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Soy tu peón y tú mí rey. El jugador que está de nuestro lado es nuestro futuro y, nuestro presente es el oponente.
Yo protegeré a mi rey. Quizás un simple peón no suele ser de mucha ayuda, pero al final de las casillas puedo llegar a servir.
Sólo confía en mí.

Sólo confía en mí

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Las calles estaban repletas de gente, la mayoría estaba comprando a última hora, todo para hacer creer a los niños sobre Santa. Una tradición bastante estúpida. ¿Para qué mentirle a los niños sobre alguien que ni existe? Aparte de ello tarde o temprano se terminan enterando. Par de idiotas...

Divisé al rubio de ojos azules, siempre con un rostro con absoluta seriedad. Me gusta cada vez que suele venir con uno de sus planes. Suele sonreír de una forma divertida, aunque supongo que esta vez no es así.

-¿Qué te sucede? Tu cara se ve jodidamente ridícula cada vez que me ves, da asco -gruñó el rubio

-Jaja, ¿qué tal si vamos a la cafetería? -De algún u otro modo, el de ojos dorados se sentía diferente de lo habitual, era como si el ver al rubio en estos días, lo hiciera sentir más feliz y emocionado, lo cual lo hacía sonreír más a menudo que de costumbre. Lo notaba. Algo diferente a la típica felicidad que le solía producir el rubio.

Era como si fuera un típico adolescente el cual recién estaba experimentando el enamorarse. Pero obviamente Hanma no era el típico puberto que nunca tuvo una relación, él sí salió con mujeres, sólo que sus relaciones no le duró porque según él, les aburría.
Él anda en búsqueda de experimentar lo que es sentir la muerte cerca, experimentar algo de lo cual muchos temen pero por eso suele ser divertido, el revelarse, el matar a las personas que se involucren en sus asuntos, el correr y esconderse porque la policía no los atrapen. Eso era lo que él quería, esa clase de estimulación le provocaba de algún modo, felicidad.
Justamente todo eso y mucho más, lograba el rubio con lentes los cuales poseían un marco dorado.

Como sea, todo lo que él hace es para matar el aburrimiento.

Aunque no se daba cuenta, ya que siendo obvios, para Hanma no estaba en su mente el enamorarse de alguien de su mismo género. Por lo cual todo tipo de sentimientos que adquiría del rubio, era porque según él, poseía admiración hacía el más bajo, o quizás simplemente lo consideraba un "mejor amigo". Aunque en su diccionario no existen ese tipo de consideraciones.

-Acepta, pagaré por ti -De vez en cuando, sus ojos se clavaban en la nariz del más bajo, tenía un color rosado y si se lograba ver más de cerca, mocos caían. Sí, el humor del rubio era porque se estaba resfriando.

-Me da igual eso, puedo pagar por mí mismo, simplemente aceptaré porque necesito pensar en algo -Un estornudo salió del rubio. Maldecía el invierno, esa estación del año siempre le traía consecuencias físicas. Eso provocaba que no logre pensar con claridad. Simplemente necesitaba estar en cama, su cuerpo se lo pedía, pero él no accedía.

El olor a pan recién salido del horno y al café.
El frío en sus cuerpos, empezaba a disminuir debido a la calefacción que había en el lugar.

Esto es lo bueno del invierno.
Aunque claro, si no estás resfriado.
El estómago le gruñía. El bullicio de la gente, lograba que le doliera la cabeza. En su rostro, un color rosado habitaba en sus mejillas y nariz. Los cuales el más alto seguía observando. Quería tocarlo.

-Que sea la primera y última vez que me traes a este lugar de porquería.

Pues claro, no esperemos un gracias del rubio. Esa palabra jamás se la diría a cualquiera.

Un impulso que ni él entendía, su cuerpo se movió por sí solo. Su mano se posó en la frente del rubio suavemente. Al percatarse de lo que hizo, rápidamente quitó su mano.

-Si vuelves a hacer eso, te mato. Ahora ve y compra algún medicamento, tienes 10 minutos para volver.

Una sonrisa se hizo en el rostro del más alto. -Entendido.
Mientras se retiraba de aquel lugar, aún contenía aquella calidez en su mano, sus mejillas se tornaron de rosa. Sentía felicidad por simplemente tocarlo.

Las pisadas se marcan en la nieve, y luego de minutos, desaparecen. La luz que había en el día, ahora ya se está yendo.
Copos de nieve caían en los cabellos rubios del joven, alguien que aún recuerda y no puede olvidar fácilmente. Un joven que sus ojos aún denotaban la tristeza dentro. En los cuales ya no existe esa luz de siempre.
Le afectó y mucho, aún lo recuerda. Un sentimiento de rabia y melancolía. En estas fechas lo recuerda más, recuerda todo el camino que solían hacer, aunque el tiempo y la nieve lo cubra todo con un manto blanco y borre todo lo que se hizo en las estaciones anteriores, él aún lo recuerda. Recuerda esos días en donde iban empujándose mientras se daban uno que otro golpe. Llegando congelados a casa en la noche, y luego calentándose bajo la chimenea mientras hablaban cosas al azar, una taza con chocolate caliente y risas que se esfuman con el pasar del tiempo. Esa calidez quería volver a sentir.

Los pasos se detienen. Escuchó maullidos y su mirada se centro en un callejón.
Sus pasos se dirigieron sin pensarlo hacia la oscuridad que habitaba ahí.

Se apreciaba en la vislumbra, un joven un poco más alto que el rubio. Al percatarse, el rubio decidió volver de dónde vino, de algún otro modo, había algo que le decía que debía de huir, aunque esa palabra no sea la digna.

Un agarre en su hombro derecho, su puño se iba a estrellar en el rostro ajeno, se detuvo al reflejar aquellos ojos dorados.

Sentimientos le invadieron, sentía rabia, quería llorar y matarlo a golpes. Pero su cuerpo simplemente se quedó estático. Lo único que quería, era que esa persona desaparezca en ese instante. Lo odiaba con todo su corazón.

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El Peón | HankisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora