Dos figuras se encontraban adentrándose en la casa.
La luz que entraba por la ventana reflejaba aquellos rostros.
Aquel rubio no quería mantener ninguna interacción ni mucho menos conversación con el otro individuo. No lograba explicarse el cómo fue que llegó a aceptar que se quedara a vivir por un tiempo en su casa. Supuso que por lástima, aunque eso no duraría mucho.-Tu casa es muy bonita... ¿Tus padres aún no llegan? -Aquellas palabras salieron inconscientemente del joven más alto. El rubio se molestó un poco.
-No tengo padre. Mi madre trabaja hasta tarde haciendo horas extras.
La mirada gélida y las palabras secas que salían de la boca del rubio, denotaba que no estaba tan feliz con la aparición del alto. Pues sí, era obvio que no lo estaba. Pasaron aproximadamente 3 años desde que su mejor amigo el cual admiraba y era también parte de su familia, ya no estaba. Lo culpaba específicamente a aquel joven de ojos dorados. Ese joven con esa cabellera de color amarillo y negro, los cuales parecían como si la oscuridad con la luz del sol se mezclaran.
Él no tuvo la culpa, las cosas suceden y las decisiones las toma uno, pero lamentablemente no podía afirmar lo que sucedió. Simplemente lo odiaba.Una pequeña aparición de pelaje negro azabache se aproximaba hacia el silencio incómodo que se había formado. Un maullido largo, el cual significaba que tenía hambre.
Eso rompió aquel silencio, dentro de todo el rubio sonrió después del pesado día y de la inesperada "visita". Primera sonrisa la cual no fue fingida. Lo único que necesitaba era a aquel pequeño individuo y estar con cobijas en la cama, mientras el frío en su cuerpo disminuye. Necesitaba descansar y al día siguiente simplemente abrir los ojos, y que todo volviese a lo habitual.El pequeño ronroneaba y se acariciaba en la pierna desconocida. Pegando pelos en aquel pantalón. Dentro de todo, por lo menos al gatito le agradaba la presencia del mas alto.
-Hey, vamos a alimentarte Peke J -Levantó al gatito de aquel lugar el cual lo estaba marcando suyo. Mientras lo acariciaba se iba dirigiéndose a la cocina -¿Por qué eres así?¿En serio te agrada él?
Y pensar que aquel pequeño gatito, era la fuente que aún le quedaba para ser feliz. Necesitaba la felicidad, pero sabía que sin estar al lado de aquel joven quien ya no estaba, no servía de nada. Ya no le importaba el hecho de que vengan y se vayan personas de su vida.
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.Uno que otro golpe, tanto daba como recibía. Su rostro ardía mientras sangre de su cabeza caía. Su cuerpo y rostro se adornaba de moretones.
A pesar de todo ello, en su rostro se decoraba su auténtica sonrisa, como si los golpes que haya recibido, no le hubiera afectado.
Al acabar con todos los individuos que se encontraban, la emoción desapareció.
Dentro de todo, tenía aquella ilusión de que en ese momento encontraría a alguien que le diera una paliza hasta el punto de llegar a matarlo. Buscaba llegar a tener a alguien con quien sería emocionante tener una pelea.No poseía el permiso de actuar a lo bruto, como siempre, estaba bajo las órdenes de Kisaki y debía de actuar como él lo pedía.
No podía deducir esta vez lo que el más bajo quería, aunque tampoco le importaba en absoluto.Esta vez el alboroto trataba con una pandilla recientemente creada.
Para ser más exactos, un par de inútiles que sólo tenían una buena complexión física.-Jodidos par de idiotas... Como sea, ¿Recuerdas lo que te dije anteriormente? Mírate lo débil que te ves, no me hagas perder el tiempo.
-Si quieres dinero, te lo daremos, hasta drogas e incluso armas. No te hicimos nada como para que tú vinieras a golpearnos de la nada. No seremos títeres de nadie.- Esa persona la cual se encontraba en el suelo, decidió escupir en la ropa del más alto. Eso provocó que el alto pateara en el estómago ajeno.
-Te lo advertí.
La cosa no estaba en matarlos, era llegar al punto en el que los otros decidan rendirse y simplemente obedecer ante las órdenes que Kisaki iba a proponerles.
Pero lamentablemente no estaba resultando todo tan fácil, a pesar de que estaban en el suelo tirados y uno que otro apenas y podía abrir los ojos, no se veía que iban a producir alguna palabra con respecto a lo que Hanma quería oír.
Su paciencia se agotaba. Simplemente no le quedaba remedio que ir matando uno por uno hasta que el líder decida estar de acuerdo.Tras el agarrar un cuchillo, divisó a cualquiera y simplemente fue decidido. Comenzó poniendo un trapo en su boca y luego empezó a cortar parte por parte. Pues sí, en vez de matarlo de una sola vez, decidió ir lento.
El otro individuo observaba y una que otra lágrima caía, pues es lógico, a la persona que estaba matando lentamente, lo consideraba su familia. De su boca no salían las palabras, quería detenerlo. Estaba pálido, de algún modo, no esperaba que el más alto lo dijera en serio, creía que lo que él le advirtió, sólo lo decía por intimidar.
Los gritos desgarradores del individuo afectado, eran un poco silenciados por aquel pedazo de tela.
-Detenlo, por favor. -Dijo uno el cual aún estaba consciente- Si no lo dices tú, no sirve de nada que lo haga yo o cualquier otro... Luego quizás y nos mate a nosotros también ¡Reacciona y no te quedes callado! -Aquello fue lo suficiente como para que el joven volviera en si.
-Está bien. Me rindo. Basta por favor -Mientras se arrodillaba el individuo ante el más alto y lloraba en silencio, el alto lo que hacía era esbozar una sonrisa. Logró lo que quería.
-Bien, me detendré, pero tú seguirás en donde me quedé.
-¿Qué? No lo comprendo.
-¿Acaso eres lento? Mátalo.
-¿Por qué?... No hace falta hacerlo, ¿No crees que te estás—
-Cállate. Te digo que lo mates, ¿Acaso pretendes que él se quede con vida? ¿Sabes todas las sospechas que habrían tras el ir a un hospital para que lo revisen? De todos modos, él ya no sirve. No me hagas repetirlo y mátalo. Luego de hacerlo, deshazte de su cuerpo.
-Está bien...
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El Peón | Hankisa
Fanfic¿Me enamoré sin darme cuenta? Lamentablemente sí, yo mismo me confundí. Confundí la forma de idear y planear que tenías. Una imaginación que iba más allá de alguien de su edad. Una persona con un coeficiente alto, el cual me emocionaba cada vez que...