Capítulo 8

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Keanu se coló en su apartamento igual que un ladrón en medio de la noche. Había visto la misma película tantas veces que se creía en condiciones de hablar alemán con fluidez. Frunció el ceño al comprobar que todo el salón estaba en perfecto orden. Se desabotonó la camisa, la sacó fuera del pantalón y sintió una leve punzada de culpa por dejar que River se encargase de toda la limpieza. Pero pensó en cómo se habría sentido si se hubiera quedado en la fiesta y decidió que había hecho lo correcto.

Estuvo a punto de sufrir un colapso cuando descubrió a River tumbado en el sofá de cuero. Llevaba una de sus camisetas preferidas y unos pantalones de pijama casi tan viejos como él. Tenía las mejillas sonrojadas y sus ojos brillaban.

—Es muy amable por tu parte dejarte caer por aquí, Reeves—ironizó River—¿Lo has pasado bien?

—Estupendamente—respondió Keanu con fingida alegría.

Estaba realmente enfadado. Keanu se metió las manos en los bolsillos y avanzó hasta el brazo del sofá, que rodeó.

—Gracias por encargarte de limpiarlo todo ¿Jonathan te echó una mano?

—Sí, al largarse.

River sujetó una almohada envuelta en un dibujo de leopardo contra su regazo. Su mirada soltaba chispas. Keanu no reconoció la almohada. Echó un significativo vistazo hacia la oscuridad del dormitorio y habló en un susurro.

—¿Estamos solos?

—¿Aparte de toda la pandilla del equipo de fútbol americano que descansan exhaustos en la habitación?—dijo River con las mejillas encendidas.

Keanu sacó las manos de los bolsillos y se sentó en el extremo más alejado del sofá. Así estaría fuera del alcance de los misiles de River.

—No sería tan extraño que hubiera un hombre contigo, Riv.

—¿Quién eres tú?—arqueó las cejas al máximo—¿Acaso eres un extraterrestre que ha abducido al verdadero Keanu Reeves?

—¿Cómo?

—¿De quién es este apartamento?—continuó River furioso—Es la primera vez que conozco a toda esta gente ¿Crees realmente que me iría a la cama con un perfecto desconocido? ¿En tu casa? ¿En tu cama?

—Pues, no.

—Entonces no me hagas esas preguntas tan estúpidas.

River se sentó sobre las piernas y se recostó sobre el puño cerrado. Keanu estuvo a punto de salivar como un animal. Ahora sabía que había obrado correctamente al marcharse de la fiesta.

—¿No deberías estar durmiendo?—preguntó algo molesto.

No tenía ningún sentido que hubiera pasado la noche en un cine de arte y ensayo si al regresar a casa lo encontraba despierto y escandalosamente sexy.

—Acabo de terminar de lavar los trastos—explicó River.

El rubor había desaparecido de sus mejillas. Su mirada desvelaba una cierta tristeza y tenía los ojos algo hinchados.

—Yo habría podido limpiar por la mañana, Riv.

—¡Oh, seguro que sí!—abrazó la almohada y bufó con desgana.

—¿Qué te ha parecido Jerry?

River se limitó a levantar los hombros con indiferencia.

—¿Y Dicaprio?

River movió la cabeza de lado a lado.

—¿Tampoco te han parecido bien Wheaton?

River desperezó las piernas. Estaba tan cerca que podía tocarlo. El aroma de su cuerpo, cálido y masculino, le hacía perder el sentido.

My Own Private RiverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora