Amor de Otoño

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"Es una trampa."

"¿Que quieres decir?." Damian se dirigió lo más sereno que pudo hacia la mitad demonio.

Damian decidió colgar su capa de héroe por hoy y encontrar en Gotham algo de normalidad para su vida. Una simple reunión lo esperaba en uno de los tantos restaurantes de empresas Wayne, pero sus planes parecieron dar un giro interesante cuando en medio del privado salón Raven hizo aparición en el místico humo de su magia.

"Estoy segura que Richard te convenció a venir aquí con la promesa de una cita a ciegas con una hermosa mujer." Raven se señaló a sí misma en indignación. "Aquí esta tu 'hermosa' cita, soy yo....Nos engañaron."

"Más despacio Raven, apenas logró entenderte."

Ella resoplo fuerte, rodó sus ojos, estaba impaciente, pero trato de explicar mejor la situación.

"Hace una semana Kory me arregló una cita a ciegas en este mismo restaurante, a la misma fecha y hora. ¿Coincidencia?, no lo creo."

"Ya veo."

"¿No estas enojado?"

"Debí suponer que algo así pasaría al aceptar una idea de Grayson." Damian se levanto de su silla, acomodando su elegante traje en su lugar.

"Kory hoy solo hablaba de como mi cita era hijo del hombre más rico de Gotham, fueron poco sutiles con su plan."

"Veamos el lado bueno, me alegra que tu seas mi cita. Por lo menos no tendré que fingir ser alguien más."

"Bien..." Raven lo observó insegura, sin saber como interpretar sus palabras. "Entonces, me voy..."

"¿Haz comido?" Damian la interrumpió al sacar la silla del otro lado de la mesa en una silenciosa invitación. "Acompáñame, la cuenta ya esta pagada para dos."

"El restaurante le pertenece a tu padre Damian, no tienes que pagar por nada."

"Te equivocas, tomé una reservación que no producirá ingresos al restaurante y si la comida no se consume será una perdida." Él señaló a la silla vacía para que ella la tomara. "Además, si tu te vas los meseros esparcirán el chisme de como al hijo de Bruce Wayne lo dejaron plantado en una cita."

"Y tu odias los chisme. Pero..." Raven abrió su saco marrón para que pudiera ver la simple playera negra y jeans deslavados que llevaba puestos. "Tu 'cita' es un desastre andando, igual serás una burla entre los meseros que seguramente esperan a una chica refinada de sociedad."

"Luces bien."

"¿Bromeas?, mi pantalón tiene un hoyo."

"Nadie te verá, esta sala es privada." Damian volvió a tomar su asiento para acomodar la negra servilleta sobre su regazo. "Puedes irte, pero te perderás la oportunidad de probar el crème brûlée y el panna cotta de calabaza, especialidades de la temporada exclusivas de este lugar. Quédate, te encantaran."

Él sonrió complacido al verla sentarse de mala gana en la silla frente a él. Sus planes del día tendrían un ligero cambio, pero seguirían al final tendrían el giro original.

"Pero esta no es una cita Damian. Espero que ese crème brûlée valga la pena."

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"Lo admito, ese crème brûlée de calabaza estuvo fantástico. Nunca pensé que el oro comestible fuera delicioso."

"Te dije que valdría la pena, ¿Cuando te he mentido Roth?."

Ambos pasaban por la puerta del restaurante hacia el estacionamiento, una petición de la misma mitad demonio para evitar la atención de los comensales. Por lo menos, durante el transcurso del almuerzo ella pudo olvidarse de esos prejuicio o de los engaños que la trajeron aquí en primer lugar para disfrutar la velada como los amigos cercanos que eran.

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