Habían pasado al menos dos meses desde aquella fiesta de máscaras, era evidente que el tiempo transcurrido había afectado de manera positiva a los individuos de la organización Hellsing, en especial al joven mayordomo de la mansión, pues este al parecer ya se encontraba en un estado un tanto más estable, su actitud hacia con el vampiro mayor había cambiado notablemente, convirtiéndose en alguien bastante agresivo hacia con él, sin embargo la dama de hierro no permitía esas constantes faltas de respeto de parte del joven Eron, al cual en más de una ocasión le llamó la atención, había calmado un poco su actitud, sin embargo tovia existía un constante roce entre sus subordinados, aquellos meses se habían convertido en un infierno, sobretodo porque Eron perdía la paciencia con gran facilidad y su perro guardián, Alucard, adoraba molestarlo, ella sentía que nuevamente tenía a dos niño pequeños, tontos e infantiles, haciendo rabietas, la poca cordura que le quedaba iba desapareciendo con cada pequeña discusión sin sentido, Sir Inegra estaba perdiendo sus cabales.
Por fin comenzaba el invierno, el frío se hacía cada vez más notorio, la neblina era cada vez más espesa y toda planta o creatura iba pereciendo con el pasar de los días, muchos animales habían comenzado su etapa de hibernación, la nieve comenzaba a hacerse presente lentamente, los copos iban cayendo, llenado de blanco todo el paisaje, tapizando de escarcha cada árbol y flor, los cielos escondían al sol entre las nubes, haciendo que la temperatura llegase hasta los tres grados, en algunas ocasiones se asomaban enormes nubes de color gris, anunciando una fuerte tormenta, la cual podía durar toda una semana.
Después de aquella fuerte y triste noticia, Sir Integra mandó a construir una pequeña habitación dentro de la mansión, donde residía tranquilamente la urna de porcelana blanca, había algunas pocas velas y muchos Jarrones con flores, el pequeño recipiente que contenía a la chica estaba colocado sobre una mesa de madera de caoba, tenía un color un tanto oscuro y un pequeño manto rojo que estaba debajo de este, se encontraba rodeado de cientos de jarrones repletos de flores, flores que eran puestas diariamente por Eron, escogía siempre las flores más bonitas del jardín y las colocaba de manera sumamente cuidadosa y precisa, entre las flores había orquídeas, rosas, claveles, gardenias, alcatraces, Lirios, hortensias, entre otras, todas y cada una de ellas era de un perfecto color blanco, un blanco tan puro y limpio.
Muchas veces el joven de cabello castaño se quedaba en la habitación, sentado, culpandose así mismo de no ser suficientemente capaz de protegerla, de ni siquiera tener el valor suficiente para enfrentar al hombre que la había dañado, cada día que pasaba le juraba que encontraría al responsable y le haría pagar de una manera dolorosa. El tenue brillo de las velas era la única luz que se encontraba en la habitación, detrás a la urna y por lo alto, se encontraba un bello cuadro con marco dorado, el cual contenía una foto de la pequeña draculina, y a su vez en la parte inferior, enfrente de la vasija estaba aquella cruz plateada que ella solía portar con orgullo en su cuello. Eron se había convertido en el fiel vigilante de aquella habitación, la limpiaba con esmero, cada centímetro y milímetro de esta, pasaba la mayor parte de su día investigando a detalle cada minúsculo archivo o documento, con la esperanza de encontrar algún tipo de guía que lo llevase hasta la persona responsable de tan terrible acción, había ocasiones en que reducía su horas de sueño hasta el punto de sólo dormir dos horas al día, acción que empezó a preocupar a la dama de hierro, que ocasionalmente le ordenaba ir a dormir, sin embargo este hacía caso omiso de sus órdenes y continuaba trabajando, llegando al punto de parecer un ser completamente fuera de sí.-Alucard... - comentó la mujer de finos cabellos color rubio platinado.
-¿Si mi señora? - preguntó aquél barítono un tanto espectral que resonaba por toda la habitación.
-Necesito que duermas a Eron- dijo aquello con un tono de total exasperación, sin embargo nunca alejó su mirada de los documentos que firmaba.
Una sombra se fue materializando enfrente de aquél escritorio de madera donde yacía sentada la regente de Hellsing, la sombra era un hombre alto, de aspecto siniestro y con un aura bastante atemorizante, sin embargo Sir Integra estaba tan acostumbrada a este que ni siquiera se inmutaba ante su presencia.
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MIS DEMONIOS (AxS)
FanfictionQuien diría que el simple descuido de uno serian las recompensas del otro. -Y sólo ahora comienzas a culparte de su ausencia, ¿No es así mi querido Alucard? - -¡¡Pagarás!! ¡¡Te juro que pagarás maldito bastardo!! - -La que pagará será ella, pagar...