ALEX
El pitido de mi despertador sonaba sin parar.
Eran las 7:30 de un sábado y debía ir a entrenar si no mis padres me matarían.
Me levante, hice mi mochila y me dirigí a la cocina donde me hice un zumo de naranja y cogí una manzana de el frutero nuevo de mamá.
Mis padres solían tener discusiones ya que mi padre traía el dinero a casa y mi madre lo gastaba a lo tonto en bolsos.
Lo que hacía que mis malas calificaciones en el instituto empeorara la situación romántica de mis padres, solían discutir sobre que hacer conmigo y que no llegaría a nada.
La natación era lo único que me quedaba.
Cuando ellos discutían en casa solía escaparme al gimnasio para descargar la tensión que se respiraba en lo que no podía llamar mi hogar, por que aun que mi casa fuese bonita, faltaba el amor que había en las demás.
Me acabe mi desayuno y cogí mi mochila para dirigirme hacía el pabellón donde se encontraba la piscina.
Salí de casa, poniendo mis auriculares en mis orejas, el pabellón no quedaba muy lejos, así que en breves momentos ya estaba en el vestuario cambiándome para entrar a la piscina.
Me posicioné en mi sitio esperando el pitido de mi entrenador para zambullirme al agua.꒷꒦꒷‧˚₊‧꒦꒷꒦ ꒷꒦‧˚.⁺꒷꒦꒷‧˚꒦
El entrenamiento acababa a las 13:15 me encontraba retomando mi camino a casa cuando a mi lado acababa de pasar una ambulancia a toda leche, pero la ignoré y seguí mi camino, pasando por el parque de los manzanos, en realidad se llamaba de otra forma pero todos lo conocíamos por el parque de los manzanos debido a la cantidad de los árboles que daban esta fruta en el interior de el parque.
Una vez pasado medio camino vi a una joven unos cuantos metros más adelante que yo, siendo perseguida por un señor de unos 50 años aproximadamente.
Me pareció realmente sospechoso ya que la joven miraba hacía atrás y aumentaba la velocidad de su paso mientras que el señor la imitaba.
Nadie estaba haciendo nada, y a saber que asquerosas intenciones tenía el señor con aquella joven vestida de animadora.
Así que comencé a correr en dirección a la chica, y cuando llegue a su altura la abrace por detrás.
-Mi amoor. -Dije en un tono moderado de voz mientras le daba la vuelta a la joven para poder abrazarla, y así lo hice, la abracé y pose mis labios sobre su oído- Supongo que ya lo sabrás pero hay un viejo verde siguiéndote así que tan solo haz como si fueras mi novia, todo irá bien.
La joven asintió lentamente abrazándome más fuerte y dándome un beso corto en la mejilla.
-Vamos?- preguntó agarrando mi mano y comenzando a andar normal.
Asentí y giré mi vista y ya no había ni rastro de el señor, pero para evitar que esto volviese a ocurrir la acompañaría hasta su destino.
Esperé a salir de el parque para preguntarle a donde se dirigía, a lo que ella respondió que iba a su casa.
-Te acompañaré hasta allí, no quiero que ocurra nada más así- dije sonriendo- ¿Cual es tu nombre, por cierto?
-Jenna-Dijo la morena- ¿Y el tuyo?
Sonreí.
-Alex, encantado Jenna.
Seguimos caminando hasta que se paró delante de una Casa Blanca.
-Esta es mi casa, enserio gracias por haberme ayudado, a saber que intenciones tenía ese señor, no sé cómo agradecértelo.-Dijo mientras sacaba su cartera de el bolso.
-No hace falta que lo agradezcas, fue un placer conocerte. Espero volverte a ver pronto Jenna.-Sonreí, y me alejé dejándola con la cartera en la mano.
No permitiría que me pagase por el simple hecho de ayudarla.
Si ayudas a la gente Alex, el universo te lo devolverá tarde o temprano.
Eso siempre decía mi abuelo cuando lo ayudaba a cualquier cosa.
En verdad lo hechaba de menos, desde que nos mudamos de África no lo había vuelto a ver ya que el insistió en quedarse a cuidar a mi abuela la cual murió un par de meses más tarde.
Ya había llegado a casa, mi madre se encontraba en la puerta con un par de cajas de bolsos de marcas caras.
Mamá lo había vuelto a hacer.
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NENSHAMA
ФэнтезиUn bosque prohibido, una joven con ganas de aventura y una maldición que perdurará por los siglos de los siglos. ¿Será capaz Marina de no perderse a si misma? ¿Conseguirá escapar a tiempo?