CAPÍTULO 2

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.....................15 minutos después.................

-¡Me gusta que las chicas se defiendan! -En su mirada apareció un destello del placer que adivinaba en la batalla, en la conquista, en el sitio. No quería entregarme a ella y, sin embargo, mi cuerpo entero se moría por acariciarla y por recibir sus caricias-.¡Vamos, dime otra vez que no quieres, que me odias! -Se echó a reír. Su risa era cínica
y provocativa. -¡Te odio! -grité. Era la verdad, pero eso no impedía que me consumiera de deseo. Y me odiaba a mí misma por obedecer su voluntad. Lo que menos deseaba era complacerla. Su deseo era
cada vez más y más intenso. Cuando se acercó a mí, sus ojos centellearon. Separó los labios y vi el brillo de sus dientes. Sacudí la
cabeza de un lado a otro, con la intención de zafarme de ella, pero la mujer me empujó contra la pared y me sujetó las muñecas con
fuerza.

-¡No, no quiero, así no !No me soltó, pero inclinó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.-Eso es, defiéndete. Me encanta. -En
su voz ronca se adivinaba la excitación. Tensé el cuerpo y ella, rápida como el rayo, aprovechó la ocasión para plantarme un beso en los labios e intentar abrirse camino con la lengua entre mis dientes apretados. Me empujaba contra la pared con todo el cuerpo.
No me quedó más remedio que abrir la boca para coger aire y fue entonces cuando ella me penetró con la lengua, cuando se apoderó de
mí. La pasión y el placer casi me hicieron perder el conocimiento, aunque también noté las náuseas que me subían desde el estómago
hasta la garganta. Le di un mordisco y ella apartó rápidamente la cabeza, pero no me soltó las muñecas. Sus manos me apretaban con la misma fuerza que unas esposas. Tuve la sensación de que no era la primera vez que hacía aquello, de que ya estaba acostumbrada.
Me observó con una mirada feroz, mientras se limpiaba con la lengua una gota de sangre del labio. Me resultaba imposible librarme de
aquella mirada. -Eres una gatita muy mala... A ver si al final va a resultar que me he equivocado contigo. Pensaba que eras una niña rica aburrida, de esas que lo único que hacen es tumbarse y abrirse de piernas...

Vi un destello de esperanza.
-¡Sí, sí, eso es lo que soy, una niña rica aburrida! -A lo mejor así conseguía que me dejara en paz, pensé. -No, no, no. -Se echó a reír de nuevo, con la voz ronca por el deseo-. Ahora ya es demasiado tarde. Te he calado. Lo estás deseando. Quieres sentir miedo y dolor porque eso te excita. ¡Admítelo! -Seguía sujetándome las muñecas con fuerza. Me estaba haciendo daño y grité-. ¡Eso es, grita! ¡Grita todo lo que quieras! -Su voz era un jadeo ronco y
apasionado. Tuve miedo. El dolor no me había despejado, como yo esperaba, sino todo lo contrario: lo noté entre las piernas, exactamente como ella había dicho. Me pregunté si realmente era aquello lo que yo
buscaba. Ella se dio cuenta de mi indecisión y me besó de nuevo, pero esta vez no traté de escapar: me metió la lengua casi hasta la garganta con una fuerza brutal. Pensé que iba a vomitar pero justo antes de llegar a ese extremo, ella retiró la lengua. Desde luego, era
toda una experta. "¿Con cuántas mujeres lo habrá hecho?", me pregunté. Tal vez había más mujeres aficionadas a estos juegos de lo
que yo creía. "¿Y yo? -me pregunté-. ¿Yo también soy así? ¿A mí también me gusta?". Ella atacó de nuevo. Sentí que me vencía la necesidad de contra atacar, de participar, de no mantener una actitud pasiva y permitir que me utilizara. Pero no, nunca, eso era justamente lo que ella quería, y yo debía defenderme. Eso era lo que me decía mi
cabeza, aunque el traidor de mi cuerpo opinara otra cosa. Ya casi no podía soportar el deseo, que cada vez era más fuerte. Me temblaban las rodillas; ella se dio cuenta y aflojó un poco la presión en mis muñecas. Busqué su lengua con la mía. Ella se apartó durante apenas un segundo y me contempló sorprendida. Después metió la lengua otra vez en mi boca, tan a fondo y con tanta fuerza que casi me ahogó.
De repente, me soltó las muñecas y apoyó las manos en mi cintura.

Tensé el cuerpo, a la espera de que volviera a hacerme daño. Me sacó la camisa de los pantalones y casi de inmediato empezó
a acariciarme la espalda. Sentí un cosquilleo por todo el cuerpo.
Ahora que ya no había ningún obstáculo, me clavó las uñas en los hombros y yo gemí de dolor. Muy despacio, dejó resbalar las uñas
por mi espalda hasta llegar a la cintura. Me sentí como si me estuvieran arrancando la piel a tiras, aunque el dolor no era tan intenso como para no poder soportarlo. Gemí de nuevo, un poco más alto esta vez, aunque no sé si de dolor o de placer.-Vamos, dímelo, dime que te gusta -murmuró junto a mis labios. Me empujó con las caderas hacia la pared y me inmovilizó. Intenté arquear el cuerpo para rozar sus caderas, para restregarme contra su cuerpo, pero... «¡No!», me dije. «¡Esta no soy yo, es mi pelvis, que se ha independizado de mí!

¡Traidora!», gritó una voz en mi interior. El deseo era cada vez más intenso.
-Te gusta... ¡dilo! -insistió. Noté su aliento cálido junto a mi boca.
-¡No! -Giré la cabeza hacia un lado y traté de soltarme. Ella me empujó de nuevo, se inclinó un poco hacia atrás y me arrancó la camisa. Me hervía la sangre. ¡No, aquello era intolerable!
Dejó caer la camisa al suelo, a mi lado, y se inclinó sobre mí una vez más. Pensé que se proponía besarme otra vez (¿besarme?, ¿se
podía llamar beso a aquella especie de estrangulamiento brutal?) y aparté la cabeza aun lado. Ella no siguió mi movimiento, sino que apoyó la cabeza en mi hombro y, de inmediato, noté un dolor muy agudo. Volví a gritar, aunque tenía los labios apretados y me
había propuesto no hacerlo.-Oh, sí, grita, vamos, grita -insistió
con voz ronca. Inclinó de nuevo la cabeza
hacia mi hombro.-No... por favor -le supliqué. Ella volvió a morderme y noté un dolor mucho más agudo que la primera vez. Las rodillas ya no me aguantaban, pero ella me sujetó con fuerza y me empujó hacia la pared como antes. Me acarició un pecho con la mano y me frotó el pezón, que estaba duro como una piedra, con la palma. Se me escapó otro gemido, pero esta vez de deseo.

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Holaa, regresé.
Mil disculpas por haberme perdido tanto tiempo
Pero ya estoy de vuelta, gracias por seguir aquí.

MI REINA DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora