V • Magnífico Rey •

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Se había recuperado de forma oportuna del terrible resfriado. En todos los días que estuvo convaleciente en su cama, recibió tazas humeantes con diferentes tisanas y su padre se mantenía al tanto de ella, visitándola en su habitación de forma frecuente. Lo vio preocupado y decaído en cada momento, tal vez por lo que sucedía en el reino. Sin embargo, Winnie contó los días y esperó por la respuesta del príncipe. El mensajero le entregó el sobre amarillo y con un pequeño paquete, algo fuera de lo usual.

Siempre caminaba rápidamente hasta su habitación con la correspondencia en mano, cuidándose de sus propias doncellas. Desató el nudo que envolvía el paquete y era una cajita de madera fina y clara. Sacó la carta del sobre y comenzó a leer...

"Querida Winnifred...

Cómo no me voy a preocupar por ti, lo que menos quiero es que te detengas en tu día a día por una tediosa enfermedad. No quiero que sufras y menos en una fecha tan especial como lo es tu cumpleaños.

En donde estoy el clima permanece frío, y aún nevando, aunque no es habitual en otoño y creo que esta vez se adelantó inexplicablemente. Créeme me gusta más el clima semicálido de Bucarest que el frío constante de Kiev, es más apreciable la llegada de cada estación. Yo también quisiera visitarte, pero el conflicto entre nuestros reinos persiste.

Helmut fue un tonto, más de lo que siempre es, se equivocó de blanco; así que no te lo tomes personal. Él ya sabe de ti y le agradas. Él es como mi hermano, tal vez lo conocerás en cuanto los problemas entre nuestras naciones se calmen.

¡Pensaba que tenías hermanos y hermanas! Pero ahora, sé que no es así. Tu padre, el rey Ikaris, me pareció una persona muy bondadosa y amable al igual que tú. Ya sé de quién heredaste tales cualidades. Quisiera conocerlo un poco más, tal vez me dé varios consejos para cuando yo sea rey.

Retomo mis palabras en que, en verdad, me hubiese gustado estar en esa pequeña celebración en tu honor. Para compensar mi ausencia, te he enviado un pequeño regalo con el cual te acordarás de mí en cada momento que lo uses.

¡Feliz cumpleaños, princesa!

Y no importa cuánto se extiendan tus cartas, para mí es un placer y un gusto leerlas; me alegran mi día.

Espero que, para cuando esté leyendo esto, goces de buena salud. Saludos

George".

En cada momento sonreía mientras leía la carta, de principio a fin, y se volvió más amplia al abrir la pequeña caja. Entre sus manos tomó un fino collar de plata con varios diamantes y cristales formando un copo de nieve. Era sumamente hermoso ante los ojos de Winnie, que no dudó en colocárselo. Había algo nuevo que seguía creciendo dentro de su corazón y sólo George lo provocaba hasta ahora.

~*~

Miró atentamente el libro de geografía mientras hacía sus últimas notas sobre los mares europeos, cuando de pronto, Helmut apareció con su sonrisa malvada y el estilo pomposo con el que solía caminar. Pero dejó todo eso de lado, al ver el sobre entre sus manos. Había tardado más días de lo habitual en llegar, sólo dos, en realidad.

—¿Qué clase de rosas crecerán en Rumanía?— preguntó con inocencia mientras olfateaba el sobre— Estoy seguro que no es ninguna clase de las que se cultivan aquí. Creo que tu princesa le colocó más perfume de lo habitual.

El rubio se levantó de su asiento y caminó hasta él, arrebatándole el sobre de las manos.

—¿Por qué lo tienes tú?

LINAJE BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora