La flautista de hamelin, pero sin flauta y con demasiadas ratas.

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JENNA
Mi pelo castaño rozaba mi cintura con gracia mientras sonaban los primeros acordes de Traitor, compuesta por Olivia Rodrigo la que actualmente se había convertido en mi canción favorita de el momento.
Mis padres no volverían a casa hasta pasada la hora de almorzar, como solían hacer.
Así que, aprovechaba mi pequeño tiempo antes de el entreno de las animadoras para cantar y practicar la voz.
Antes de que sonasen las últimas notas de la canción, el sonido de la cerradura que se encontraba en la puerta principal alertó que alguien estaba a punto de entrar en casa.
Mire mi reloj.
Las 11:30, el entreno comenzaba a las 12, mis padres no podrían haber llegado ya.
En un instante la manilla de la puerta que permitía entrar a mi habitación se abrió, cediendo así el paso a quien estuviese intentando entrar.
Miré asustada al hueco que comenzaba a formarse entre la puerta y su marco.
Mi miedo no paró hasta que vi la melena teñida de rubio de mi madre.
El miedo aumentó, parecía que en cualquier momento vomitaría mi corazón.
Cerré los ojos, sabía con exactitud lo que pasaría a continuación.

-¡JENNA! ¡¿COMO SE TE OCURRE VOLVER A PERDER TU TIEMPO EN ESTA MIERDA?! -su mano chocó velozmente contra el micrófono que estaba de pie sobre el suelo de mi habitación, para más tarde dirigir su mano con la misma fuerza sobre mi mejilla.
-Lo siento, mamá- farfullé con los ojos llenos de lagrimas las cuales no me dignaría a soltar.
-Tanto lo siento no sirve de nada, ahora ve a prepararte para el entreno y haz algo con lo cual pueda darte de comer en un futuro.
Salió de mi habitación, enfurecida.
Había estado practicando a escondidas desde que mamá dijo que cantando no iba a llegar a una mierda.
Me dirigí al baño con la mano dando suaves caricias sobre la mejilla que tenía dolorida.
Aparte mi mano y vi de nuevo una marca roja, como las que siempre me dejaba.
Cogí un bote de crema solar con color de el cajón que se encontraba a mi derecha, la fui aplicando hasta que la marca roja dejó de verse.
Perfecto.
Sonreí para mis adentros, y llevé mis manos a mi largo y liso pelo castaño para recogerlo en una alta coleta.
Mire mi reloj de nuevo 11:45, debía salir de casa o no llegaría al entreno.

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-Jenna, recuerda mirar a un punto fijo al hacer las dificultades, será más fácil mantener el equilibrio. Ya lo sabes.
Tras oír las indicaciones de mi entrenadora estire más la pierna y me concentre en el palo de las canastas de el equipo de fútbol.
Perfecto, lo había hecho a la perfección.
Solté el tobillo de la pierna que se encontraba hacia unos instantes encima de mi cabeza.
-Venga chicas, quiero ver la coreografía que tenéis preparada para mañana,
ya sabéis que es importante que os salga todo a la perfección.
Todas asentimos con la cabeza y nos pusimos en nuestros lugares el PIII que había salido de el gran altavoz alertaba que la música comenzaría a sonar.
Cerré los ojos y me concentré al máximo en la coreografía.

Cuando los volví a abrir ahí estaba mi entrenadora con cara de orgullo aplaudiendo.
-Fantástico chicas, nos vemos mañana en el partido.- Sonrió hacia todas nosotras- ya podéis recoger y volver a vuestras casas.
Volver a casa, la idea que más me aterrorizaba ahora mismo así que opté por mandarle un mensaje a mi madre y ir a dar una vuelta por los alrededores.
Justo a la salida de el pabellón una chica en skate pasó a toda velocidad a mi lado, al verme, se asustó pensando que no podría frenar y se chocaría contra mi, esto hizo que perdiese el control sobre el monopatín y se cállese al suelo.
-¿Estas bien?.
Fue lo único que pude preguntar ya que, segundos después aquella chica se encontraba corriendo lejos de mi.

NENSHAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora