XVII🍁

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Ver el tiempo pasar era una de las peores torturas para Romer, sus tardes ya no tenían ni el más mínimo sentido. No había hablado con nadie desde que cometió el error de alejar a Oscar de su vida. Había sido su error  y lo sabía, ya no tenía solución. Todo se había terminado, ya no había más tranquilidad, solo existía una pelea mental en la que siempre le recordaba su gran error.
Pero bueno, siempre nos damos cuenta que un persona nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

—Romer, basta de una maldita vez.—La puerta de su habitación interrumpió su episodio mental. Y para su desgracia sus dos hermanos estaban en frente de él.—¿Podrías decirnos que te pasa?—Preguntó Mark.

—Bien, entren.—Los dos hermanos entraron a la habitación y se sentaron en frente de Romer.—Puede que haya cometido un error y ahora no sé cómo arreglarlo y mucho menos sé si se puede arreglar.

Romer les contó todo con detalles y los dos chicos lo escucharon con toda la atención.

—Cuando te dije que encontraras una solución y que la pensaras bien ¡No me refería a que fueras tan idiota!—Le gritó Mark.

—Pasó una semana de todo esto y ni abriste tu boca para contarnos ¿Dónde quedó la confianza?—Preguntó con indignación el menor de los tres.

—Sé que hice bastantes cosas mal, pero ya no lo puedo arreglar y dudo que ustedes quieran ayudarme después de no contarles esto.—Romer bajó la mirada.

—No te vamos a ayudar. Tú te harás responsable, solo que nosotros te diremos que debes hablar con él en vez de hacerte un drama y pensar que ya jodiste todo. Ya lo jodiste pero se puede arreglar.—Aconsejó Carlos.

—Justo lo que dijo él. Mañana irás al pueblo... Existen dos opciones. Puedes escribir una carta para decirle que se vean en algún lugar o se lo dices directamente. Tómalo o déjalo.—Explicó el mayor.

—Piensa en que opción vas a elegir, ahora nos vamos a dormir, mañana nos vamos temprano y si es necesario hablarás con él un día entero. Ten buena noche, nos vemos mañana.—Se despidió el menor y se fué a su habitación junto a su hermano.

De tanto pensar en cómo podía arreglarlo decidió la opción dos, sabía que dejar de ser tan cobarde. Y de tanto pensar, se quedó en un profundo sueño.

El amanecer había se había hecho presente y los ojos de Romer lo sintieron. Se levantó de su cama, se alistó y bajó las escaleras de su gran hogar. Ahí estaban sus hermanos esperándolo. Se sentía obligado pero si no lo intentaba no podría recuperar a su amado.
Sin decir ni una sola palabra caminaron hacia el pueblo, una trayectoria silenciosa.
Llegaron al pueblo después de unos minutos. Romer se sentía bastante nervioso, pero ahí estaba intentando parecer seguro.

—Tienes todo el día, cuando termines regresas a la biblioteca y con buenas noticias por favor.—Rogó Carlos.

Romer asintió y se separó de sus hermanos. Caminó hasta la panadería, entró con cuidado y buscó con la mirada al castaño. Él no estaba ahí pero su madre sí. Ya había dado un paso bastante grande, ahora solo faltaba terminar su plan.

—Disculpa ¿Todo bien? ¿Necesitas que te ayude en algo?—Habló la mujer en un tono suave.

—Venía con el afán de hablar con Oscar pero veo que no está...

—Romer, sé lo que ha pasado entre ustedes, no entendí bien el motivo de tus palabras, puedo decirte fácilmente que destrozaste todo su ser y no sé si lo hiciste con esa intención, no soy nadie para juzgarte pero si para ayudarte, tu eres todo lo que Oscar ha querido, y si te puedo ayudar lo haré. Solo necesito que me expliques...—La madre de Oscar hablaba enserio pero eso nunca le quitó su sonrisa.

—Es mi culpa, puse mis miedos antes que a él y nunca quise lastimarlo, pensé que sería lo mejor para ambos y ahora esto se vuelve en una tortura diaria de querer arreglarlo pero saber que yo mismo provoqué esto y no sé si soy capaz de arreglarlo...—Respondió el menor.

—Manera de solucionarlo hay, ahora solo necesitas que el vuelva a tocar este pueblo. No lo ha hecho desde lo sucedido, pero no te preocupes, hablaré con él y lo llevaré a la panadería hoy mismo, verás que todo volverá a la normalidad...—La mujer acarició la mejilla del menor para después retirarse del lugar en busca de su hijo.

Romer estaba sentado en las sillas de la panadería, pasó menos de una hora para que Oscar y su madre entraran por la puerta.
Oscar se veía demasiado cansado, sus ojeras eran más se habían hecho más notables, su cabello había crecido un poco, se veía descuidado y triste. Y otra vez el sentimiento de culpa estaba invadiendo en él.

Oscar y Romer se miraron mutuamente. Esa mirada de nostalgia que todos conocen.
Romer se levantó de su silla sin dejar de mirar a Oscar. Y Oscar seguía quieto, intentando saber si lo que veía era real o solo era efectos de su mente en un intento de volver a tener a Romer.

Ambos se acercaron cuidadosamente y se dieron cuenta que lo que pasaba era real y no solo alucinaciones.

—¿Que haces aquí?—Preguntó Oscar.

—Vengo a aclarar todo lo que he hecho, no vengo a que me perdones y tampoco es que haya probabilidades de que lo hagas, y lo entiendo. Pero solo quiero aclarar todo.—Dijo el menor.

—Bien, salgamos de este lugar y hablemos con calma, necesito escuchar tus razones, ya que la última vez solo me alejaste y me lastimaste. Vamos, te escucho.

Esas palabras habían destrozado a Romer, la culpa seguía cayendo y sentía que ya no podía más. ¿Cómo podía justificar su propio acto? ¿Y si él no lo perdonaba? ¿Que pasaría?

Amor de otoño.  [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora