Los Morningstar

Capítulo 9

 Juan me llevó al avión y me ayudó a encontrar mi asiento. Me preguntó si necesitabas algo y me ofreció una bebida. Le agradecí y le pedí un vaso de agua. Él te lo trajo y se sentó a mi lado. Te preguntó si estabas bien y si necesitabas hablar de algo. Le contaste todo lo que había pasado con padre y cómo me sentía. Él te escuchó con atención y me dio algunos consejos. Me dijo que no te preocuparas por nada y que todo iba a salir bien. Luego te deseó buenas noches y me dejó descansar. Pero el asiento del avión no era muy cómodo, así que desperté faltaba una hora para aterrizar, busque a Juan, pero me di cuenta de que él no estaba, no intente escapara porque sabía que me encontraría en el avió, así que decidí esperar. Pero el tiempo paso y aterrizamos, Juan aún no había regresado, pero no me preocupe ya que él era un gorilla que no le importaba quien era. Decidí bajar del avió y esperar a que el apareciera. Pero pasaron los minutos y el no aparecía. Preocupada de donde carajos estaba, le pregunte a la aerolínea, y me dijeron que esperara que lo buscarían. Mandaron a un guardia dentro del avión en búsqueda de él, mientras yo intentaba buscar mi maleta, pero no encontré, la aerolínea me aviso que Juan estaba inconsciente en el baño, con una herida en la cabeza, en ese momento intente de mantener la calma ya sabía que mi familia tenía enemigos. Fui con la persona que me llevaría a ver a Juan, pero estaba ya a la defensiva, cuando vi unas caras familiares entre la multitud, eran mis queridos primos gemelos, Aston y Cameron.

Mis primos me vieron y se abrieron paso entre la gente hasta llegar a mí. Me abrazaron fuerte y me dijeron que estaban muy preocupados por mí. Me preguntaron qué había pasado y por qué estaba en ese avión. Les conté lo que sabía de Juan y de la herida que tenía. Ellos se pusieron serios y me dijeron que teníamos que salir de ahí cuanto antes. Me explicaron que Juan era un agente encubierto que trabajaba para una organización secreta que luchaba contra el narcotráfico. Me dijeron que él me había salvado la vida al impedir que unos sicarios me secuestraran. Me quedé sin palabras y no supe cómo reaccionar. ¿Cómo era posible que Juan fuera un espía? ¿Y por qué me había mentido todo este tiempo?

Mis primos me tomaron de la mano y me llevaron a un coche que los esperaba afuera. Me dijeron que teníamos que ir a un lugar seguro donde nadie nos pudiera encontrar. Me dijeron que Juan se recuperaría pronto y que me volvería a ver. Me dijeron que confiara en ellos y que todo iba a estar bien. Pero yo no podía dejar de pensar en Juan y en todo lo que me había ocultado. ¿Qué más secretos tendría? ¿Qué más peligros me esperaban? ¿Qué más sorpresas me depararía el destino?

El coche nos llevó a una casa en las afueras de la ciudad. Mis primos me dijeron que era una de las propiedades de la organización para la que trabajaba Juan. Me dijeron que ahí estaríamos a salvo y que nadie nos molestaría. Entramos a la casa y me mostraron una habitación donde podía descansar. Me dijeron que me pusiera cómoda y que, si necesitaba algo, solo tenía que llamarlos. Me dejaron sola y cerraron la puerta.

Me senté en la cama y miré a mi alrededor. La habitación era sencilla pero acogedora. Había una cama, un armario, una mesa, una silla y una ventana. En la mesa había un teléfono, una lámpara y un libro. Me acerqué al libro y lo abrí. Era una novela de espionaje, firmado por mi tío y padre con una dedicatoria.

"Querida Ali,

Cuando leas esto puede ser que nos odies más que a nada en este mundo (más a tu padre que a mí) pero hicimos este refugio por tu bien, para que puedas desarrollar tus habilidades y tu potencial. Sabemos que eres una chica especial, con un don que pocos tienen. Un don que te hace ver más allá de lo que los ojos pueden ver. Un don que te hace capaz destruir a tus enemigos con un poder que tú tío nombro como Ángel de la guerra. 

Por eso, desde que naciste, hemos tratado de protegerte y de enseñarte a controlar tu sed. Hemos viajado por el mundo, buscando maestros y aliados que te ayudaran a entender y a dominar tu poder. Hemos luchado contra enemigos que querían usarte o eliminarte. Hemos sacrificado muchas cosas por ti, incluso nuestra propia felicidad.

Pero no te lo decimos para que te sientas culpable o agradecida. Te lo decimos para que sepas que te amamos con todo nuestro corazón y que siempre hemos querido lo mejor para ti. Te lo decimos para que sepas que no estamos muertos, sino que estamos en un lugar seguro, esperando el momento de volver a verte. Te lo decimos para que sepas que no estás sola, sino que tienes una familia que te apoya y te respeta.

Te pedimos que no nos busques ni nos llames, por tu seguridad y la nuestra. Te pedimos que confíes en Juan y en tus primos, que son nuestros amigos y nuestros compañeros. Te pedimos que sigas aprendiendo y creciendo, que seas feliz y que hagas el bien. Te pedimos que no pierdas la esperanza ni la fe, que algún día nos volveremos a abrazar.

Te queremos mucho, tu padre y tu tío."