Capitulo seis.

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Un armonioso silencio predominante abrazó el ambiente de lo que parecía ser una tétrica cabaña, una cabaña la cual, con sus cincuenta años en funcionamiento, lograba sostener una agradable comodidad, a pesar de la urgente necesidad de limpieza en los esquineros de la dichosa casa.

Danny Johnson no estaba seguro de lo que había aceptado, ni siquiera conocía que implicaba haber hecho un trato con Frank, aún así, luego de que se hayan besado, la atmósfera aparentaba estar tan tranquila.

El ojiazul se apretó el entrecejo con dos dedos, como si hacerlo, le diera alguna clase de consuelo. Frank, a lo lejos, divisó un sofá, en el cual se recostó de inmediato.

—¿Ni siquiera vas a limpiarlo? —Danny le preguntó, apuntándolo con el dedo índice— La suciedad… Todo, ugh —Mencionó asqueado.

—¿Ahora tú vienes a recordar lo de suciedad? —Dijo Frank con un tono de burla mientras sonreía incrédulo— Te recuerdo que yo no fui el que estaba sobre una roca mas-.

—Me gustaría mantener una buena convivencia entre nosotros si es posible —Instantáneamente comentó— Solo voy a… Ver las habitaciones, ¿Están por allá? —Miró a la izquierda, en donde se hallaban unas escaleras que, por obvias razones, se dirigían a otro piso con una división considerable de cuartos.

El integrante superior de la Legión bufó mientras procedía a levantarse del sofá, al hacerlo, se encaminó hasta Danny, lo miró a los ojos y le bajó la máscara, la cual cubrió completamente el rostro de este.

—Cúbrete —Le dijo con un aire demandante— O quítatela, es incómodo que la tengas por debajo de tu nariz. Si no quieres, está bien, haz lo que tú quieras. Al respecto de las habitaciones —Miró en dirección a las escaleras— Subiré yo primero.

—Como digas —Danny al ver que Frank subía en aquellos tablones desgastados de madera, esperó hasta perderlo de vista, ahí mismo sonrió, contento con que al menos tendría unos cinco minutos para disfrutar de su soledad.

Recorrió con lentitud la sala, observando detenidamente la infinidad de objetos colocados en sus respectivas zonas. Una hilera de fotos de lo que parecía ser el pueblo de Ormond, Danny se acercó a ellas, mientras con el dedo pulgar, deslizaba suavemente sobre la imagen con la intención de limpiar la tierra que ensuciaba el recuerdo.

—Tendría que haber venido aquí cuando visité Canadá —Susurró mientras volteaba la hoja, en la cual, específicamente en la esquina, señalaba una fecha— Seis de Diciembre de mil novecientos noventa.

«¿Actualmente en qué año estamos?» Pensó, mirando al techo, tratando de alguna manera recuperar los recuerdos de cierta fecha temporal que lograra ubicarlo en espacio y tiempo.

Pero eso, desgraciadamente no fue posible. Sus pensamientos estaban volviendo su mente todo un verdadero, asqueroso e inevitable desastre. 

Por supuesto no tenía miedo de ser expulsado fuera del reino del Ente, aunque aún así, continuaría con sus sanguinarios crímenes, en algún momento iban a atraparlo debido al avance tecnológico que la sociedad estaba teniendo en ese momento. Solo que la policía, no tenía ningún conocimiento del plan que estaba organizando si eso ocurría.

Reunir a más personas, sí, eso sería lo indicado. Turnarse en los asesinatos y sobretodo, evitar ser él, el que podría ser arrestado o hasta incluso, penado con caer en el abismo de la muerte.

Todas sus ideas fueron interrumpidas cuando incesantes toqueteos en su hombro izquierdo lo trajeron de regreso a la cruda realidad en la que estaba viviendo.

—Ya revisé todo —Comentó el castaño— Podemos subir. Te aseguro de que no hay ninguna araña, solo un par de telarañas en las esquinas del techo pero las habitaciones están como nuevas.

Licor → Frank Morrison x Danny Johnson ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora