Me despierto con un enorme brinco, que es tan enorme que me caigo de la cama, golpeándome duro en la cabeza. Luego de que me lamento de dolor me recupero del suelo y me acuesto en la cama, aún procesando lo que acababa de pasar. Mejor dicho, de soñar.
Me tiro en la almohada mientras sobo mi cabeza-Qué suerte, todo fue un sueño.
En serio, qué suerte.
Volteo mi cabeza y miro el reloj-11: 47 am, ¿tan tarde?
Bueno, aún es de mañana y transcurren las primeras semanas del verano. Estoy en casa, aparentemente tranquila. Enciendo el televisor y noto que están pasando un comercial de humanos vestidos de frutas diciendo cosas como que las frutas son saludables, y eso. Trato de ignorar la ecológica escena cambiando de canal y por suerte ahora disfruto de una película en mi habitación.
Aún en pijamas y acostada en mi cama, como si no hubiera vida que vivir ni cosas que resolver. Por lo menos no en este momento y no quiero que nada ocurra que puedo perturbar mi inestable paz. Gracias al cielo todo está tranquilo aquí, simplemente puedo disfrutar del silencio y la oscuridad en mi habitación; y del brillo de la delgada pantalla frente a mí.
Y es cuando menos espero, recibo una llamada a mi celular de Dylan, mi mejor amigo de dieciséis años, un año mayor que yo:
-¿Eh?-Mascullo, con mi voz aún áspera del sueño.
-¡SUSAN! ¡Ven rápido a mi casa, por favor! Te necesito ahora mismo, no sé qué hacer. Me siento extraño, ¡Esto es horrible, Susan! ¡Horrible!-Grita muy al teléfono como si algo muy grave hubiese pasado. No entiendo qué cosa puede ser que necesita de la ayuda de una persona fuera de su enorme casa. O sea, si es tan urgente como dice que es, puede pedirle ayuda a su madre o a su hermano mayor. Pero no, debe sacarme a mí de mi comodidad.
-¡Dyl, no! Ahora no, estoy ocupada-Me refiero al tipo de ocupación en la que me encuentro perezosa. De verdad considero mucho esos tiempos que casi nunca aparecen en mi rutina, aparte no quiero ir.
Dylan suelta un sollozo peculiar y es cuando en realidad comienzo a tomar en serio su situación, porque él no suele llorar por nada del mundo; suele tomarse las cosas a la ligera-Susan, te necesito.
Su sollozo me hace pensar y reflexionar que, si me llamó a mí, debe haber sido algo demasiado grave. Suspiro y se vino un vago bostezo-De acuerdo, estaré allá en una hora.
-¡No!-dice, suena desesperado-¡Te necesito ahora!
Me quedo en silencio allí, en la línea; lo que hizo que él grite mi nombre varias veces, hasta que mi sueño y mis pensamientos me dan permiso de reaccionar-Dylan, ¿qué pasa?
Se escucha su sombrío suspiro del otro lado-Sólo ven.
►▼◄
Ahora estoy parada frente a la puerta de la casa de Dylan, con mi teléfono en manos. No me siento muy segura de tocar la puerta, ya que si me llamó desesperado a mí y no a alguien más, debía ser secreto. Pensé en llamarlo varias veces en el camino y desistí, por lo que ahora toco la puerta. Su madre me atiende:
-¡Hola, cariño! Pasa adelante-Entro con ella halándome del brazo, prácticamente casi me hace pasar a la fuerza. Se voltea hacia mí, luego de haber cerrado la puerta-De seguro debes venir a ver a Dylan, ¿verdad?
Como si no fuera obvio.
-Sí, señora-Aún así contesto amablemente.
-Sube, está en su habitación-comenta ella, sonriendo como si fuese perfecta- Creo que está probando su nuevo videojuego, no ha parado de gritar desde que llegó su paquete.
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Mi Perfecto Idiota.
Ficção AdolescenteSusan es completamente una "corazón de roca". Nada puede conmoverla o hacerla cambiar, sus bases están clavadas dentro de sí y ninguna persona la hará cambiar de opinión. Pero eso se pone a prueba cuando su mejor amigo Dylan, un chico con más aire e...