ALAYNE (Sansa)

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Ella estaba leyendo a su pequeño lord un cuento del Caballero Alado cuando Mya Piedra vino a golpear la puerta de su dormitorio, con botas y pieles y oliendo fuertemente a establo. Mya tenía pajas en el pelo y el ceño fruncido. El ceño fruncido venía de tener a Mychel Redfort cerca, sabía Alayne.

“Mi señor”, Mya informó a Lord Robert, “Los estandartes de lady Waynwood se han visto a una hora de camino. Estará aquí pronto, con tu primo Harry. ¿Querrás recibirles?”

“¿Por qué tendría que mencionar a Harry? “pensó Alayne. Así nunca sacaría a Robalito de la cama. El chico lanzó un cojín. “Échale. Nunca pedí que vinieran aquí.”

Mya pareció sin respuesta. No había nadie mejor en el Valle manejando una mula, pero los señores eran harina de otro costal. “Ellos estaban invitados…” dijo insegura “para el torneo. Yo no…”

Alayne cerró su libro. “Gracias, Mya. Déjame hablar con Lord Robert, si puedes”. Con alivio en su cara, Mya marchó sin más palabra.

“Odio a ese Harry”, dijo Robalito cuando ella se fue. “Me llama primo, pero solo está esperando a que muera para que pueda tomar Nido de Águilas. Él cree que no lo sé, pero se equivoca”.

“Su señoría no debería creer esas estupideces”, dijo Alayne. “Estoy seguro de que Ser Harrold le quiere mucho”. Y si los dioses son buenos, me querrá también a mí. Su pecho se agitó un poco. “No” Lord Robert insistió. “Él quiere el castillo de mi padre, eso es todo, así que finge”. El niño acercó su manta a su pecho lleno de granos. “No quiero que te cases con él, Alayne. Soy el señor de Nido de Águilas, y lo prohíbo”. Sonó como si estuviera a punto de llorar. “Deberías casarte conmigo en su lugar. Podríamos dormir en la misma cama cada noche, y me podrías leer historias”.

Ningún hombre se puede casar conmigo mientras mi esposo enano viva en algún lugar en el mundo. La reina Cersei habría recogido la cabeza de una docena de enanos, decía Petyr, pero ninguna era de Tyrion. “Robalito, no debes decir esas cosas. Eres es el señor de Nido de Águilas y Defensor del Valle, y debes casarte con una dama noble y tener un hijo que se siente en la Sala Alta de la Casa Arryn cuando hayas partido”.

Robert se limpió su nariz. “Pero quiero —” ella le puso un dedo en sus labios. “Sé lo que quieres, pero no puede ser. No soy adecuada para ser tu esposa. Soy una bastarda”. “No me importa. Te quiero más que nadie”.

Eres un pequeño tonto. “A tus señores banderizos les importará. Algunos creen que mi padre ascendió demasiado y es demasiado ambicioso. Si me tomaras como esposa, dirían que él te obligó y no fue tu voluntad. Los Señores Recusadores podrían tomar armas contra él, y a ti y a mí nos matarían”.

“¡No dejaría que te hirieran!” dijo Lord Robert. “Si ellos lo intentan les haré volar”. Su mano empezó a temblar. Alayne acarició sus dedos. “Aquí, mi Robalito, tranquilo”. Cuando el temblor pasó, dijo: “Debes tener una mujer adecuada, una verdadera doncella de noble cuna.”

“No. Me quiero casar contigo, Alayne.”

Una vez tu señora madre insistió en eso, pero yo no era bastarda sino una verdadera doncella y noble. “Mi señor es amable al decir eso”. Alayne alisó su pelo. Lady Lysa nunca había dejado a los sirvientes tocarlo, y después de que muriera Robert había sufrido terribles temblores siempre que alguien se acercaba con una cuchilla, así que habían dejado que le creciera hasta que sobrepasó sus redondos hombros y caía hasta la mitad de su fofo pecho blanco. Él tiene pelo blanco. Si los dioses son buenos y vive lo suficiente para casarse, su mujer admirará su pelo, seguramente. Será lo único que le guste de él. “Cualquier hijo nuestro no sería noble. Solo un verdadero hijo de la Casa Arryn puede desplazar a Ser Harrold como tu heredero. Mi padre encontrará una mujer adecuada para ti, una chica de noble cuna más bella que yo. Cazaréis y llevaréis halcones juntos, y ella te dará su favor para llevarlo en torneos. Antes de que te des cuenta de habrás olvidado completamente de mí.”

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