21. Plan de contra-ataque.

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—Como odio este tiempo, el cierre del primer semestre del año va a matarme —dice Anna pasándose una mano por la frente, yo le sonrió de costado mientras me siento con las piernas cruzadas en mi sofá, una copa de vino en la mano derecha y en la otr...

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—Como odio este tiempo, el cierre del primer semestre del año va a matarme —dice Anna pasándose una mano por la frente, yo le sonrió de costado mientras me siento con las piernas cruzadas en mi sofá, una copa de vino en la mano derecha y en la otra, mis apuntes.

Dos libros sobre derecho internacional están en la mesa junto a mis libros de muestras para mi trabajo final. Ambas nos juntamos para sufrir juntas mientras que esperamos que las novias de nuestros amigos: Lorena, novia de Miguel, y Jazmín, novia de Omar; ya que Edison se encontraba lleno de trabajo, sufriendo el otro lado de nuestra situación.

Unos golpes en mi puerta me hacen levantarme y ver a Eduardo, mi portero, con León y Patricio con bolsas de comida en las manos.

—Pasen, pasen. —Apuro a los chicos y ellos me saludan antes de desaparecer con las chicas, que hacen lugar para que no se manchen los apuntes—. Eduardo, muchas gracias por acompañarlos.

—Señorita Sofía, también vine a entregarle esto —contesta tendiéndome una carta, frunzo el ceño; él se encoje de hombros—; una señora quería entregársela pero cómo usted tiene lista cerrada, no la he dejado pasar.

—De nuevo, muchas gracias.

Cerrando la puerta, miro el sobre detalladamente, aun sin saber quién es Miranda Kos, la remitente del mismo. Les hago una seña a los chicos para que me disculpen un momento.

Querida señorita García, me disculpo por las molestias que pueda ocasionarle esta carta, pero soy Miranda Kos, ex-novia y madre biológica de Olliver Morales.

Sé que usted mantiene una relación romántica con mi ex-novio, y por eso me acerco para pedirle que cuando empiece mi demanda por la custodia compartida, se mantenga fuera de la situación porque no tiene ninguna relación...

Cierro la carta, doblándola exageradamente mientras trato de mantener mi respiración constante y que el enojo que siento no se propague hasta ocasionarme una migraña.

— ¿Sofía? ¿Estás bien? —León entra en mi cuarto y se sienta a mi lado, en el piso. Le entrego el papel mientras estiro mis piernas—. ¿Qué demonios? ¿Quién se cree que es?

—La madre del hijo de Edison.

—No lo digas así, Sofía.

— ¿Cómo más quieres que lo diga? Eso es lo que ella es.

—No, ella es la donadora del ovulo, tal vez, pero no es la madre o mamá por lo que nos dijo Edison. Y lo estás diciendo como si ella tuviera el derecho de venir a mangonearte, cuando el único que puede decirte que te alejes es tu novio. No ella. No la conoces y no te conoce.

—No voy a hacer pasar a ese pobre niño por una pelea entre la novia de su padre y su madre biológica, León.

—Así que ya te rendiste, ¿eh? Porque así suenas, como si Edison te mandara esta carta pidiéndote espacio. Escúchame, claro y alto, Sofía García —dice agárrame los hombros, presióname contra la pared ya que es de cuclillas adelante mío—; tienes este patrón de asustarte cuando hay cambios que afecta a tus relaciones. Por ejemplo: rompiste con Ben cuando él empezaba la universidad, rompiste con Pat cuando se graduaron, rompiste con Omar cuando él se recibió, rompiste con Cristián cuando se fue a Italia por su carrera...

Cigarros para un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora