🪶CAPÍTULO 29: La elección del alma de luzbel🪶

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Semyazza y Azael contemplaron desde su escondite como cinco grigoris evaluaban el área, buscándolos.

—Parece que nos ya no tenemos su lealtad y respeto —murmuro la naturaleza.

—Porque deberíamos tenerlo, si nosotros los abandonamos —expuso, sin apartar la mirada de los ángeles caídos—. ¿Cómo se supone que salgamos de aquí con ellos cazándonos?

A pesar de haberles abandonado, ellos seguían siendo sus soldados, unos a los cuales no quería hacerle daños, porque lo único que habían hecho era darle su lealtad a un ser que los hizo sentir seguros, luego a abandonarlos.

—He venido preparado —la naturaleza saca de su bolsillo una esfera.

—¿Qué es eso?

—Es algo que nos ayudara a teletransportanos, no es muy seguro, sigue siendo estudiado, pero nos sacara de aquí —informa.

—Bien, hagámoslo.

🪶🪶🪶

Al despertar, lo primero que acaparo su atención fueron las velas que la rodeaban, e iluminaban la habitación, delatando a su vez la presencia de seres cubiertos con túnicas negras con decoraciones doradas, que sostenían velas en sus manos de una tonalidad tinta, como si fueran hechas de sangre coagulada, las cuales desprendían un aroma desagradable que impregnaba la habitación.

La atención de Calix fue atraída a su costado, al percibir un destello, encontrándose con un pequeño altar, en donde estaba colocada una rosa dorada de cristal. La inquietud la invadió, pues aquella rosa era la que alguna vez planto y dejo en libertad a la madre de Azul.

Calix se puso de pie con dificultad, ante la debilidad de su cuerpo, al ver que uno de los sujetos de túnica salía de su formación y acercaba a ella, sacando debajo de la túnica una daga. Calix retrocedió asustada, porque justo en ese momento se sentía el ser más débil del universo.

—Tranquila —ordeno el ser con voz suave.

Su voz le resulto tan familiar, que escabullo en su memoria, intentando recordar a donde la había escuchado antes, y porque tenía tanto efecto en ella.

El ser tomo su mano, y Calix no lucho en lo absoluto, ni siquiera cuando esté corto su palma y la sangre escurrió por ella. Porque estaba tan perdida en lo familiar que se sentía la calidez de su mano.

¿Quién era?, y porque no lo podía recordar.

Jorge tomó con cuidado la mano de Calix y guio a la rosa, y al caer la primera gota de sangre, la rosa lanzo un destello que apago las velas más cercanas a ella. Y cuando creyó que la rosa tenía la sangre suficiente, libero a Calix y tomo la rosa, ofreciéndosela.

—Bebe.

Calix dudo por un momento, pero al final la sostuvo entre sus manos. Con la rosa había empezado todo, y al parecer con ella terminaría.

Se había hecho una promesa, proteger a todo ser inocente en el mundo, pero justo en ese momento, solo deseaba terminar con todo lo que significa ser ella, se sentía tan agotada, que lo único que deseaba era acabar con su existencia, y si bebiendo eso lo haría, lo aceptaría.

Llevo la rosa a su boca, y bebió de ella, sintiendo como el sabor metálico y amargo de su sangre inundaba su paladar.

Cuando termino de beber la última gota de sangre, un nudo se formó en su garganta, mientras su pecho era invadido por un dolor abrumador, que se fue extendiendo por todo su cuerpo. Sus piernas perdieron equilibrio y cayó al suelo, sujetando con fuerza la rosa en su mano.

Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora