, lo abrí buscando los pasos a seguir en coreano, rezando por que no doliese. Ya era suficiente con tirar por la borda todo rastro de mi dignidad, si es que me quedaba algo después de lo de Yoongi.
🌸
—¡Es una pasada!— exclamó Kotoko, mi compañera de clase de tecnología.
Yo me permití sonreír, orgulloso de mí creación. Mi robot lanzó lejos al de mi contrincante. Miré altivo a esos ojos pequeños que me fulminaban. Había herido el orgullo de Yoongi. Se lo merecía, no siempre podía ser el mejor en todo. Por una vez por todas, existía una disciplina en lo que lo superaba sobradamente: la programación.
—¿Cómo consigues que el manejo de los dedos sea tan preciso? Por más que lo intento con el mío, es imposible— Jimin preguntó, le respondí mientras aún sentía la mirada de Yoongi clavada en mi persona.
Llevaba siendo un friki de los robots desde los diez años. Su mediocre robot jamás podría derrotar a uno hecho con metal y con piezas diseñadas por el mejor programa de diseño 3D. Me había costado la paga de medio año comprar esa aplicación de diseño, pero había valido totalmente la pena con tal de saborear el fracaso del rubio malicioso.
—¡Ey, Yoongi!.— El mejor amigo del aludido, Jin, apareció en clase, tenía fama de ser todo un mujeriego, las mujeres suspiraban a su paso al ser considerado el chico más guapo del instituto. En mí no hacía nada, porque todo lo que tenía de guapo lo tenía también de tonto. Verlo pavonearse por la clase cuando ni siquiera era parte de esta optativa, me hizo bufar con molestia. Para colmo (¿cómo no?), el muy inepto tropezó con mi mochila, Jin se cayó al suelo y, lo que es peor, arrastrando mi mochila con su pierna—. Oh, perdón. Estoy bien, por si os lo preguntáis. ¿De quién es esta mochila?
—Mía— mascullé, tensé la mandíbula, procurando no mandarlo a la mierda.
—Aquí tienes— al incorporarse, Jin cogió mi mochila con desenfado. Esta estaba abierta de tal forma que dejó caer un par de cosas de ella. Mis ojos se abrieron como platos del horror, viendo como el artefacto de plástico relucía en el suelo, mostrando el contenido blanco. El ruido llamó la atención de mis compañeros—. ¿Qué es eso? —preguntó, Jin, con el ceño fruncido al no saber identificar el objeto. Di gracias de que fuera lo suficientemente tonto como para no saber qué era un extractor.
Me agaché a la velocidad de la luz y lo cogí, de seguido le arrebaté la mochila al guaperas de pocas neuronas.
—No te importa— espeté, tenaz, a la vez que me apuraba en volver a meter el sacaleches en su lugar.
—Vale...— a estas alturas, todos los testigos volvieron a enfocar su atención en el trabajo, sin darle mucha importancia a mi respuesta. Sin embargo, cuando elevé la mirada, me topé con los rasgados ojos de Yoongi puestos sobre mí, sus cejas perfectamente perfiladas se crisparon en una interrogativa que no supe descifrar. Él seguía analizándome, en cuanto lo mire receloso, él esbozó una sonrisa apenas perceptible.
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal por consiguiente, la sobrecogedora sensación me erizó el pelo de la nuca. Sus ojos profundos y de un color oscuro me dejaron sin aliento. Pretendí no demorar cuán afectado estaba y seguí trabajando en lo mío.
Esperaba haberme imaginado esa sonrisa.
🌸
Si había una asignatura que odiase con todo mi ser, esa era, sin lugar a dudas, la tediosa clase de educación física. ¿De qué me servía hacer ejercicio? Oh sí, para tener una vida saludable y rendir bien. Pero, ¿y si a mí no me interesa tener una vida larga y saludable? No buscaba vivir hasta los noventa años, así que, excluyendo esta razón, ya no encontraba un razonamiento convincente para hacer ejercicio. Francamente, prefería estar en mi cuarto, leyendo comics de Marvel o viendo complicaciones de Robert Pattinson.
Lo asumí hace mucho tiempo, no servía para el ejercicio, mas eso no despasaba mi molestia cada vez que me tocaba ver la nota que me ponían en los boletos de fin de semestre. Odiaba con todo mi ser esa asignatura ya que me bajaba la nota considerablemente. No me hacía gracia ver un triste cinco en la nota final de Educación Física. Sin embargo, mi aversión por el ejército  hacía imposible que me tomase en serio la asignatura, por lo que me tenía que conformar con una nota más que mediocre; pésima.
—¡Es mía!— grito alguno de los orangutanes de mi clase, al brincar en busca de la pelota, su brazo chocó contra mi pecho. Cerré los ojos ante el imprevisto dolor, mis pechos estaban sensibles de por sí y el contacto no hizo más que profundizar el dolor que me abrumó. Me llevé la mano al pecho, cerciorándome de mi mayor temor, en la zona derecha sentía como el líquido brotaba de mi pezón.
Por suerte, reaccioné rápido y cubrí mi pecho. Sin aguardar por el permiso del profesor, tomé rumbo hacia el vestuario masculino. Mi corazón se aceleró debido a la adrenalina del momento, al mirarme en el espejo, verifiqué, con horror, como una parche ubicado en el pecho derecho se había formado en la tela de mi camiseta.
«¡Qué fastidio!» me quejé mientras me dirigía a mí mochila para coger el extractor.
La verdad es que esa cosa me ayudó estos días ya que mi cuerpo no dejaba de producir más y más leche, y este cacharro resultó ser útil, gracias a él no manchaba las camisetas ni los sujetadores como lo solía hacer.
Me deshice de mi camiseta y del sujetador que tenía. Miré mi reflejo en el espejo, reparando en como mis pezones estaban húmedos y duros. El tono de mi pezón dañado había cobrado un color rojizo debido al golpe. Me volteé una vez hacia la puerta del vestuario para asegurarme de que no había nadie, después me dirigí con el extractor a una de las duchas. Por suerte eran individuales, por lo que dudaba que alguien pudiera descubrir mi cometido. Le quite el seguro al artefacto una vez dentro de la ducha y guíe la ventosa a mi pecho. Suspiré de alivio en cuando empecé a mover el mango, haciendo presión para sacar la leche. Habría estado bien que mis padres me hubiesen comprado uno eléctrico en vez de manual, pero bueno, era mejor que nada. Las primeras veces dolió la succión, en parte porque no estaba acostumbrada y por lo sensibles que tengo los pechos, pero una vez mi cuerpo se acostumbró, lo único que sentía era un leve hormigueo para nada molesto. El biberón se llenó casi por la mirad en unos cinco minutos, esto demostró la urgencia que tenía por usar el extractor.
Apoyé la cabeza contra las frías baldosas de la ducha y cerré los ojos del puro alivio. El placer me asaltaba inevitablemente cuando estimulaba mis pechos. No debería de excitarme, era raro, pero tampoco podía cuestionar a mi cuerpo. Solté un pequeño gemido a la par que mi mano cubría mi erección.
Estaba a punto de abrir la cremallera cuando...
—No me lo puedo creer— me quedé petrificado al escuchar esa voz familiar.
Yoongi abrió la puerta, sus ojos se agradaron, incrédulo. Su boca se entreabrió de la sorpresa, sonriendo debido a su descubrimiento. En cambio, yo me mantuve rígido y, en cuanto la primera impresión pasó, mis piernas empezaron a temblar del terror.
—Dios, me causó curiosidad ver que tienes un sacaleches en tu mochila. El verte huir cubriendo tus pechos me hizo dudar. Pensé que sería una locura, pero siempre te veo tocándote los pechos como si algo te molestase. Al final, resultó que estaba en lo cierto. Que locura. —Yoongi levantó la mano con la intención de tocar el extractor, lo alejé de un manotazo—. Tienes los pechos hinchados— dijo lo obvio—. ¿No te duele?
—No es de tu incumbencia.
—¿Cómo puede ser posible que hagas leche? Eres un hombre...¿verdad?
—¡Imbécil! De pequeño nos hemos visto más veces desnudos— repliqué, sin pararme a medir mis palabras—, deberías saberlo— susurré, esta vez sintiéndome cohibido.
—Entonces...
—¡No te importa!
—Venga...no se lo diré a nadie— Yoongi sonrió, se veía sumamente inocente cuando mostraba esa pequeña sonrisa de labios finos, cuando sonreía de ese modo, sus encías se quedaban al descubierto y sus ojos se achicaban todavía más.
Esa mueca me dejó embobado y totalmente a su merced, aunque me costase admitirlo, tenerlo a mi lado mientras mostraba interés me dejaba totalmente desprotegido ante sus encantos.
—Tengo un desorden hormonal— confesé—. No es nada del otro mundo pero hace que mis pechos secreten leche.
Yoongi me dedicó una mirada cargada de una apetencia que no supe interpretar. Sus ojos me analizaron con implicación, su interés reposaba en mis pechos más tiempo del necesario. Su cercanía me empezó a inquietar así que desvíe mi atención hacia el umbral de la puerta con tal de no hacerle frente.
—Es vergonzoso, lo sé— articulé mediante un hilo de voz.
—¿Vergonzoso?— inquirió él, con una sonrisa burlona—. Yo no lo diría así.
—Como sea.— Alejé el extractor de mis pechos, la acción volvió a llamar su atención. Pasé de su lado con la intención de huir. Hacía minutos que mi erección murió debido al susto que me pegué, la idea en ese instante era vestirme y pretender que esto jamás había ocurrido. Todavía sentía como mi corazón babeaba y estaba a punto de salirse de mi pecho a causa de la impresión—. Ni se te ocurra contárselo a alguien, si lo haces, te mato.
—¿Y si lo hago?— su amenaza me detuvo. Me volví hacia él, fruncí el ceño con consternación debido a su intervención.
Él seguía sonriendo con aparente interés y yo me quise dar de bruces por estar enamorado de un imbécil capaz de amenazar con algo tan serio.
—No serías capaz.
—Ponme a prueba...
—¿Qué quieres que haga para que cierres la boca?— me crucé de brazos e intenté comportarme lo más calmado posible, aunque por dentro estuviera ardiendo de cólera.
Olviden lo que dije, no tenía una sonrisa de ensueños, más bien se la quería romper.
Yoongi no se lo pensó dos veces antes de responder con convicción a mi pregunta.
—Quiero que me ayudes en tecnología.
—¿Eh?— el enojo reflejado en mi rostro se desvaneció, reemplazándolo por la confusión que me acometía en esos momentos.
La verdad, creí que me pediría algo mucho más comprometedor.
—Sí, quiero que me ayudes a hacer el robot. Por más que lo intento, no consigo hacer algo que merezca la pena.
—Bueno...¿esta bien?
—¿En mi casa mañana a las seis?
—No, mejor en la mía. ¿Y si quieres reírte a mi costa y gastarme un broma con tus amigo?
—Ves demasiadas película juveniles de Netflix— me acusó, reprimí una sonrisa ante su comentario ocurrente, aunque me compuse antes de tiempo y volví a mirarlo con seriedad. Le dediqué una última mirada altiva antes de seguir con mi camino. En cuanto lo perdí de vista, permití que mi cuerpo reposase sobre la pared y dejé salir todo el aire que contuve.
Dios, ¿cómo había llegado hasta aquí?
🌸
Me incorpore del suelo y fui a abrir la puerta aún con la cara sin lavar, llevaba puesto el limpiador para pieles grasosas. Pensaba que se trataba de mi madre, es por ello que no me molesté en deshacerme del producto antes de dirigirme hacia la puerta principal.
—¡Ey! —Yoongi se encontraba detrás del umbral, con esa sonrisa de casanovas que usaba para enamorar a sus compañeros rubias y con extensión de quinientos dólares—. Que bien te veo— se burló.
—Qué haces aquí a esta hora, quedamos a las seis.
—Tenía tiempo libre, y he pensado que estaría bien empezar antes, para así acabar lo antes posible.
—No es como si yo viviera para ti, tengo también mi vida.
—Francamente.— Me analizó de arriba abajo—. No te ves muy ocupado.
Rodé los ojos, irritado por sus respuestas. Había olvidado lo tajante que podía llegar a ser Min Yoongi. Me hice a una lado para dejarlo entrar, Yoongi se adelantó hacia el pasillo, en dirección a mi cuarto. No había  necesidad de que le guiase, después de todo, él se conocía mi casa de pe a pa. Tuve que acelerar el paso para no perderlo de vista. Yoongi tomó asiento en mi cama, cogió a mi peluche (lo secuestró, más bien) y sonrió sin ningún intención, aparentemente.
—¿Aún no te has deshecho de esta cosa?— Él sacudió el peluche gigante que me regaló con siete años. Me abalancé a arrebatárselo. ¡Nadie se mete con Sammy! Su mirada recorrió todo mi cuarto, advirtiendo en la variedad de peluches que tenía repartidos por el lugar—. Esta habitación no ha cambiado mucho— concluyó—. Supongo que sigues siendo un bebé.
—No me llames bebé, idiota.
—Pensé que te gustaría. Ya sabes, teniendo en cuenta lo que se dice en el instituto—sonrió Yoongi con suficiencia, sonaba como un impertinente total.
Me molestaba que se tomase tantas libertades conmigo, más cuando me había tratado como en deshecho molesto durante todo este tiempo. Yo tenía que convivir con el rechazo que supuso su distanciamiento mientras que él se siente con las libertades de hacer bromas en relación a mis sentimientos. Ni siquiera parecía tomarme en serio, supongo que ya me había quedado claro desde que me abandonó al entrar en la secundaria. Él eligió unirse al grupo de Jin y, cuando le pedí explicaciones, se limitó a excusarse con que los amigos se distancian y que no íbamos a ser mejores amigos de por vida.
«Tú y yo... No encajamos», recordé sus palabras antes de abandonarme en mitad del recreo para irse con sus nuevos amigos.
Me dejó ahí, con el corazón roto y, como él estúpido que soy, nunca pude superarlo.
—Nunca, jamás, vuelvas a bromear con eso. ¿Te crees gracioso? ¿Acaso soy un chiste para ti?— la sonrisa de Yoongi decayó ante mis acusaciones.
—Yo no quise...
—¡Sí, quisiste!— le corté, mi mirada inescrutable debió de impedirle a Yoongi rebatir, ya que no me contestó a pesar de que le grité—. Sé que te importo lo suficientemente poco como para reírte a mi costa. Ni siquiera te inmutaste cuando te enteraste de que te gustaba y, por si fuera poco, me vienes a amenazar con un tema serio. Tener un desorden hormonal no es ninguna broma. ¿Sabes el trauma que me está causando el tema? Me veo a mi mismo como si fuera una vaca lechera. Aunque, ¿qué esperaba de ti? Ni siquiera te importó mandarme a la mierda cuando éramos mejores amigos.
Cubrí mi boca con mi mano al ser consciente de lo que dije. Mierda. Hablé de más, no es como si tuviera que aprovechar la mínima oportunidad para echarle en cara algo que había sucedido hace tantos años. No quería verme como un patético que aún le guardaba rencor. O sea, sabía que era cierto, pero él no tenía porqué saberlo.
—Eso pasó hace seis años. ¡Deberías superarlo ya!
—Que fácil es para ti decirlo.
Yoongi agachó la mirada, no se veía capaz de encararme. Mis ojos destellaron, tristes. Él solo se llevó ambas manos al rostro, sobándose los ojos con pesadez mientras dejaba salir el aire de sus pulmones.
—Solo, estudiemos, ¿vale?
Yo cogí el libro de programación que tenía sobre mi mesa y se lo lancé.
—Tú ves echándole una ojeada mientras me lavo la cara. Ahora vuelvo.
Estuvimos hasta la tarde trabajando en el robot para clase. Solo hablamos cuando era estrictamente necesario, mas la mayoría del tiempo nos sumimos en un silencio incómodo, fruto de mi enojo previo. Al día siguiente Yoongi no apareció, excusándose con que tenía cosas que hacer. Sospeché que mis palabras le habían ahuyentado y aunque estuve sopesando esa posibilidad más veces de las que me gustaría aceptar, lo cierto es que no le había dicho nada que no fuera verdad. Así que no hay razón para sentirme contrariado. Si él no quería hablar, entonces, perfecto. Así no tendría que ayudarle en el maldito trabajo.
Sin embargo, no tuve tanta suerte. El jueves de esa misma semana, Yoongi apareció apoyado contra la taquilla contigua a la mía. Sus manos estaban en el bolsillo cuando me saludó con un vago movimiento de cabeza.
—Ey, ¿qué tal?
—Bien, supongo— respondí, sin ningún adorno de por medio.
Yoongi se puso erguido y sacó sus manos de los bolsillos para llevarlas a las tiras de su mochila.
—El trabajo es para mañana.
—Lo sé. Te estuve esperando toda la semana pero no apareciste.
Yoongi se relamió los labios, desviando su atención al techo en mitad de la acción. Pareció medir sus palabras con antelación.
—Creí que no querrías hablarme, ¿vale?
—¿Por qué?
—Ya sabes, por todo el rollo de nuestra amistad.— Yo le miré, sin emoción alguna. A él no le gustó mi expresión carente de emociones. Y sí, lo estaba juzgando silenciosamente—. Mira— se intento explicar, pero antes debía de ordenar sus pensamientos— no te dejé de hablar porque te quisiera alejar. Bueno, sí, pero no lo decidí yo, ¿vale? Mi padre es un homofóbico de mierda y tú lo sabes. Y a esas alturas, ya la gente empezaba a especular sobre ti, así que no tuve opción.
El contenido de mi taquilla dejó de acaparar mi atención, tras sus palabras,  mis ojos se posaron en él . Su explicación me afectó y lo dejé bien en claro cuando le dediqué una mirada lastimera. De algún modo, lo sabía y dolía, pero, por otro lado, era esperanzador recibir una explicación a pensar del tiempo.
Yoongi estaba expectante por recibir una respuesta.
—Bien.— Asentí—. Pues vente a las tres a mi casa, nos espera una larga tarde. Después de esto, no tendrás derecho a volver a mencionar lo de mis...— Yoongi descendió los ojos con descaro hacia esa zona, yo me la cubrí por instinto—, pechos.
—Trato, beb... digo, Hoseok.
—Trato.
🌸
—Tú solo céntrate. Esos dos cables no puedes ir unidos. Y cerciórate de que los conectores funcionan y están en contacto con el cableado. ¿Estamos? Realiza las fórmulas, así verás cuánta energía pasa por cada conducto y si es necesaria más energía.
—Dios, ¿cómo puedes hacer que suene tan fácil? Llevo una hora intentando hacer que funcione el maldito dedo índice del robot.
—¿Y cómo tú puedes ser tan bueno  en el Test de coper? Yo a la segunda vuelta corriendo ya me quiero morir.— Yoongi se rio por el comentario—. Supongo que cada uno tiene sus habilidades. Aunque Dios se pasó dándote habilidades.
—Tú también eres bueno en casi todas las materias. No sé de qué te quejas.
—Porque me esfuerzo y mucho. Además, solo se me da de cine sacar buenas calificaciones. Tú en cambio...parece que la vida te trata muy bien.
—¿Eso crees?— Yoongi sonrió con sarcasmo—. Quizá eso es lo que parece, no te lo voy a negar. Pero no des por sentado cosas que no conoces con certeza.
—Oh vamos— sonreí con desdén—. ¿Qué es lo más difícil que has hecho en tu vida, tener que elegir entre dos chicas guapísimas?
—Tener que dejar de lado a mi mejor amigo porque mi padre me amenazó con partirle los dientes la próxima vez que nos viera juntos.
Dejé de teclear en el ordenador y elevé la mirada hasta la suya. Busqué alguna respuesta resolutiva pero no supe por dónde empezar. Yoongi esbozó una sonrisa, sin embargo, sus ojos no se veían animados como de costumbre. Se inclinó, cerrando la distancia entre ambas.
—Mi padre... me pega a día de hoy, así que, como bien dice el dicho, no todo lo que realice es oro.
Mi rostro se contorsionó en una mueca afligida. Yoongi me correspondió la mirada. Entreabrí los labios, dispuesto a susurrar un «Lo siento», pero justo en ese momento la puerta fue abierta y apareció mi madre bajo el umbral. Me informó de que iba a hacer la compra, así que quería saber si necesitaba algo. En cuanto me negué, nos volvió a dejar a solas. Jamás había sentido tanto la extensión de las cuatro paredes que conformaban mi cuarto, era como si se fuesen haciendo más pequeñas y me proporcionasen una sensación de claustrofobia.  Ambos volvimos a trabajar en silencio, pero el agobio me estaba haciendo transpirar, sentía el sudor recorrer mi espalda y empapar mi pijama, empecé a abanicarme con la mano mientras que bufaba excesivamente.
—Hoseok...
—Mhh. —mi atención seguía puesta en la página de programación, así que no tenía tiempo para voltearme a verlo.
—Hoseok...
—¿Qué?— dije, hastiado.
—Tus pezones... están...
—¿Qué les pasa...?— tardé en procesar sus palabras hasta que mi cerebro hizo clic y dejé de observar la pantalla del ordenador para descender la mirada—. ¡Oh, mierda!— la leche en mis pezones manchó la camiseta, formando dos parches de dimensiones considerables. Me quité la camiseta, avergonzado porque Yoongi estuviera presenciando aquello—. Que bochorno, siento que tengas que ver esto. Debes de estar asqueado. Déjame que busqué una muda...ahora vuelvo. Necesito usar el extractor.
—¿Y si me dejas ayudarte?
Mis expresión dejó en claro el desconcierto que me acometió. Creí escucharlo mal, sin embargo, la resolución en su mirada me da a entender que estaba equivocado.
—Te gusto, sabes que lo quieres.
Sonaba descabellada su afirmación, de repente Yoongi posaba sus atención sobre mi torso, devorándome con un descaro que infundía una reacción electrizante en mí. Él se mordió los labios y mis pezones se pusieron duros. La leche manaba de estos a través de un hilo de líquido blanquecino que Yoongi siguió con sus ojos, interesado en como atravesaba todo mi vientre.  Me sentí un poco cohibido, pero la desfachatez que él demostró no tardó en avivar el fuego en cada partícula de mi cuerpo. 
Fue él quien me rechazó. Fue él quien dijo ser heterosexual. Y, sin embargo, fue él también quien se deshizo de la distancia que nos separaba hasta que sus labios se quedaron a pocos centímetros de los míos. Ante una situación tan irónico, me permití componer una mueca sardónico. Sus ojos me devoraron con predilección, un afán que jamás había visto, sus iris se habían vuelto de un negro alquitrán que destellaba con sumo interés. Él levantó la mano, dirigiendo sus dedos finos y largos hacia mi mentón, yo lo detuve rodeando su muñeca. No continuó, pero no se alejó tampoco, esperando permiso para seguir adelante. Nos mantuvimos en esa posición, devorándonos con la mirada mientras que mi corazón bombeaba con fuerza contra mi pecho.
—No intentes excluirte, ambos sabemos que tú también lo deseas. De hecho.—desciendo mi mirada hacia sus labios de un tomo rosado, él se los relamió—. Tú pareces desearlo aún más, ¿verdad?
No obtuve una respuesta articulada, en lugar de eso, su brazo se dignó a aferrar mi espalda, abrazándome con fulgor. Besó mis labios con lascivia, había una ferocidad implícita en su acción que me hizo gemir inconscientemente. Yoongi no se separó de mi hasta que mis labios se sintieron hinchados y enrojecidos por el contacto. Yo le dediqué una mirada que debió parecerse a la de un corderito acorralado. Él lo notó ya que que su rostro se crispó de deseó.
—Es tu culpa— gruñó contra mi cuello, su aliento se sentía cálido contra mi cuello.
—¿Mi culpa?— pregunté en un hilo de voz, sin apenas lograr pensar con claridad debido a que Yoongi empezó a repartir besos sobre mi piel descubierto.
—Porque eres demasiado provocativo— dijo Yoongi pero sin detenerse en su cometido, lamió el recorriendo de mi cuello hasta ascender a mi mandíbula y besar la zona. Temblé en respuesta, cerrando los ojos para permitirme disfrutar aún más de la experiencia.
—Yo... —. Ahogué un gemido, Yoongi succionó mi hombro con un beso húmedo— yo no hice nada.
—Sí hiciste— contradijo con firmeza, incluso llegó a elevar su voz—. Siempre estás siendo provocativo... — dijo besando mi clavícula—. Cuando sonríes, cuando arrugas el entrecejo, cuando te irritas y crispas la nariz— descendió mientras seguía hablando hasta que sus labios estuvieron a pocos centímetros de mi pezón derecho, rozando con su boca la humedad que se había esparcido por mi pecho. La sangre se aglomeró en mis mejillas, me sentía sofocado pero en el buen sentido—. Todo en ti es provocativo y lo sabes.
Yoongi levantó la mirada hacia mí, quién no podía cerrar la boca porque sentía que me faltaba el aire. ¿En qué momento habíamos terminado en esta situación? El rubio siguió besando mi piel morena, mi cuerpo temblaba en respuesta y mis pezones secretaban aún más leche. Mis manos se colocaron contra su pecho, con la intención de alejarlo, Yoongi no cedió y en lugar de ello se dedicó a chupar la leche derramada. Jadeé por el tacto afelpado y ardiente de su lengua. Mi entrepierna comenzó a endurecerse por la estimulante sensación. Una de mis manos escaló hasta sus hebreas rubias y me aferré a ellas, ese era el único permiso que necesitaba para seguir adelante. Su lengua experimentada tanteó el botón marrón oscuro y de seguridad comenzó a succionar con avidez.
—¡Oh, Dios mío!— exclamé, una de las manos huesudas de Yoongi apretó el pecho humedecido con saliva de forma que la leche comenzó a salir impulsada. El dolor agudo me hizo soltar un gritito repentino. Yoongi no se detuvo ni aún así, todo lo contrario, me levantó de modo que tuve que acomodarme a horcajadas sobre su cuerpo delgado. Yoongi es más bajo que yo pero sus brazos son fuertes y me transmiten  seguridad.
Yoongi sonrió travieso por mi reacción, volvió a inclinarse y esta vez succionó el pezón con fuerza, sentí explícitamente como el fluido se desplazaba hasta salir, mi acompañante tragó sin reparo alguno, llevaba a cabo la tarea con una gran intrepidez. Sentí su erección contra mi muslo interno, comencé a moverme contra la extensión, disfrutando de la dura polla que parecía querer hincarse dentro de mí. Yoongi se desplazó al otro pecho después de drenar toda la leche que pudo y centrarse en hacer lo mismo en el pezón sobrante.
—¡Ah, duele!— me quejé cuando sus dientes se hundieron en mi pezón. Yoongi se detuvo para mirarme, sus labios habían cobrado un tono más oscuro, sonrió, dejando escapar un mínimo del líquido blanquecino de sus labios, este recorrió su barbilla hasta desaparecer por su cuello. Creí olvidar cómo se respiraba al reparar en cómo su sonrisa me derretía. ¿Acaso era legar ser tan atractivo?
El dolor de su mordida se extendió por todo mi torso, endureciendo aún más mis sensibles pezones, el dolor se convirtió en una sensación placentera, era como una corriente magnética que me hacía pedir por más. Yoongi llevó sus manos a mis pezones y los acarició con esmero y cuidado. Me dedicó una mirada cargada de un profundo anhelo.
—Te voy a besar— informo, lacónico, y más que una solicitud, sonó a una afirmación. Su voz era resolutiva porque el muy idiota tenía claro que yo iba a ceder.
Sus labios rozaron los míos antes de besarme en serio, gemí ante el sabor dulzón de la leche. Metí mi lengua contra la suya con el único afán de degustar el sabor de mi leche con su saliva. Había algo bizarro en la idea de saborear mi propia leche teniendo en cuenta que soy un hombre. A Yoongi también pareció afectarle puestos que gimió también. Su tono era más grave que el mío, escuchar el timbre de su voz contra mi boca endureció mi erección al punto que se sentía doloroso. Seguimos besándonos con saciedad, Yoongi jugaba con mis pezones sensibles ocasionando más fugas del líquidos blanco que manchaba ambos torsos.
—Chupa— demandó contra mis labios. Yo me sentía mareado con la intensidad de nuestros besos, el rostro de Yoongi, blanco como la porcelana, cobró un tono carmesí debido al frenesí de nuestros besos.
Él acercó su pulgar impregnado de leche y lo posó encima de mi belfo inferior, sus ojos demandantes y lujuriosos me invitaban a hacerlo sin cuestionamientos de por medio. Llevé su dedo húmedo a mis labios y lo introduje provocativamente, cerré los ojos y degusté el sabor. Nunca, ni en mil años, me hubiera imaginado probando mi leche en medio de una dinámica sexual, y menos con el chico que me gusta.
—Joder— masculló del puro morbo, mi lengua lamió su dedo con detención sin dejar de mirarlo.
—¿Por qué me rechazaste, entonces?— articulé cuando saqué su dedo. Yoongi no comprendió en un principio, finalmente suspiró, sin saber qué decir—. Yoongi— insistí, estaba dispuesto a incorporarme de su regazo ante la falta de respuesta, el afirmó sus brazos entre mi cintura.
Aguardé pacientemente, apreciando cómo su expresión mutaba a una de fastidio. Su vientre descubierto cubría el mío y ambas erecciones se rozaban tras el repentino movimiento de Yoongi que me permitió reubicarme sobre sus muslos. Me abrumaba la necesidad de restregarme contra su dureza, pero tenía que ser paciente. No le iba a ofrecer más placer a mi costa a menos que cediera.
—Mi padre me hubiera matado— murmuró en un tono de voz lastimero. Su labio tembló debido a la súbita declaración y sus cejas se curvaron en un gesto emotivo. Sus palabras estaban cargadas de pura emoción, Yoongi tenía la esperanza de que lo pudiera comprender a través de una mirada fugaz y una explicación escueta. Me acomodé contra su mano en el momento en que me acarició la mejilla con aprecio.
Lo entendí.
—¿Por qué no me lo dijiste? Lo hubiera sabido sobrellevar— Yoongi sonrió sin sentirlo en verdad, mostrando su hilera de dientes pequeños en una mueca tierna. Lástima que no los compusiera por disfrute y que estuviera cargada de sarcasmo.
—¿Cómo podría? ¿Y ponerte en peligro? Estaba dispuesto a perderte, pero, ¿hacerte daño? Jamás— dijo, sin titubear y mostrando una seguridad en su rostro inescrutable que tocó mi fibra sensible.
Volví a sujetar su cara y de seguido me abalancé a besarlo con un hambre voraz. Esta vez fui yo quien empezó a devorar su cuello, al ser mucho más pálido que yo, su piel se enrojecía con facilidad, me sentí satisfecho al dejar una serie de marcas rojas que sabía que en unas horas cobrarían un tono más verdoso. Yoongi también se veía complacido al ver como tomaba la iniciativa. Su cuerpo comenzó a embestir contra el mío con impaciencia. Yo le correspondí, moviéndome con más ahínco.
Tanto tiempo pensando que me había rechazado por vergüenza. Pero no era así, de hecho... él sentía lo mismo por mí.
—Vamos a la cama— jadeé, Yoongi asintió. Grité en cuanto mi cuerpo se elevó, él me sujetó de mis muslos con fuerza y me lanzó contra el colchón.
De seguido se encaminó hacia la puerta para cerrar con pestillo. Yo me mantuve analizando su cuerpo delgado pero esbelto. Su espalda era ancha en contraposición a su cintura delgada. Yoongi se volvió en mi dirección y revoloteó su cabello en mitad de una sonrisa seductora. Habría suspirando como una preadolescente enamorada de algún integrante de EXO de no ser por el detalle de tenerlo delante de mí. Joder, él era un hombre perfecto e intimidante. Mi corazón latía con un impulso desmedido, sentí como mi sistema se encargaba de producir una enorme cantidad de serotonina que me mantenía extasiado y con ganas de saltar sobre su polla.
Él abrió el botón de su pantalón mientras que caminaba a pasos templados en mi dirección. Su mano se ancló en la tela azul de sus calzoncillos, yo estaba embelesado en la erección abultada, aún no la había visto pero me hacía a la idea de que no era pequeña a jugar por el tamaño. Yoongi no tardó en bajarse los calzoncillos. Me tragué una exclamación por la sorpresa. Aunque no conseguí disimular la expresión en mi rostro, había abierto los labios de manera exagerada y él sonrió, ampliamente complacido por mi reacción. Su polla era grande, hablábamos de unos dieciocho centímetros y eso que no estaba dura del todo. Era gruesa, del tamaño de mi muñeca, y muy venosa. Numerosas trazos, hinchados, recorrían toda la extensión. El glande era de un color rojo en contraposición al tono oscuro de su polla que cobraba un color casi negruzco en sus testículos.
Dios, que polla más llamativo. Ahora entendía porqué las chicas que salían con él se sentían bendecidas. Una vez oí de parte de Lee Minhee que Yoongi tenía una super polla capaz de catapultarle a las estrellas. En ese momento creí que estaba exagerando y  que era de mal gusto sonar tan cursi en relación a una simple polla. Sin embargo, ahora podía entenderlo.
Yoongi empuñó su grosor y acercó su polla a mis labios. Mis ojos la siguieron, prestando atención al presemen que se acumulaba en la punta. Él corrió el prepucio dejando al descubierto el glande; era rojo y redondo, con una forma roma y de dimensiones considerables.
—Chupa— exigió Yoongi mientras que recorría con su polla mi belfo inferior, su presemen humedeció mis labios y yo relamí la zona para disfrutar del sabor salado, abrí la boca y él adentro su polla sin contemplación—. Oh, sí— su mano se colocó en mi nuca mientras que embestía mi interior. Yo cerré los ojos, concentrándome lo suficiente para que pudiera entrar completa, pero era difícil teniendo en cuenta lo grande que es. Yoongi empujó su cadera con fuerza hasta que sentí su glande en el interior de mi  garganta y sus testículos rozando mi barbilla. Una de sus manos trepó hasta mis ojos, atrapando un lágrima que se había salido por el esfuerzo que estaba haciendo, después colocó la palma en mi mejilla y la acarició con suavidad—. Shhh, respira por la nariz. Eso es, hazlo con profundidad— yo acaté y es entonces que Yoongi siguió embistiendo con energía. Cerré los ojos sintiendo como sus testículos seguían rebotando contra mi cara. A pesar de ser una experiencia que implicaba esfuerzo y dolor, gemí debido a la excitación que implicaba tener una polla tan grande en la boca. Tenía un sabor salado con un regusto amargo. No era un mal sabor, de hecho, su polla estaba impecable y era algo de agradecer cuando hacías una mamada— Joder, bebé, que bien mamas una polla. ¿Te gusta?— asentí sin poder hablar debido a su pene enterrado en mí.
Yoongi cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sus movimientos eran erráticos y parecía que estaba a punto de correrse. Alejé su polla de mi boca hasta que está se salió de mi cavidad. Sus cejas se crisparon en desacuerdo mas de seguido soltó un gemido complacido al sentirse mis labios sobre sus testículos. Tomé su erección con mi mano para masturbarlo a la vez que mi lengua jugaba con el saco de sus testículos. Después de humedecerlos bien me metí uno de los huevos en la boca y succioné. Yoongi se aferró a mi cuero cabelludo ante la repentina acción y siseó por la sensación. Después de que me tomé el tiempo con uno de los testículos, lo solté para seguir con el otro.
—Más fuerte— demandó y yo acaté sin rechistar, chupé con todas mis fuerzas mientras que mi mano seguía moviéndose al son de mi lengua—. ¡Oh, joder! ¡Me corro! Abre la boca, bebé— recibí la corrida de Yoongi en mi lengua y lo tragué. El sabor logró que mi erección se contrajese de placer, sentí mi ropa interior humedecerse con mi esencia—. Esta ha sido probablemente la mejor mamada que me han dado.
Gemí en protesta, ya que estaba tan excitado que dolía. Yoongi soltó su polla flácida (pero todavía gigante a pesar de no estar dura) y la dejó colgar entre sus piernas, de seguido entendió lo que me sucedía y se arrodilló delante de mí en el suelo mientras que me volteaba en el cama. Me bajó los pantalones sin reparo y mi impaciencia lo agradeció. Se deshizo de la ropa, lanzándola con desinterés en el suelo maquetado.
—Que culito respingón que tienes— alabó, amasando esa zona—. Quiero tanto romperte este culo. Lo he deseado durante mucho tiempo, pero tendrá que esperar porque ahora tu polla necesita más atención.— Yoongi volvió a voltearme hasta que mi espalda mantuvo contacto con el colchón. El esbozó una sonrisa y mi rostro se sonrojó al intuir las razones.
Tomó mi pene con apenas tres dedos, su dedo pulgar comenzó a jugar con mi glande y yo solté un gemido lastimero a pesar de estar disfrutando de la sensación.
—¡No lo digas!— exclamé, pero su sonrisa no desapareció y sus dedos siguieron juzgando con mi polla hasta que tomó la decisión de prestarle atención a mis pequeños testículos.
—Son como dos canicas— se burló—. ¿Esto es una polla? ¿Siquiera llega a los ocho centímetros?
—Te voy a matar— mascullé a pesar de que estaba demasiado ocupado disfrutando con cómo su mano me masturbaba.
—Es sexy...es hasta tierna. La verdad es que te pega tener una polla así—sus palabras consiguieron que mi cuerpo se estremeciera debido al morbo implícito en su declaración.
—Te voy a matar.
—Hazlo después de que te folle, ¿trato?—dijo con una voz muy sensual.
Yoongi se levantó para colocarme mejor en la cama, besó mis labios con dulzura y bajó hasta mi polla. Él la lamió sin dejar de mirarme a los ojos. Le proporcionaba pequeñas lamidas a la extensión mientras me miraba con sus ojos de gato. Aunque la intensidad de su mirada en ese instante lo hacía ver más bien como una pantera que aguardaba al momento exacto para acorralar a su presa. Y yo encantado aceptaría ser devorado, pues no me se me ocurre una mejor manera de morir. Y entonces, Yoongi me devoró, o algo así. Su boca había rodeado sin reparo mi extensión que al no ser grande no le resultó ningún incordio tomarla completa. Jadeé por la sensación de una lengua cálida que rodeaba la sensible piel de mi pene. Mis muslos apresaron su rostro para no dejarlo escapar, rodeé su cuello con mis piernas y sujeté su cabeza con mis manos mientras que levantaba mis caderas para disfrutar de la pecaminosa experiencia. Yoongi se aferró con más fuerza de la necesaria a mis muslos y dejó la marca de sus dedos en mi piel. Dios, la lengua de ese hombre no conocía el descanso.
—Gírate— Yoongi me volteó y me alzó del mullido colchón para quedarme a cuatro patas. El se colocó detrás de mí y abrió mi trasero con ambas manos para contemplar mi agujero—. Que culo más gordo y abierto tienes. No hay manera de que esta sea tu primera vez— él jugó con mi trasero usando su dedo para abrirme. Sentí mi entrada contraerse de antelación, Yoongi río y yo sentí su aliento contra mi piel.
La primera lamida vino de imprevisto, Yoongi apretó mi trasero y abrió las mejillas lo máximo posible para acomodar su cara. Sus dedos se apretaron en la carne, amasando toda la zona y lubricando mi agujero con ayuda de su saliva. Se tomó su tiempo lamiendo, su saliva se empezó a escurrir del esfínter y bajó por mi muslo interno. Mordió mis mejillas cuando terminó de comerme el culo.
—Tienes un agujero muy abierto. Creo que podría meter mi puño entero. ¿Cuánto sexo has tenido? Mucho, imagino— iba a rebatir que no era de su incumbencia pero las palabras se estancaron cuando la palma de su mano se estrelló contra mi culo—. Y parecías un chico tímido, me tienes sorprendido.
—¿Por qué iba a desperdiciar la oportunidad de follar si ahora me basta con descargar una aplicación de citas?— pregunté provocativo, me giré sobre mi hombro al no recibir respuesta. Él se encontraba masturbándose a sí mismo, su polla ya se había endurecido de nuevo.
—Que sexy que eres— Yoongi se colocó encima de mí, su polla se posicionó entre sus dos mejillas—. Dime dónde está el lubricante—preguntó mientras repartía besos sobre mi hombro y embestía vagamente en mi culo. Mi trasero pulsaba de la necesidad, estaba tan vacío que estaba dispuesto a suplicar por que entrase de una vez.
—En el cajón pequeño, el primero— a pesar de que respondí sin ninguna incongruencia, sentía que mi mente estaba absorta, navegando por algún túnel extrasensorial con el que había contactado debido a la sobreestimulación.
Yoongi alcanzó el cajón y lo abrió, se colocó el condón con algo de apuro, demostrando su impaciencia, tomó el lubricante y en su mano dejó caer una gran cantidad que dirigió a su polla, extendió bien la cantidad y lo que sobró lo impregnó en mi entrada. Volvió a colocarme a cuatro, alineó su erección contra mi agujero, haciendo el amago de meterla y burlándose cuando suspiraba de frustración.
—Si no la metes, ¡lo dejamos estar y te quedas con los huevos azules!— él soltó una risueña risa ante la amenaza, pero lo bueno es que sí sirvió de algo.
Yoongi se introdujo en mí, gruñó audiblemente mientras mis paredes anales lo recibían. Mi corazón se aceleró ante la idea de que Min Yoongi, el jodido Yoongi, estaba dentro de mí y lo estaba disfrutando a juzgar de los sonidos que salían de su boca. Su polla entró con relativa facilidad a pesar de ser malditamente enorme. Mi entrada ardió por la incomodidad de la incursión. Aunque el dolor que venía impuesto me hacía vibrar y aumentar la temperatura de mi cuerpo, mi polla empezó a chorrear presemen como si de un grifo roto se tratarse y mis pezones se endurecieron al punto que el simple roce con la sábana me hacía gemir y pedir por más. Yoongi comenzó a moverse, el primero movimiento fue un simple tanteo, la acción hizo que mi vientre se contrajese y que el exorbitantes placer me acometiera. Cerré los ojos disfrutando de cómo él seguía entrando y saliendo de mi cuerpo, mi entrada se aferraba a su polla, era como si mi cuerpo le impidiese salir y lo quisiera dentro para siempre. El rubio sujetó uno de mis pechos, apretando el pezón hasta que volvió a salir el líquido blanquecino. Grité por la sensación placentera que me sobrecogió, aquello fue lo único que necesité para conseguir venirme sin necesidad de tocarme. Mi entrada se apretó contra su polla enterrada. Yoongi se quejó por la presión, pero no se salió, sino que mantuvo el ritmo y aceleró en las últimas embestidas.  En cuanto sintió que estaba cerca de correrse, finalmente se alejó y me volteó sobre mi espalda, yo seguía embelesado por el orgasmo más intenso que había experimentado. Él me hizo girar, mostrando mi polla flácida y roja por la estimulación. Mi torso estaba hinchado y la leche humedecía las areolas. Yoongi se quitó el condón mientras devoraba con la mirada mis pechos, se le veía muy excitado, acercó su polla a ellos y ubicó el glande con uno de mis pezones, yo me mordí los labios ante el leve indicio de placer que se avivó en mí por culpa de su ocurrencia. Se masturbó sobre mi pecho a la vez que mi pezón sensible dejaba salir leche y esta se entremezclaba con el presemen. La bizarra imagen debió de alterar a Yoongi quién terminó por correrse sobre mí, su carga de semen manchó parte de mi vientre y algunas gotas cayeron en mi rostro.
Ambos jadeábamos forzadamente, Yoongi tenía los ojos cerrados y el rostro acalorado. Su expresión se veía sobrecogida por el placer. Y yo no pude evitar pensar en lo perfecto que se veía así de destrozado y complacido.
—Ha sido... increíble— dijo mientras se desplomaba a mi lado.
—Podemos seguir haciéndolo si quieres— propuse, mirando en dirección al techo.
Minhee tenía razón, su polla es mágica.
—Por mi perfecto— declaró.

Milky Secret [SOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora