5.-Plan de Escape.

61 8 0
                                    

La luz de mi habitación está apagada ahora, igualmente mi televisor. La única luz que me hace ver es la de mi laptop sobre mis piernas. Luego de un par de minutos de revisar mis redes sociales en internet, me siento como un murciélago por tener las luces apagadas de esta forma, además, no pretendo quedarme ciega. Prendo la luz, y me siento en mi cama. Tomo la carta de Mathew que reposaba sobre la mesa junto a mí. Abro y la leo nuevamente.

Nunca te olvidaré, Susan.

Sonrío-Yo tampoco te olvidaré, Math.

Ahora sin darme cuenta, me descubro acariciando la carta con el dedo pulgar de la mano con la que la sostengo. Estoy reconsiderándolo. Amar a alguien que valga la pena.

Estando a punto de tomar una decisión mi teléfono suena. Lo tomo y observe un mensaje de texto de Dylan:

No puedo dormir.

Sonrío, dudando de qué decir. Miro el reloj del celular.

1:26 am.

Aferro mi celular y le respondo:

Yo tampoco.

Por un momento pienso que mi frío mensaje mató sus ganas de hablar. Así que dejo el celular a un lado, pero responde unos cinco minutos después:

De acuerdo, Susan. Iré directo al punto.

Me sobresalto al ver el mensaje. Pero no debía demostrárselo de todos modos. Creo que dirá algo acerca del beso que le robé:

Okey, como quieras, Dylan.

El mensaje de respuesta llega de inmediato:

No soporto más la idea de hacerme cargo de una pequeña niña. De verdad, ya no soporto esto. No sé qué hacer cuando tú no estás, me siento inútil porque todo lo haces tú.

Su mensaje me alarma como su preocupación de esta tarde, de verdad no sé qué decirle:

Dylan, relájate. Por favor.

Contesta rápido otra vez:

¡NO! Ya no quiero relajarme más, debo deshacerme de ella porque no puedo dormir en paz con ella presente. O sea, ella no me asusta. Me asusta la idea de que alguien entre y me vea y yo tenga que explicarle todo. Porque sé que no entenderán como tú. Voy a deshacerme de ella, Susan. ¡AHORA!

Me sobresalto, me siento impotente estando en mi casa:

Dylan, no cometas una locura. Te juro que te voy a patear fuertemente los amigos si le haces daño, ¿me entiendes? Porque no sabes que error cometerás al abandonarla. De verdad, piénsalo bien.

Envío el mensaje y comienzo a desesperarme aún más cuando no me contesta, el miedo es tan intenso que siento como una lágrima se desliza por mi mejilla sin intenciones de que lo hiciera. Pasan cinco, diez y a los quince minutos, respondió:

Tú no entiendes. Una persona tan idiota como yo no puede con una carga tan grande como un hijo, al menos no hoy, no ahora. Tengo miedo, Susan. De volver a la escuela y dejarla escondida en el armario, de que crezca encerrada en una casa, de que sea invisible, de no poder tener mi conciencia limpia. Voy a volverme loco. De verdad, lo juro. Estoy desesperado, estoy desesperado. ¿Acaso no puedes entender lo que me pasa? Oh, por supuesto que no, Susan. ¡Porque no tienes hijos!

Me quedo mirando el mensaje durante unos quince segundos, pensando que decir o aconsejar. Pero él tiene razón, no tengo hijos. No sé qué decir, así que no respondo. Estoy tan asustada que mis manos tiemblan, imaginando el peor final para Dylan y su hija. La adrenalina que corre por mi cuerpo me hace pensar en muchas cosas. Una fría idea pasa por mi mente. Sé que será arriesgado, pero debo hacer algo por Dylan.

Mi Perfecto Idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora